Alfablót: la noche de los antepasados

EL RITO OLVIDADO DEL CULTO A LOS ANTEPASADOS

(Noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre). En esta noche se honra a los espíritus élficos y a nuestros parientes muertos, ya sea visitando sus tumbas o realizando una libación en su honor.

El Álfablót o el sacrificio a los Elfos era una celebración de la religión Asatru celebrada en Escandinavia. El sacrificio a los elfos se celebraba hacia el final del otoño, cuando los cultivos eran cosechados y se acercaba la matanza de los animales domésticos. A diferencia de los grandes blóts en Uppsala y Maere, el Álfablót se celebraba en las granjas y fueron administrados principalmente por la dueña de la casa. No se sabe nada acerca de los ritos particulares porque estaban rodeados de secreto y los forasteros no eran bienvenidos a las granjas durante las celebraciones. Sin embargo, desde la más lejana antigüedad, los elfos fueron considerados poderes colectivos con una estrecha relación con los antepasados ​​y la fertilidad, por tanto el Álfablót trata del culto a los antepasados ​​y la fuerza de la vida de la familia. También parece que Odín estaba implicado en sus ritos, y que el dueño de la casa se ​​llamaba Olvir al administrar los ritos.

En su poema escáldico Austrfararvísur, el escaldo noruego Sigvatr Þórðarson nos dio un relato de primera mano de su encuentro en las vacaciones que pasó en Suecia. Sigvatr y sus compañeros habían sido enviados en una misión diplomática a Skara en Västergötland [2] y fueron a reunirse con el Jarl Ragnvald Ulfsson, pero no habían llegado a su destino, y tenían que pasar la noche a cubierto.

Después de un arduo viaje, Sigvatr y sus compañeros llegaron a una granja llamada Hof, lo que probablemente es moderno Stora Hov, cerca Edsvära en Västergötland. Esperaban que serían recibidos de acuerdo con las leyes de la hospitalidad, pero la puerta se mantuvo cerrada. Sigvatr tuvo que meter la nariz hacia abajo en una abertura estrecha con el fin de presentarse a sí mismo, pero la gente de la familia se negó diciendo que el lugar era sagrado. Sigvatr continuó de mala gana a la siguiente casa. En el siguiente campo, se encontró con una señora que le dijo que se fuera y le dijo: «No te acerques más a nuestra casa o nos traerás mala suerte!  Desencadenarás la ira de Odin! Somos los paganos» Entonces, ella lo persiguió a distancia como si fuera un lobo y dijo que estaban teniendo el sacrificio de los elfos en la granja. Lo intentaron tres veces más para encontrar un lugar para descansar, pero todas las veces se encontraron hombres que se llamaban a sí mismos Olvir. Entonces, decidieron buscar al hombre que era conocido por ser el hombre más hospitalario en el distrito. El último hombre frunciéndoles el ceño, tampoco les alojó.

SAMHAIN – La fiesta en el ámbito céltico

Samhain marca uno de los dos grandes portales del año céltico, ya que los celtas dividían al año en dos estaciones: La luz y la oscuridad, Beltaine el 1 de mayo y Samhain en 1 de noviembre. Algunos creen que Samhain fue la fiesta más importante, señalando el comienzo de un ciclo enteramente nuevo, tal como el día céltico el cual comenzó de noche. Puesto que se tuvo por entendido que en el silencio oscuro llegan los susurros de los nuevos comienzos, el despertar de la semilla que yace debajo del suelo. En vista de que Beltaine da la bienvenida al verano con celebraciones joviales al amanecer, la época más potentemente mágica de este festival de Samhain es en la víspera de noviembre, la noche del 31 de octubre hoy conocida como Halloween (o también el día de todos los Santos).

