Sigrdrífumál

Los dichos de Sigrdrifa

Sigurd subió a Hindarfial y echó al sur hacia Frákkland. Arriba en la montaña vio una gran luz, como fuego que ardiera, y alcanzaba el resplandor hasta el cielo. Cuando llegó, había allí un muro de escudos del que salía por arriba un estandarte. Sígurd entró adentro del muro de escudos y vio que estaba allí una persona acostada que dormía con todos sus arreos de guerra. Le quitó primeramente el yelmo del la cabeza; vio entonces que era una mujer. la cota la tenía muy ajustada, como si estuviese pegada a la carne. Rajó entonces con la Gram aquella cota desde el cuello toda hasta abajo, y lo mismo las mangas. Luego le quito la cota, y ella despertó, y se incorporó y vio a Sígurd y dijo:

1 “Qué raja mi cota? ¿Qué rompe mi sueño?
¿De pálidas trabas quién me libera?”

El respondió:

“El hijo de Sígmund: carroña al cuervo
ha poco le dio la espada de Sígurd.”

Ella dijo:

2 “Dormida en mi sueño mucho dormí.
Mucho los males duran!
Odín me impuso hechizo de sueño
y que yo no pudiera romperlo.”

Sígurd se sentó y le preguntó su nombre. Ella tomó un cuerno lleno

de hidromiel y le dio un bebedizo de memoria:

3 “Gloria a ti, día! Gloria a tus hijos!
Gloria a la noche y su hermana!
Con ojos benignos dadnos victoria
a los dos que sentados estamos!

4 Gloria a los asa! Gloria a las diosas!
Gloria a la fértil tierra!
Palabra y saber dadnos por siempre,
excelsos, y manos que sanen!”

Ella dijo que se llamaba Sigrdrifa y que era valkiria.
Contó que dos reyes habían luchado. Se llamaba uno Hialm-Gúnnar, y
era viejo y un terrible guerrero,
y Odín le había prometido la victoria.

El otro era Ágnar, hermano de Auda,
que nadie quería prestarle apoyo.

Sigrdrifa hizo morir a Hialm-Gúnnar en la batalla. Odínm la pinchó entonces con espina de sueño en venganza por aquello, y dijo que nunca más daría ella victoria en las batallas y que sería dada en matrimonio. “Mas esto le dije yo entonces, que juraba no desposarme yo con hombre ninguno que conociera el miedo.” Le dijo él y le rogó que le enseñara su saber. ya que ella tantas cosas conocía de los mundos todos. Sigrdrifa dijo:

5 “Cerveza te ofrezco, oh manzano entre cotas,
con fuerza mezclada y con fuerte gloria;
llena está ella de ensalmos y magias,
de buenos conjuros y útiles runas.

6 Runas de victoria, si quieres victoria,
graba en el puño de tu espada:
en las guardas unas, otras al pomo,
e invoca dos veces a Tyr.

7 Ten runas de cerveza, si artera no quieres
que esposa de hombre te engañe:
graba en el cuerno y detrás en la mano
y haz en la uña el “naud”.

8 Graba en la copa -ojo al peligro!-
y échale un ajo adentro:
(sabré yo entonces que está sin veneo
todo hidormiel que tú tomes).
9 Ten runas de parto, ai a hembra que pare
el hijo le quieres sacar:
graba en tu mano, agarra sus miembros
y ruega que ayuden las disas.

10 Ten runas de olas, si jacas de vela
quieres salvar en las aguas:
graba en la proa y abajo al timón
y ponlas a fuego en los remos;
marejada no habrá ni tan negras olas
que no salgas vivo del mar.

11 ten runas de miembros, si quieres sanar
y hacerte sabido en heridas:
graba en corteza y madera de árbol
con ramas que al este apunten.

12 Ten runas de habla, si no quieres tú
que el mal con saña te paguen:
dales tú vueltas y enlázalas luego
y todas seguidas ponlas
en la plena asamblea que fallo dará
con todos los jueces presentes.

13 Ten runas de mente, si a todos los hombres
ganar en arrestos quieres,
las que fueron sabidas y fueron grabadas
y fueron creadas por Hropt
con aquel que salió rezumante jugo
del cráneo de Heiddráupnir
y del cuerno de Hoddrófnir.

