Völuspá, una aproximación.

Dos notables obras maestras de la literatura islandesa medie­val revelan una concepción mitológica del mundo esencialmente cíclica. Tanto Völuspá (‘La profecía de la sibila’; siglo X), como Gylfaginning, la sección mitológica de la Edda de Snorri Sturluson (ca. 1225), presentan el drama del cosmos en poderosos términos simbólicos como la progresión desde el caos primigenio, a través de las diferentes fases de la creación, edad dorada, conflicto, decadencia y destrucción, hasta la segunda llegada (parousia[1]) de Baldr y el nacimiento de un mundo nuevo y mejor. La Edda de Snorri es una obra ecléctica, que se inspira en varios poemas mitológicos, el más significativo de los cuales es precisamente Völuspá; Snorri trata sus fuentes de manera siempre interesante, mientras   presenta el destino del cosmos con su estilo terso, a menudo impregnado de cierta pasión, ironía o humorismo.  La forma esencial de   Gylfaginning (‘El engaño de Gylfi’) es un diálogo entre un rey mortal, Gylfi, y tres dioses misteriosos.  Disfrazado de vagabundo, Gylfi formula importantes preguntas sobre el universo mítico y sus habitantes, incluyendo a Óðinn, Þórr y otros dioses de la mitología nórdica; los tres perspicaces dioses se esfuerzan por satisfacer su curiosidad. Algunas de sus respuestas contienen narraciones extensas, magistralmente relatadas, sean éstas cómicas (como Þórr y Útgarða-Loki), trágicas (como   la   ‘Muerte   de Baldr’), románticas (la de Freyr y Gerð) o heroicas (como Þórr y Geirröðr). El coloquio se desarrolla en Valholl[2],  pero en cuanto  la  última  pregunta  ha  sido  contestada,  el  curioso  Gylfi se  encuentra  de  repente  solo  en  un páramo  y  se  pregunta  si su experiencia  no fue solamente una ilusión.

Mientras que Snorri Sturluson, muerto en 1241, era un intelectual cristiano que se acercaba  a  los  mitos  paganos  de  sus antepasados  desde un  punto de  vista  objetivo  y externo,  Völuspá[3] es una obra sagrada  en el sentido  de  que describe  los destinos  de  los  seres  divinos  en  los  cuales  su  desconocido  autor aparentaba  creer.  El poema es en forma de un monólogo pronunciado por una völva (‘sibila o profetisa’) con voz autoritaria y poderosa, una visión penetrante del pasado y una clarividencia profética hacia los acontecimientos futuros.  Refiriéndose alternativamente a sí misma en primera en tercera persona, ella describe varias veces lo que ella recuerda, ve (vio), o sabe; este último verbo se reserva para los aspectos más arcanos de su sabiduría.  El poema se puede dividir en las siguientes secciones:

I. Prólogo. La primera estrofa sirve de introducción a todo el poema. La völva abre su discurso pidiendo a toda la humanidad que se le preste atención[4]; luego se dirige a Óðinn, recordándole que por orden suya ella contará los acontecimientos más antiguos que puede recordar.

II. Caos. La völva recuerda los gigantes, que, aunque nacieron en un pasado muy remoto, fueron los que la criaron; re­ cuerda también los nueve mundos, las nueve gigantas y el glorioso árbol del destino debajo de la tierra. Al principio del tiempo no había absolutamente nada, ni arena, ni mar, ni fres­ cas olas; no se podía ver ni tierra, ni cielo arriba, ni hierba por algún lado: sólo un inmenso vacío.

III. Creación. Todo esto cambió cuando los hijos de Burra levantaron las tierras (¿de los nueve inframundos o del mar?)  y crearon la famosa Miðgarðr[5].  El sol resplandeció desde el sur sobre las piedras de la tierra; los campos se cubrieron de verde pasto. Desde el sur, Sol, compañera  de Luna, extendió  su  mano derecha  hacia  el  límite  del  cielo[6].  Sol no sabía dónde era su casa, las estrellas no sabían qué lugar les pertenecía, Luna no conocía su propia fuerza.  En este punto se encuentra el primer refrán: «Entonces todas las potencias divinas, los muy sagrados dioses, se sentaron en sus escaños para deliberar».  Dieron un nombre a la noche y a la luna menguante, a la mañana y al mediodía, tarde y noche, y decidieron cómo calcular el tiempo en años.  Las siguientes dos estrofas describen la época de oro de los dioses; se reunieron en los campos de Ídivéillr y erigieron altos templos de madera y santuarios, construyeron forjas y crearon riqueza, hicieron tenazas y otros instrumentos.  Jugaban damas en los jardines y se entretenían.  No les faltaba el oro, hasta que tres horribles ‘doncellas’ de los gigantes llegaron de Jötunheim, la ‘Tierra de los gigantes’.  La identidad de estas intrusas indeseadas es uno de los varios misterios del poema; su llegada constituye el primer presagio siniestro. El refrán antes mencionado se repite en la estrofa nueve, antes de que los dioses decidan crear la raza de los enanos, y sirve para señalar su importancia en el orden cósmico el hecho de que 64 de ellos sean mencionados por su nombre.  Al  final  se  realiza  la  creación  del  hombre;  tres dioses  poderosos  y  benignos  llegaron  a  cierta  casa,  donde  encontraron  a  Askar  y  Ambla  en  el  suelo,  débiles  y  sin  des tino[7]. No tenían ni aliento, ni espíritu, ni sangre, ni voz, ni tez bonita. Óðinn les dio aliento, Hoenir espíritu, Lodurr sangre y tez bonita.

