Fundamentalismo judío acaba con Diosas romanas

JERUSALÉN – Un turista judío estadounidense de 40 años que estaba visitando el museo cuando arrojó las dos obras de arte al suelo destruyó dos estatuas romanas en el Museo de Israel en Jerusalén. Las estatuas eran de la Cabeza de Minerva y de la diosa romana Némesis. Las estatuas datan del siglo II d.C. y estaban en exposición permanente. El vandalismo de las dos estatuas se produjo el 5 de octubre de 2023.

Minerva, vandalizada en el Museo de Israel. Crédito de la foto: Museo de Israel.
Minerva, vandalizada en el Museo de Israel. Crédito de la foto: Museo de Israel.

Minerva es la diosa romana de la sabiduría, la guerra estratégica, el arte y la artesanía. A menudo se la asociaba con la diosa griega Atenea, y los romanos consideraban a Minerva como la contraparte de Atenea en su panteón. Minerva era venerada en la sociedad romana. No sólo era vista como la diosa de la sabiduría sino también como la patrona de las artes, el comercio y la estrategia. A menudo se la representaba con un casco y un escudo, enfatizando su conexión con la guerra y la protección. Además, Minerva fue considerada la inventora de la música, la medicina, el tejido y otras artesanías, simbolizando sus diversas áreas de influencia.

Némesis se representa como una estatua de un grifo agarrando la Rueda del Destino. En la antigua religión y mitología romana, Némesis era la diosa de la venganza, la retribución y el castigo divino contra aquellos que sucumben a la arrogancia, la arrogancia y el orgullo excesivo. Se aseguró de que las personas recibieran lo que merecían, ya fuera castigo o recompensa, en función de sus acciones y comportamiento. Némesis a menudo era representada como una diosa alada que sostenía una vara de medir o una espada y una rueda, simbolizando el destino. Se la asoció con el concepto de equilibrio y justicia, asegurándose de que las personas enfrentaran las consecuencias de sus actos.

También se considera que era la diosa griega que medía la felicidad y la desdicha de los mortales, a quienes solía ocasionar crueles pérdidas cuando habían sido favorecidos en demasía por la Fortuna.

Némesis ganó popularidad en la Judea romana. La base de la estatua lleva una inscripción griega que dice: » Año 522. Yo, Mercurios, hijo de Alejandro, de

Escultura rota de Némesis en el Museo de Israel. Crédito de la foto: Museo de Israel.
Escultura rota de Némesis en el Museo de Israel. Crédito de la foto: Museo de Israel.

dico [esta estatua] durante mi sacerdocio «.

Según la información disponible en el sitio oficial del Museo de Israel, sólo queda la cabeza de la que alguna vez fue una imponente escultura de Minerva de 2,5 metros (8 pies) de altura, con rastros de pintura que sugieren que originalmente tenía colores vivos. El sitio web señala: «El contraste entre los rasgos faciales suaves y el cabello texturizado es característico del estilo del siglo II d.C.».

El hombre, vestía ropas religiosas. Las autoridades dijeron que en la entrevista inmediata, el hombre dijo que creía que las estatuas “eran blasfemas” y “contrarias a la Torá”. El fundamentalismo es un concepto muy extenso, que puede entenderse en forma estrictamente religiosa (como búsqueda de los fundamentos de la fe) y en forma política (como imposición social de esa fe, incluso con medios de violencia). En el primer caso, más que de fundamentalismo se puede hablar de radicalidad.

«Este es un caso impactante de destrucción de valores culturales», dijo en un comunicado el director general Eli Escusido, de la Autoridad de Antigüedades de Israel. «Vemos con preocupación el hecho de que los valores culturales están siendo destruidos por extremistas por motivos religiosos». El Museo de Israel dice que las estatuas han sufrido «daños sustanciales». Las estatuas han sido devueltas al departamento de conservación del museo con la esperanza de restaurarlas.

El fundamentalismo judío es el origen de todas las religiones monoteístas: judía, cristiana es islámica. El origen de toda las guerras y miserias del mundo. El peligro en este proceso reside en una dominación del movimiento ortodoxo por elementos extremistas que desplacen a sus homólogos moderados y cuestionen la legitimidad de puntos de vista distintos de los suyos. 

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