A lo largo de los siglos, las creencias paganas y cristianas se entrelazan en una ensalada de celebraciones que van desde el 31 de octubre al 5 de noviembre, lo que al parecer tiene como propósito tanto desafiar el ascenso de la oscuridad como deleitarse en sus misterios. El 2 de noviembre se convirtió en el Día de Todas las Almas (o muertos), donde las oraciones eran dedicadas a las almas de quienes habían partido y a aquellos que esperaban en el Purgatorio para la entrada a los Cielos. Samhain (Gaélico Escocés: Samhuinn) literalmente significa: «fin del verano» y con el auge de la Cristiandad, el nombre Samhain cambió a Hallowmas, o día de todos los santos, para conmemorar las almas de los benditos muertos que habían sido canonizados ése año, así la noche anterior a ésta fecha se hizo popular bajo el nombre de Halloween, la Víspera de Todos los Santos, u Hollantide.

En Escocia e Irlanda, Halloween es conocida como «O´Che Shamhna», mientras que en Gales es «Nos Calan Gaeaf», la víspera del calendario de invierno. En el calendario campestre, Samhain señalaba el primer día de invierno, cuándo los pastores guiaban al ganado y ovejas desde sus pasturas de verano a los refugios, potreros y establos. El heno que los alimentaría durante el invierno debía guardarse en robustos almiares de paja, atados para asegurarlos de las tormentas. Aquellos destinados a la alimentación eran carneados, luego de ser ritualmente dedicados a los dioses en los tiempos paganos. Toda la cosecha debía ser reunida – la cebada, la avena, el trigo, los nabos, y las manzanas – pues al llegar noviembre, las hadas secarían cada planta con sus alientos, destruyendo cualquier fruto y baya que permaneciera en los setos aún vivos.

La turba y la madera para el calentarse durante el invierno eran apiladas al lado del hogar. Era un tiempo gozoso de reunión familiar, en donde todos los miembros del grupo familiar trabajaban hombro a hombro horneando, salando la carne, y haciendo conservas para agasajar el invierno por venir. Los horizontes infinitos del verano le daban paso a un habitación caliente, oscura y a menudo humeante; La sinfonía de sonidos del verano era substituida por un contrapunto de voces, jóvenes y viejas, humanas y animales.

En la antigua Irlanda, las personas se reunían en los centros rituales de las tribus, pues Samhain era la fiesta principal del calendario anual. La máxima celebración era la ‘Fiesta de Tara’. En cada grupo familiar a todo lo largo del país, los fuegos de la chimenea se encontraban apagados. Todos esperaban a los Druidas para encender el nuevo fuego del año – no en Tara, pero en Tlachtga, una colina doce millas hacia el noroeste.

Samhain era una fecha clave del año en el cual los dioses se acercaban a la Tierra, tanto sacrificios como regalos eran ofrecidos en acción de gracias por la cosecha. Las oraciones personales en forma de objetos simbolizando los deseos de los suplicantes o las dolencias a ser curadas eran lanzadas al fuego, y al final de las ceremonias, antorchas eran encendidas en el gran fuego de Tara para reavivar todos los fuegos hogareños de la tribu, como en Beltaine. A medida que recibían la llama que señalaba este tiempo de nuevos comienzos, seguramente se despertaba en la gente una sensación de esperanza, nuevos sueños y proyectos para el año por venir. A través de los siglos los fuegos de Samhain continuaron ardiendo. En los años cercanos a 1860 las hogueras de la víspera de Todos los Santos eran todavía tan populares en Escocia que un viajero reportó haber visto treinta en una sola noche, cada una rodeada por anillos de figuras danzantes, una práctica que continuó hasta la Primera Guerra Mundial. La gente joven y los sirvientes encendían antorchas en el fuego y corrían alrededor de los campos y los cercos de protección de las viviendas y granjas, mientras que los líderes de la comunidad circundaban los linderos parroquiales con un círculo mágico de luz. Luego, las cenizas de las hogueras eran espolvoreadas sobre los campos para protegerlos durante los meses de invierno – y por supuesto, también para mejorar el terreno.