IV. Destino. Después de haber completado el relato de la creación, la völva dedica dos estrofas (19-20) al tema cabal del hado: «Conozco una haya llamada Yggdrasil, un árbol alto rociado de arcilla blanca.  De allí viene el rocío que cae por los valles. Se yergue siempre verde sobre la fuente del destino.  De aquel lugar vienen tres vírgenes sabias, del lago que yace a los pies del abeto. Llamaban a una Urðr, a la segunda Verðandi y a la tercera Skuld. Ellas crearon leyes, escogieron la vida de los hombres y les dieron el destino».  Luego la sibila recuerda la primera guerra del mundo, cuando atacaron a Gullveig con lanzas y la quemaron hasta morir en la mansión de Hár: tres veces la quemaron, tres veces ella nació, una y otra vez, y aún está viva.  El nombre Gullveig significa ‘el poder del oro’ y parece simbolizar la corruptora influencia de la riqueza. La siguiente estrofa (22) parece referirse a la völva misma; será considerada más adelante

V. Hostilidades. (23-35).  Una nueva sección empieza evidentemente con la estrofa 23, cuando los dioses se reúnen para decidir si deberían sufrir una pérdida tan grande o pedir compensación.  Están en guerra:  Óðinn lanza su lanza al centro de la batalla, la primera batalla en el mundo.  La fortaleza de los Æsir está en ruinas. Los Vanir[8]  acuden  el  campo  de  batalla  con sus  conjuros   de  guerra.  El refrán  se  repite  ahora  por  última vez,  mientras  los  dioses se  reúnen  para  decidir  quién  había  llenado  el  aire de  perfidia  o  prometido  la esposa  de  Orð a la  raza de  los  gigantes[9]. Solamente Þórr siguió peleando, lleno de ira, raramente se queda inactivo al oír tales noticias. Se rompieron juramentos, promesas y votos solemnes que se habían intercambiado.  Ella (la völva) sabe que el oído de Heimdallr está escondido debajo del alto árbol sagrado. Ella ve un río chorrear desde  la  promesa  de  Valfröðr  (el  ojo  de  Óðinn),  regando  aguas lodosas  sobre  sí  mismo.[10]  ¿Comprenden  ahora,  o  qué?[11].  Ella estaba  sentada  afuera sola cuando  el  viejo  temeroso  por  la suerte de  los sir llegó  y  la  miró  fijo  en  los  ojos[12].  ¿Qué quieres saber de mí?  ¿Por qué me pones a prueba?  Yo lo sé todo, Óðinn, que escondiste tu ojo en la renombrada fuente de Mímir, que bebe hidromiel todos los días desde la ‘promesa de Óðinn’.  El Padre del Ejército (Óðinn) le dio pulseras y collares (a la sibila misma), a cambio de los cuales ella pronunció sabias palabras y profecías mágicas.  Vio a lo lejos, a través de todos los mundos.  Vio a valquirias llegar de partes lejanas, preparándose para cabalgar hacia la tierra de los godos; Gildr tenía un escudo, así también Skögul, Gunnr, Gandul y Geirskögul.  Vio la muerte reservada a Baldr, el dios manchado de sangre, hijo de Óðinn. El muérdago, delgado y bello, estaba entre los árboles, alto sobre la llanura.  Esta planta, en apariencia tan delgada, se volvió un proyectil portador de desgracia.  Höðr lo lanzó; Váli, el hermano de Baldr, hijo de Óðinn, tenía apenas un día de edad. Nunca  se lavó las  manos,  ni se  peinó antes de  haber con­ decido  al enemigo  de  Baldr  a la  pira funeraria[13].  Frigg lloró en Fensalir por el dolor de Valhöll.  Ella (la völva) vio un prisionero que yacía a los pies de Hveralundr, mucho se parecía al engañoso Loki. Allá. está sentada Sigyn, no muy alegre, cerca de su marido.

VI. Presagios. (36-49).  La muerte de Baldr constituye el clímax de la sección IV, que termina con el castigo del traidor Loki, el verdadero responsable del trágico hecho.  Ahora la völva evoca imágenes premonitorias, una tras otra, que anuncian todas el Ragnarök, ‘el destino de los dioses’, la culminación de todo el poema.  Un río llamado Slíðr, que lleva consigo cuchillos y espadas, fluye del este a través de valles de veneno.  En el norte, en Niðavellir, se erguía un palacio de oro que pertenecía a Sindri.  Otro estaba en Ókólnir, la gran sala del gigante Brimir, donde se tomaba cerveza.  Vio un gran palacio que se hallaba muy distante del sol sobre de Náströnd [‘playa de los cadáveres’, n.d.t.], su puerta hacia el norte.  Gotas de veneno caen adentro a través de los respiraderos.  Aquel palacio está envuelto en púas de dragón. Allá ella vio perjuros, asesinos y seductores de las mujeres de otros vadeando a través de fuertes corrientes.  Níðhöggr chupa los cuerpos de los muertos; lobos descuartizan a los hombres.  En el este, en Iárnviðr (‘bosque de hierro’) vivía la vieja giganta y criaba a los descendientes de Fenrir. Uno de ellos, en forma de monstruo, destruirá la luna. Se llenará con la sangre de hombres muertos y enrojecerá las habitaciones de los dioses con sangre. El sol se oscurecerá en los veranos que seguirán y todos los climas serán hostiles. Allá sobre de un túmulo estaba sentado el alegre Eggþér, el pastor de la Jötun, tocando el arpa. Sobre el patíbulo canta Fjalar[14], el gallo rojo fuego. 