14 Arriba en el alto su espada empuñó;
puesto tenía su yelmo;
entonces de Mímir la sabia cabeza
su palabra primera cantó
y certeras runas dijo.

15 Grabadas las dijo
en el escudo que está ante el dios refulgente,
en la oreja de Árvak, la pezuña de Álsvid,
en la rueda que gira en el carro de Rúngnir,
en los dientes de Sléipnir, en el puntal del trineo,

16 en la pata del oso, la lengua de Bragi,
en la zarpa del lobo, el pico del águila,
en las alas sangrientas, cabeza de puentes,
en la mano de parto, en la pisada que sana,

17 en cristal y en el oro, en la pieza de suerte,

en el vino y el mosto, en lugar de reposo,
en la punta de Gúgnior, el pecho de Grani,
en la uña de norna y el pico del búho.

18 Cuantas fueron grabadas raspadas fueron
y echadas al santo hidromiel,
por largos caminos partieron:
las tienen los ases, las tienen los elfos,
algunas los sabios vanes
y algunas los hombres tienen.

19 Son runas de haya, son runas de parto
y runas son de cerveza
y runas son de mucho poder,
que a aquel que las sabe y bien las maneja
suerte y provecho traen.
Válgate a ti mientras dioses vivan!

20 Elige tú ya, pues que hacerlo puedes,
oh arce de armas cortantes;
que digas o calles tú lo decides.
Fijados los males están!”

Sígurd dijo:

21 “No huiré yo -!no cobarde nací!-
aunque la muerte me agurde.
Tus preciosos consejos saberlos quiero
en tanto la vida me dure.”

Sigdrifa dijo:

22 “Consejo te doy, que trato sin tacha
tengan de ti tus parientes:
venganza no tomes, auqnue ellos te ofendan.
Beneficio lo dicen los muertos!

23 El segundo te doy, que no jures tú
cosa cierta no sea:
Hilos crueles perjurio arrastra!
Miserable el que en falso jura!

24 El tercero te doy, que nunca con memos
roces ni pleitos tengas:
se le escapa al necio palabras muchas
peores que él se las piensa.

25 Acabado estás como tú no respondas:
así por cobarde pasas
y quedas de todo culpable.
Malo digan de ti,
si no es que mucho te alaban!
Procura que un día muerto él sea
y así su mentira que pague.

26 El cuarto te doy, si bruja maligna
casa en la senda tiene:
Mejor que quedarte sigue de largo,
aunque la noche ya venga.

27 Sepan los hombres tener buen ojo
dónde con ira pelean:
al camino a menudo brujas están
que espada y juicios embotan.

28 El quinto te doy, si muchachas ves
que lindas están en los bancos:
No dejes que ellas el sueño te quiten,
no engañes mujer casada.

29 El sexto te doy, si bebiendo los hombres
a malas palabras se pasa:
De guerreros borrachos apártate tú.
El vino el juicio roba!

30 Chanzas que cantas y el mucho beber
a menudo desgracias traen:
a unos la muerte, a otros desdicha.
Tanto los hombres lamentan!

31 El séptimo te doy, si pleito y querella
tienes con recio señor:
Mejor es luchar que no que en su casa
al rico hombre quemen.

32 El octavo te doy, que ruin no seas
y huyas de falsas trampas:
no engañes mocita o mujer casada
queriendo favores de más.

33 El noveno te doy, que cadáveres cubras
allá donde en tierra los halles:
al muerto de un mal, al muerto en la mar
y al muerto que fue por las armas.

34 Se le debe al difunto lavar el cuerpo,
manos igual qu ecabeza,
se peina y se seca y se mete en la caja
rogando que duerma en paz.

35 El décimo te doy, que del hijo del lobo
jamás juramentos creas,
de aquel cuyo hermano mataste,
de aquel cuyo padre abatiste:
el lobo en el hijo está,
aunque del oro ya goce.

36 Agravios y odios nunca se pagan,
tampoco las penas;
difícil que gane saberes y armas
el rey ante todos primero.

37 El undécimo te doy, que con ojo te vayas
siempre que amigo encuentres.
Corta su vida al le señor le auguro!
Fieros combates te aguardan!”

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