Gullkambi cantó para los Æsir; despierta los héroes en el palacio del Herjaföðr (Padre de los ejércitos, Óðinn). Otro gallo canta bajo la tierra, un gallo rojo oscuro en los palacios de Hel.  En la estrofa 44 se encuentra el tercer refrán por primera vez y se repite luego en las estrofas 49, 54 y 58: Garmr aúlla furiosamente frente a Gnípahellir; la cadena se romperá y el lobo correrá libre. Ella (la völva) conoce muchos hechizos; puedo ver más allá en el futuro -el poderoso destino de los dioses de la victoria. Hermanos lucharán y se matarán entre sí y los primos violarán sus vínculos de parentesco. Habrá tiempos difíciles en la tierra y mucha prostitución; una edad del hacha, una edad de la espada –los escudos serán partidos- una edad de la tormenta, una edad del lobo antes de que el mundo se colapse.  Ningún hombre salvará a otro.  Los hijos de Mímir andan libres por el mundo. La destrucción se anuncia con el agudo fragor del cuerno Gjallarhorn; Heimdallr sopla fuerte, mantiene alto su cuerno. Óðinn consulta la cabeza de Mímir. El árbol Yggdrasil tiembla, pero aún permanece de pie. El árbol antiguo se queja y el gigante es desatado.

VII.  Ragnarök.  (50-58).  Hrymr viene del este con su escudo en frente; Jömungandr (la Serpiente enroscada alrededor del mundo) se sacude con gran ira, azota las olas y el águila grita; aquella del pico pálido (nef-fölr) destroza cadáveres. Naglfar [el   barco   que   transporta   los   muertos   hacia  el  inframundo]. Un barco zarpa desde el este. Las hordas de Múspell cruzarán el mar con Loki gobernando el timón.  Toda la   monstruosa especie acompañará al lobo y el   hermano   de Býleist (Loki) estará entre ellos.  ¿Qué sucede entre los Æsir? ¿Qué   sucede   entre   los   elfos?   Todo   Jötunheim   tiembla, los Æsir se reúnen en consejo.  Los enanos se quejan frente a sus habitaciones pedregosas.  Surtir viene del sur con el destructor de ramas (el fuego); la luz del sol resplandece desde la espada del guerrero. Las laderas se derrumban y los monstruos se tambalean; hay hombres que recorren el camino hacia Hel y el cielo se agrieta. Entonces Hlín (Frigg) sentirá su segundo dolor: Óðinn saldrá a luchar contra el lobo y el resplandeciente matador de Beli en contra de Surtr.  Entonces caerá el amado de Frigg.  Luego aparece Viðarr, el hijo mayor de Sigföðr (Óðinn) para luchar contra la bestia carroñera.  Con ambas manos hunde la espada en el corazón del hijo de Hveðrungr (Fenrir).  Así fue vengado el padre de Viðarr.  Luego avanza el glorioso hijo de Hlöðyn (Þórr): este hijo de Óðinn va a luchar contra la serpiente.  El protector de Miðgarðr (Þórr) mata a la serpiente con ira. Todos los hombres en la tierra perecerán.  El hijo de Fjörgyn (Þórr), destinado a morir, camina nueve pasos de la serpiente insensible a la calumnia. El sol se vuelve negro; la tierra se hunde en el mar; las estrellas brillantes desaparecen del cielo. El fuego brama contra aquel que da la vida (el sol); un fuerte calor quema el mismo cielo. Garmr aúlla furiosamente frente a Gnípahellir; la cadena se romperá y el lobo correrá libre. Ella (la völva) conoce muchos hechizos; puedo ver más allá en el futuro -el     poderoso destino de los dioses de la victoria-

VIII.   Renacimiento (59-64).  La völva ve la tierra, fresca y verde, reemerger del mar. Cascadas caerán y un águila, aquella que agarra los peces, volará arriba de las montañas.  Los Æsir se reúnen en Iðavöllr y discuten sobre la serpiente poderosa; recuerdan hechos importantes y las antiguas runas de Fimbultyr (Óðinn); en el pasto encontrarán de nuevo las maravillosas piezas doradas del juego que les pertenecía en el principio del tiempo. Los campos darán cosechas sin sembrar y todo el dolor será aliviado cuando regrese Baldr. Baldr y Höðr vivirán juntos en las ruinas del palacio de la victoria de Hroptr, el santuario del dios de la guerra. Ella (la völva) ve un palacio más resplandeciente que el sol, con un techo de oro, irguiéndose sobre Gimlé. Allá la gente virtuosa vivirá y será feliz hasta el fin del tiempo.

IX. Epílogo. Entonces vendrá volando el oscuro dragón, la serpiente reluciente, desde Niðafjöll.  Níðhöggr vuela sobre las llanuras, llevando cadáveres consigo.  Con el renacimiento de un nuevo mundo se indica el comienzo de un nuevo ciclo; los dioses viven otra edad de oro, pero la sombra que deja el dragón siniestro sugiere la llegada de tiempos infelices. El poema termina con la desaparición de la völva misma:  «Ahora ella se hundirá».

Esta paráfrasis de Völuspá debería ser suficiente para dar una idea de su inmenso alcance y de su extraordinaria riqueza de información acerca de la mitología nórdica.  Algunas de las alusiones míticas en el poema son obscuras y no están documentadas en otros poemas nórdicos.  Sin embargo, el Gylfaginning de Snorri arroja luz sobre ciertos pasajes que no se comprenderían   sin sus comentarios.   Es   asimismo   impresionante, además del número de relatos mitológicos   que componen   el material del poema, el hecho de que de allí se haya forjado una única entidad artística, donde cada elemento está subordinado a la poderosa noción de destino inexorable que reina en todo el poema.

No obstante, el Völuspá consiste de fragmentos tomados de las visiones, recuerdos y de los conocimientos de la sibila, el poema cuenta una historia con un principio, un desarrollo y un final; sin embargo, el protagonista no es un individuo o un dios sino el mundo mismo.  Aunque el narrador, la völva, no participe en la acción mítica, su relación única con Óðinn, el dios supremo y uno de los tres divinos creadores del mundo y de la humanidad, hace de ella el mitógrafo ideal.  Se presume que ella tuviera alguna razón específica para seleccionar y disponer el material de la manera como lo hizo. El comienzo de la acción, la creación del mundo y la disposición de los cuerpos ce­lestes, no presenta ningún particular problema estructural o formal, pero la secuencia requiere de una explicación.  Por cierto, periodo los Æsir gozan de una vida muy activa y poseen mucho oro, pero aquel feliz estado se interrumpe bruscamente con la llegada de las tres desagradables Jötun desde la Tierra de los Gigantes.  El poema no explica lo que aquellas mujeres hicieron, pero habría la tentación de presumir que robaron el oro de los Æsir.

Tal suposición serviría para explicar por qué, justo en aquel momento, los Æsir decidieron crear a los enanos, una raza de joyeros y forjadores de armas que vivían en las rocas y en los túmulos; ellos compensarían a los Æsir de la pérdida de su oro. La estrofa 21, que describe los intentos malogrados de matar a Gullveig, tiene que ver también con el tema del oro y se tendría entonces que considerar como parte del episodio de las Jötun y de los enanos; sin embargo, esta estrofa tiene también otra función:  sirve como introducción al relato de las guerras contra los Vanir y los gigantes (estrofas 23-26). Parece muy probable que Gullveig haya sido concebida como una de las Jötun de la Tierra de los Gigantes.

La estrofa 30, que describe la visión de la völva de seis valquirias (‘las que escogen a los muertos en batalla’) cabalgando hacia los godos, tiene asociaciones evidentes con la guerra; las valquirias aparecen en varias leyendas heroicas. Según las antiguas creencias nórdicas, ellas actuaban como las ayudantes de Óðinn en su papel de dios de la guerra; como sus emisarias, las valquirias cabalgaban hacia los campos de batalla para escoger a aquellos guerreros que Óðinn quería que Jo acompañaran en el Valhöll.  La vista de las valquirias a galope se consideraba como presagio seguro de que la batalla era inminente. El tono heroico que se asocia normalmente con las valquirias continúa mucho más adelante, en la descripción del Ragnarök, cuando los dioses marcados por el destino marchan hacia la batalla, uno tras otro, todos ganando fama eterna antes de morir en el combate a manos de sus monstruosos enemigos. La escena descrita en la estrofa 30 se desarrolla evidentemente en el mundo humano, pero en este caso las valquirias no son el presagio de la muerte de héroes nobles o de guerreros en batalla, sino que lo que la völva cuenta después, es el mito de la muerte de Baldr, incluyendo la venganza contra Höðr y el castigo de Loki.

Aquí, como en otros puntos del poema, la völva da por hecho que su público conoce los mitos a los cuales ella se refiere, ya que no da ninguna información sobre la implicación de Loki en la muerte de Baldr.  En este sentido, como en otros, el poema difiere radicalmente del Gylfaginning de Snorri, en el cual se nos da una idea clara de lo que se puede esperar de Loki, antes de que empiece a actuar su papel siniestro de malhechor. Según Snorri, Loki era hermoso, pero muy malhumorado e incoherente en su conducta. Era excepcionalmente inteligente y muy dotado de astucias y mañas para cualquier situación. Habiendo descubierto de Frigg que el muérdago era la única cosa que podía hacerle daño a su hijo Baldr, Loki convenció Höðr a que lo lanzara contra el dios inocente. Después de su muerte, fue Loki quien impidió que Baldr regresara del reino de los muertos. Según la völva, fue Frigg el que más lloró la muerte de su hijo, pero el machista Snorri Sturluson dice que Óðinn fue más afectado, porque mejor comprendía la gravedad de la pérdida para los Æsir. A este propósito hay que mencionar que Snorri describe detalladamente cómo los Æsir capturaron a Loki y lo ataron a una roca en una cueva. Anteriormente en el poema (estrofa 25) no se nos había dicho quién había prometido Freyja a los gigantes; Snorri, en cambio, afirma explícitamente que Loki fue el responsable. La caracterización de Loki por Snorri es tan vívida que se puede comparar con la descripción de Mörðr en la Saga de Njáls. Sin embargo, las dos referencias a Loki en Völuspá no ayudan a comprender mejor su naturaleza.

De hecho, una de las diferencias más sorprendentes entre Völuspá y Gylfaginning es que aquél presenta poco interés en motivación y carácter, mientras éste se ocupa de ambos.  En este aspecto, la técnica narrativa de Snorri recuerda las sagas islandesas, cuyos autores procuraban explicar el curso trágico de los acontecimientos a la luz de defectos e idiosincrasias de las personas involucradas.  La volva, por otro lado, usa un método más parecido a las artes visuales que a la ·técnica narrativa. Ella evoca imágenes mitológicas una tras otra, sin preocuparse de explicar los vínculos causales entre ellas. Las escenas míticas en el poema siguen, supuestamente, un orden cronológico y la   valva espera evidentemente que su público siga la vieja suposición:  post hoc, ergo portero hoc. Sería sencillo para un buen artista traducir Völuspá en una serie de dibujos, cada uno representando a una escena del poema, siendo que el énfasis mayor está en la acción y en su marco; los efectos visuales de Völuspá son particularmente eficaces.

En el corazón de Völuspá se encuentra el misterioso Árbol del Destino, el alto Fresno siempre verde Yggdrasil, que aparece brevemente en las primeras memorias que evoca la   völva del inframundo.  Más adelante (estrofa 20), se revela que debajo del árbol yace la Fuente de Orð de donde emergen los hados. En la estrofa 27 la völva afirma saber que el oído de Heimdallr (hljóð) está escondido debajo del árbol sagrado.  Según Snorri, Heimdallr era el guardián de los dioses. Su sentido del oído es su característica más notable; era tan fino que podía oír la hierba crecer sobre la tierra y la lana sobre las ovejas. Más adelante en Völuspá, Heimdallr sopla en su trompeta Gjallarhorn, señal segura de que el enemigo está por atacar.  La importancia del Árbol del Destino se hace más obvia cuando la valva afirma que Óðinn había escondido uno de sus ojos en el Pozo de Mímir, que se encuentra   evidentemente   cerca de Yggdrasil (28).  En otros lados, el Árbol del Destino se llama, de hecho, ‘el Árbol de Mímir’ (Mímameiðr) y Snorri explica que hay tres fuentes bajo el árbol sagrado:  la Fuente de Urðr, la Fuente de Mímir y   Hvergelmir (que, sin embargo, no se   menciona en Völuspá).  Así que cuando Óðinn va a consultar la cabeza de Mímir (estrofa 46) debe ir al Árbol del Destino; y en la estrofa siguiente aprendemos que el viejo Árbol del Destino tiembla y se queja, ya que el fin inevitable se acerca.

El símbolo principal de muerte y destrucción, el dragón Níðhöggr, chupa cadáveres humanos en la desagradable mansión sobre Náströnd (estrofa 39), donde perjuros, asesinos y seductores vadean a través de las corrientes rápidas de ríos de veneno y los lobos despedazan cadáveres.  En la última estrofa del poema, el oscuro dragón llega volando hasta el palacio de los virtuosos, cargando cadáveres y con ello se acentúa la mortalidad de la raza humana.  La völva no dice nada explícitamente acerca de la relación entre el dragón destructor y el Árbol del Destino.  Sin embargo, Snorri aclara que la haya sufre más de lo que la gente pueda imaginar, incluyendo el hecho de que Níðhöggr muerde continuamente la punta de su raíz, aquella que se extiende sobre Niflheim, el mundo de las sombras.

Las oscuras alusiones mitológicas abundan, incluyendo muchas otras imágenes visuales:  un río fluyendo a través de valles de veneno, tres palacios siniestros en el norte, una vieja ogresa criando lobos. Sin embargo Völuspá no depende sólo de las escenas visuales, puesto que  algunas  de  sus  imágenes  son  una mezcla de sonido y vista; el elemento  auditivo  no es  menos  importante  que el  visual:  tres  gallos  que cantan  sobre  los  árboles, un  perro que  aúlla  frente  a una cueva, el feliz pastor de una Jötun que  toca su  arpa, Heimdallr soplando  poderosamente  su cuerno,  los  enanos,  el  árbol  de la  vida  que se  queja,  el águila que grita y el  mundo  entero  de los gigantes que ruge.

La llegada de tres gigantas de Jötunheim es la primera señal que el orden moral peligro debido a interferencias externas.  Más serio, sin embargo, es el primer, aunque fútil homicidio, que ocurre después de la venida de las tres mujeres sabias desde la Fuente de Urðr, las responsables del destino humano.  Gullveig resulta ser indestructible, y se   sospecha que también así sea su avidez por el oro implicada en su nombre.  A la guerra entre los Vanir y los Æsir sigue un acto de traición: alguien (Loki en Gylfaginning) promete dar Freyja a los gigantes; más adelante, los dioses mismos rompen sus juramentos y promesas solemnes.  La muerte de Baldr no es sólo la traición y el asesinato de un inocente, sino que es también un caso de fratricidio.  En el mundo humano, cuando se colapsa el orden moral, ocurre el fratricidio mutuo, así como el adulterio y la guerra (45) y los perjuros, asesinos y seductores sufren grandes tormentos.   El   orden   natural   debe también   destruirse; con la ruptura de las cadenas y los vínculos que retienen los poderes malignos; tanto el barco Naglfar y el lobo, como Loki, serán liberados.  En el Ragnarök el sol se obscurecerá, la tierra se hundirá en el mar y las estrellas relucientes desaparecerán del cielo.

El tono principal del poema es de ansiedad, causada por la conciencia dolorosa y continua de un destino inminente, que se manifestó en el Ragnarök, el último cataclismo.  La descripción serena  del  mundo  nacido  de  nuevo,  donde  Baldr  y  Höðr viven juntos  en  armonía  es  ciertamente  hermosa;  el  bello  palacio  de Gimlé dónde los  virtuosos  gozarán  de una felicidad  eterna  contrasta  de  manera  muy  fuerte  con  el  palacio  en  la  ‘Playa  de los Cadáveres’,  donde el  veneno  gotea de  una  abertura  en  el  techo, los  malhechores  vadean  a  través  de  fuertes  torrentes  y  el  dragón  Níðhöggr  chupa  cadáveres  humanos.  La calidad de la vida en el nuevo mundo recuerda la época de oro de los dioses al principio del poema, pero la intrusión del simbólico dragón Níðhöggr cargando cadáveres, deja la impresión de que muerte y destrucción seguirán a su tiempo debido.

Se ha dado por hecho a menudo que Völuspá fue escrito por un poeta que pretendía ser una völva; en nuestra opinión, sin embargo, es más probable que el poema haya sido creado por una poetisa que fuera al mismo tiempo una völva practicante; su gran triunfo artístico fue describir sus propias visiones extáticas del otro mundo. Nadie puede comprender plenamente el significado del poema sin entender el status y la personalidad de la sibila, así que para entender completamente el poema se tendrá que prestar articular atención a aquellas estrofas donde ella se refiere a sí misma.  Aunque la mayoría de las acciones en Völuspá ocurren en el mundo mítico, la völva, su público y ciertas escenas pertenecen al mundo humano.  Sus visiones del mundo mítico ocurrieron, probablemente, mientras ella estaba en trance y lo que sabe y recuerda acerca de aquel misterioso mundo deriva ya sea de esas visiones o de los maestros que le enseñaron el arte de la brujería.

En la primera estrofa, la referencia a su público aclara que el poema se dirige a un público humano; la alusión a Óðinn no altera ese hecho, aunque sirva para enfatizar su relación especial con el dios, como se considerará más adelante a propósito de la estrofa 38. La afirmación en la segunda estrofa de que ella recuerda a los gigantes que la criaron es ambigua y requiere de una aclaración.  En la mitología nórdica, el término Jötnar, ‘gigantes’, denota a los principales enemigos de los Æsir, y el mundo al cual pertenecen es conocido como Jötunheimar, ‘Tierra de los Gigantes’.  Sin  embargo,  en  el  contexto  de  una  geografía real,  en contraste  con  una  geografía hipotética, Jötunheimar  se  refiere  a una región en el  xtremo  norte  de  Escandinavia;  en  un  texto,  ‘La  Tierra  de los  Gigantes’  está  localizada  en Finnmarken[15] o  Laponia.   Náströnd, ‘Playa de los Cadáveres’, que se encuentra “lejos del sol» (38) recuerda el lugar llamado Nenes, ‘Cabo de los Cadáveres’, que supuestamente marca el punto más al norte de Noruega.  El término Jötnar y sus sinónimos (trol, pursar, risar) se puede usar en sentido étnico para indicar a los lapones.  Según la antigua tradición nórdica, los lapones eran particularmente hábiles en magia y brujería y habían supuestamente enseñado el arte del chamanismo a los no­ ruegos.  Así que no sorprendería encontrar en   Völuspá a una profetisa que hubiera sido criada y entrenada por los lapones. Cuando ella afirma recordar a los antiguos Jötnar que la criaron, el término era probablemente ambivalente, empleado tanto en sentido étnico como en un sentido mítico.  En el mito, los Jötnar habían supuestamente existido desde el principio de los tiempos, mucho antes de la creación del mundo.  Por otro  lado, la  crianza  de  la  vuelva  por  los  Jötnar  recuerda  el  hecho  de  que, según  la  leyenda,  algunos  jóvenes  en  Noruega  se  mandaban  al  norte  hacia Finnmarken,  con  el  propósito  de que recibieran  entrenamiento  en  chamanismo  por  los  lapones[16].  Así que la octava estrofa, hablando de las tres ‘doncellas’ de la Tierra de los Gigantes, puede referirse no sólo a la mítica raza de los Jötnar como también a las brujas laponas.

La estrofa 22 es de importancia crucial para una buena comprensión de Völuspá como un todo, aunque se ha malinterpretado a menudo, particularmente si se piensa que se refiera a Gullveig, mencionada en la estrofa precedente.  No vemos ninguna razón por la cual la mujer descrita allá no sea la völva misma; éste sólo es uno de los diferentes contextos en los cuales la vuelva usa la tercera persona hablando de sí misma: «Llamaban a Heiðr cuando venía a visitar una casa, la völva profética. Ella practicaba hechizos mágicos y brujería donde podía; practicaba magia en estado de trance.  La ‘novia maligna’ la quería mucho».

Aquí se nos da un ejemplo de una völva itinerante que ofrecía sus servicios a aquellos que querían saber algunos secretos, incluyendo los misterios del futuro. Las sagas mencionan a varias otras sibilas parecidas.  Su  nombre  es  de  particular  interés, ya que no es la  única  vuelva en la tradición  islandesa  antigua en llamarse  Heiðr,  sino  que  otras  más  llevan  el  mismo  nombre[17]. El ritual chamanístico  llamado  Seidr se  describe  detalladamente en  Eirik  saga  rauða:  la ceremonia  en  cuestión  ocurrió  supuestamente  en  Groenlandia  durante  un  periodo  de  hambruna  hacia finales del siglo X.[18]

El autorretrato de la völva en Völuspá (estrofas 22 y 28) refuerza la impresión que ella tiene una relación especial con Óðinn. Según Snorri Sturluson (Ynglinga saga, cap. 4), el Seidr se originó entre los Vanir y fue Freyja quien enseñó este tipo de brujería a los Æsir. El principal practicante del Seidr era el mismo Óðinn, pero, como este tipo de hechizos involucraba tanta perversión sexual, no se consideraba apropiado que participaran los hombres de manera que esa clase de brujería se enseñaba a las diosas. 

El término ‘novia maligna’ (estrofa 22) puede aludir a Freyja, famosa por su promiscuidad, o a Óðinn. Es posible que el término fuera deliberadamente ambiguo, sugiriendo a ambos.  Si es a Óðinn que la völva se refiere como ‘novia maligna’, alude sin duda a la depravación sexual asociada con el Seidr, cuando era practicado por hombres. Sin embargo, Óðinn era el dios de la brujería y de la magia, así que era natural que la völva estuviera estrechamente asociada con él y, de hecho, ella está orgullosa de la inclinación del dios hacia ella, a pesar de sus perversiones sexuales como adepto al Seidr. Es evidentemente halagada por el hecho que Óðinn vaya al mundo de los humanos para poner a prueba su sabiduría (estrofa 28) mientras que ella le demuestra sus conocimientos de cosas misteriosas, y es   bien recompensada   por él (estrofa 29). Hay  que  notar  que  no  es  ésta  la  única  ocasión  en  que  Óðinn consulta  a  una  völva;  en  el  poema  Baldrs  Draumar,  ‘Los  sueños de Baldr’,  se encuentra una descripción  de Óðinn  cabalgando  hacia  Niflheim  (el  obscuro  reino  de  Hel,  la  diosa  de  la muerte),  donde canta  canciones  mágicas  para resucitar  a la  völva  de  los  muertos  y  preguntarle  entonces  acerca  de  Baldr:¿quién  será su asesino?, ¿quién  su  vengador?

El Seidr se realizaba con varios propósitos, aunque aquí sólo nos interesa el ritual que servía para adivinar el futuro.  En su trance, la volva viaja hacia el pasado y también hacia el futuro. Un prerrequisito para adivinar el futuro es saber muy bien lo que ocurrió en el pasado.  En Njáls saga (cap.  20)  se dice del gran sabio que da el título a la saga, que «recordaba el pasado y adivinaba el futuro». La völva se haya en una escala de tiempo mítica, donde el pasado, el presente y el futuro no están bien separados uno de otro, así que sería un error intentar identificar el punto particular en el poema cuando ella se dirige a su público.

La descripción del Heiðr ritual en Eirik saga rauða subraya el hecho de que la völva necesitaba la asistencia de mujeres que conocieran ciertas canciones conocidas como canciones del hechicero (Varillokur).  De ellas no se sabe nada, exceptuado que eran abiertamente paganas y también que “Guðriðr cantó las canciones tan bien que los que las oyeron juraban no haber oído nunca un canto más bonito». La alusión a esta interpretación musical puede sugerir que la völva requería de las palabras y de la música en cuestión para inducir el trance y hacerla así más receptiva a los mensajes de los espíritus de los cuales dependía para adivinar el futuro.

Considerando el carácter de Völuspá, parece probable que el poema haya sido compuesto con el mismo propósito con el que se empleaban los Varðlokur según Eirik saga rauða. Los expertos están de acuerdo en que las tres versiones de   Völuspá fueron tomadas independientemente de la tradición oral, lo que sugiere que este poema pagano se haya podido preservar unos dos o tres siglos después de la conversión de Islandia al cristianismo (año 1000) en la memoria de varias generaciones de mujeres que tomaron parte en el ritual del Seidr y que, incidentalmente, fueron las guardianas de una importante herencia del norte pagano.

[1] El término parusía (en griego, παρουσία; romanización, parousía; literalmente ‘presencia, advenimiento, llegada’), es el advenimiento de una deidad.

[2] Valhöll (Valhala en español) significa ‘palacio (höll) de los muertos en batalla’, es decir, de los héroes muertos valerosamente, cuyo premio en el más allá consistía en acompañar a Óðinn, dios de la guerra, en sus festejos. Por ello también Óðinn es llamado Valföðr, ‘padre de los muertos en batalla’ [n.d.t.J.

[3] Este poema presenta la misma forma métrica del   Beowulf anglosajón, del Hildebrandslied antiguo alemán y de otros poemas narrativos islandeses. Völuspá se conserva en tres versiones, una de las cuales está incompleta. El texto mejor, R, aunque de ninguna manera sea perfecto, es el más largo (62 estrofas) y se encuentra en el Codex Regius de la Edda Poética, un manuscrito del siglo XII. Una versión un poco más corta (59 estrofas) de Völuspá se encuentra en otro códice islandés en pergamino, Hauksbók (H), de los años 1306-1308. En tercer lugar, Snorri en su Edda cita cerca de treinta estrofas del poema (S) y parafrasea otras más.

[4] En H los dioses están incluidos entre su público.

[5] Miðgarðr, ‘el recinto de en medio’, designaba aquellos territorios destinados a ser habitados por la humanidad.

[6] En islandés, la palabra   ‘sol’ (Sól) es   femenina, mientras   que   ‘luna’ (Máni) es masculina,

[7] Askr, ‘haya’; se ha intentado relacionar embla con almr, ‘álamo’.  Snorri da una diferente versión de la historia de los dos árboles. Según él, los hijos de Burr encontraron dos trozos de madera a la orilla del mar, evidentemente dos pedazos de madera a la deriva, dejados allí por la corriente.

[8] Óðinn, Þórr y muchos otros dioses eran conocidos colectivamente por el nombre de Æsir; los Vanir eran una raza divina distinta a la cual pertenecían originariamente Njörð, Frey y Freyja.

[9] Óðr es el esposo de Freyja.

[10] «En buscar la sabiduría, Heimdallr, el guardián de Ásgarð [la fortaleza de los dioses.]  y Óðinn, el dios supremo, han empeñado respectiva­ mente su oído y su vista, los han puesto en la fuente del conocimiento en­ cargándoselos, así, al gigante Mímir, miembro de la facción enemiga». 

[11] Éste es el primer ejemplo del segundo refrán.

[12] «Estar sentado afuera” (útiseta) implica una obra de magia o brujería. «El viejo temeroso para la suerte de los Æsir» es Óðinn mismo; aquí está invitando a la sibila a hablar en el mundo de los humanos.

[13] Baldr vio su muerte temprana en sueño, entonces su madre exigió, un juramento de todas las cosas de que no harían daño a Baldr nunca.  El muérdago se consideró demasiado débil y no tomó el juramento.  Como nada le procuraba heridas, todos los dioses se entretenían lanzándole cosas a Baldr. A sabiendas, Loki, el dios maligno, instigó a Höðr, que, siendo ciego no podía apuntar a su hermano, a que le lanzara una rama de muérdago, que causó su muerte. Váli, hijo de Óðinn y de una giganta, lo vengó matando a Höðr.

[14] Fjalar es un gallo rojo que vivía junto a un hombre llamado Eggthér. Este hombre tocaba el arpa en un bosque lleno de brujas, quizás el Bosque de hierro de Miðgarðr. Fjalar le acompañaba mientras Eggthér tocaba su arpa. El nombre de este gallo, también era el nombre de un enano.

[15] La región en el extremo norte de Noruega [n.d.t.].

[16] A este propósito se pudieran mencionar algunos cuentos asociados con el rey Harald Hárfagra. Uno concierne a un gran hechicero lapón que lo ayudó antes de que llegara al trono.  Fueron dos lapones quienes enseñaron el arte de la brujería también a Gunnhildr, la nuera de rey Haraldr, que pertenecía a una familia importante del norte de Noruega.  Örvar-Odds saga (cap. 19), refiriéndose a un aprendiz muy joven, dice: «Cuando Ögmundr tuvo tres años lo mandaron a Laponia, donde aprendió todo tipo de magia y brujería; cuando pudo dominar bien todas esas artes, regresó a su casa en Permia.»

[17] Una famosa homónima tiene un papel importante en Örvar Odds saga: “Había una völva llamada Heiðr que podía prever el futuro, así que con su sabiduría mágica ella sabía todas las cosas antes de que ocurrieran.  Iba a los banquetes, diciendo a la gente su destino y haciendo las previsiones   del tiempo para el siguiente invierno.  Solía tener un cortejo de quince muchachas y quince muchachos […] Asmundr invitó a la hechicera al banquete; ella aceptó y llegó con todo su cortejo.  Ingjaldr fue a darle la bienvenida y la invitó a que entrara en la sala principal.  Luego prepararon las cosas para los hechizos de la noche siguiente.  Después de la cena, la gente se fue a dormir, pero la profetisa y sus compañeros   fueron a cumplir sus rituales nocturnos.  En la mañana Ingjaldr fue a verla y le preguntó el resultado de sus hechizos.  ‘Creo que descubrí todo lo que quieren saber’ […} Le dijo a cada uno de ellos lo que el futuro le reservaba y todos ellos quedaron satisfechos con lo que les esperaba.  Entonces hizo las previsiones del tiempo para el próximo invierno y para muchas otras cosas antes desconocidas».

Landnámabók cuenta la siguiente anécdota acerca de un hombre llamado Ingimundr y de sus dos amigos:  «La völva Heiðr profetizó que los tres se asentarían en una tierra entonces no descubierta, al oeste en el océano.  Ingimundr dijo que se aseguraría que tal cosa no fuera nunca a pasar.  La völva le dijo que no podría evitarlo y como prueba le dijo que algo había desaparecido de su bolsa y que no lo encontraría hasta que no empezara a escarbar para el pilar de su asiento en la nueva tierra [se dejaban ir a merced de las olas en vista de la tierra donde se quería establecer la nueva casa y cerca del punto donde las corrientes las habían empujado hacia la ribera, allá se construía]». Más tarde, Ingimundr «mandó a dos lapones (Finar) en una cabalgadura mágica hacia Islandia para encontrar al objeto que había perdido.  Era una imagen de Freyr hecha de plata.

 Los lapones regresaron -habían encontrado la imagen, pero no pudieron recuperarla- y dijeron a Ingimundr que se encontraba en un cierto valle entre dos colinas, Le describieron detalladamente dónde estaba situada esa tierra y dónde tendría que establecer su casa».

Otras profetisas de nombre   Heiðr aparecen en Hrölfs saga Kakra y en Friðþjófs saga. Según una leyenda, la madre adoptiva del rey Haraldr Hárfagri, que también se llamaba Heiðr, era una hechicera que vivía cerca del Mar Blanco.

[18]Había una mujer en el asentamiento, que se llamaba þorbjörg; era una profetisa (spákona) y se conocía como la Pequeña Sibila (lítilvölva). Había tenido nueve hermanas, pero ella era la única aún con vida. Solía ir a los banquetes en invierno, siempre era invitada, sobre todo por los que querían

saber lo que les esperaba o como iría la estación». El jefe local la invitó a su casa para saber qué tanto duraría la hambruna. El autor de la saga describe detalladamente su vestido, así como los ingredientes de su cena, que incluía «un potaje con leche de cabra y un plato fuerte elaborado con los corazones

de varios animales. [ …] Hacia el atardecer del día siguiente, le dieron las cosas que necesitaba para hacer el seiðr. Pidió la asistencia de mujeres que conocían los hechizos (frœðí) que se necesitaban para el seiðr, conocidos como Canciones del hechicero (Varðlokur), pero no había tales mujeres, [Sin embargo, una joven de nombre Guðríðr admitió que su madre adoptiva Je había enseñado una de aquellas canciones y aceptó tomar parte en la ceremonia].  Las mujeres formaron un círculo alrededor de la plataforma ritual sobre de la cual se sentó þorbjörg. 

Entonces Guðríðr cantó las canciones tan bien y tan bellamente que los que la oyeron juraban no haber oído nunca un canto más bonito.  La profetisa le agradeció su canción.  «Muchos espíritus (nátturúr) están ahora presentes, por haber sido atraídos por tu canción, que antes no querían concedernos su obediencia, Ahora muchas cosas se me han revelado, de las que antes estaban escondidas tanto a mí como a los demás. Ahora puedo decir que esta hambruna no durará mucho más tiempo y que se mejorarán las condiciones con la primavera; también la epidemia que ha persistido tanto se calmará antes de lo esperado».  Después de predecirle a   Guðríðr un futuro feliz, “cada uno fue a la profetisa para preguntar lo que más quería saber.  Ella les contestó de buena gana y pocas cosas no ocurrieron como había dicho».

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