La hoguera era una isla de luz para la venidera oscuridad del invierno, manteniendo fuera el frío, las dolencias, y los espíritus malvados mucho antes de que la electricidad iluminara nuestras noches. Cualquiera sea la razón, es muy probable que siempre haya una necesidad humana de hacer fuegos para afrontar la oscuridad del invierno. Aun hoy, hogueras iluminan los cielos en muchas partes de las Islas Británicas e Irlanda…

Adivinación en Álfablót

Álfablót era un tiempo significativo para la adivinación, quizá aún más que mayo o la víspera de Solsticio de Verano. Frecuentemente se utilizaban manzanas y frutos secos de la cosecha reciente para adivinación y juegos, y las velas jugaban un papel importante en pro de añadirle una atmósfera adecuada a los misterios. En Escocia, un niño nacido en Samhain -se decía- era agraciado con clarividencia.

Magia y Manzanas:

En el corazón de Asgard crece un manzano cuya fruta tiene propiedades mágicas, es el que cuida Idunn y proporciona a los Dioses la eterna juventud. En esta época la cosecha de la manzana puede encontrarse, en diversos juegos antiguos, los cuales simbolizan el viaje a para obtener la manzana mágica.

En fin, Álfablót es una fiesta para recordar y comunicarnos con nuestros antepasados y nuestros ancestros en general, donde se establecen unos ritos específicos para contactar con esos poderes que sirven de intermediarios entre ellos y nosotros, a los que les denominamos Elfos. Quizá sería motivo de análisis exhaustivo explicar que entendían nuestros antepasados por “Elfos”, conceptualización a la que Tolkien ha hecho tanto daño, por la popularización de sus novelas sobre la mitología nórdica.

Mucho antes de que llegaran los colonizadores británicos a suelo norteamericano, en tierras asturianas se ahuecaban nabos para rellenar de carbón e iluminar los caminos en la noche de los muertos, el 31 de octubre. Mucho antes de que niños disfrazados de zombies pidieran golosinas casa por casa al ritmo del ‘trick or treat’ en el norte peninsular y en todas las tierras con ancestros célticos se llenaban vasijas con agua y dulces alrededor de las casas para ayudar a las almas a encontrar su descanso y el camino al sol. Mucho antes de que los americanos industrializaran el cutre-género cinematográfico halloweenesco, en Asturias y Galicia la noche del 31 de octubre era común la narración de historias y leyendas sobre las andanzas de bruxas, curuxas y la «Güestia» o Santa compaña.

Siero. Asturias. 1917

Mucho antes de que la Iglesia se quejase de la invasión y del nuevo culto macabro anglosajón al diablo, la muerte y lo grotesco… sus antepasados más rancios del clero lucharon por convertir y acabar con los paganismos que triunfaban en toda Europa con la noche de los muertos.

Pero no solo en Galicia o Asturias se celebraba entonces la noche de los muertos. La procesión de las ánimas era una tradición muy extendida en Extremadura y Castilla y León en el XIX. Ánimas vestidas de negro o blanco que recorrían las calles del pueblo pidiendo dinero casa por casa (¿suena?) y que solía terminar en el cementerio. Como en otras tradiciones la Iglesia metió mano y firma. En Zamora, por ejemplo, todavía se sigue celebrando tras pasarse al 2 de noviembre y perder todo vestigio pagano.

Los faroles de calabaza pueden parecer una original tradición estadounidense pero no es más que una adaptación de viejos hábitos célticos. En Andalucía, sin ir más lejos, existe (todavía) la costumbre de hacer farolillos con melones huecos la noche de difuntos. Se ahuecan y se modelan con ojos (¿suena?) para después colgarlos en el dintel de las puertas y asustar con ello a los malos espíritus.

Farolillos en Torredonjimeno. Jaén

Hace más de 3000 años. A finales de su octubre, cuando el verano estaba más que rematado, los celtas y germanos celebraban el fin de las cosechas. Durante la noche de Samhain del 31 de octubre los espíritus de los muertos volvían también para reconocer el mundo de los mortales. Para ello el pueblo celta (y por ende los celtíberos) se preparaban en toda una serie de rituales que mezclaban la fiesta, la comida y el culto a sus muertos.  Con la ocupación romana la fiesta se mantuvo, haciendo suyo las tradiciones e incorporando únicamente a sus dioses, con la diosa de la cosecha, Pomona y con el festival romano de los difuntos, conocido como Parentalia. En él los romanos rendían culto a sus familiares fallecidos llevando flores a su tumba.. Todo cambiaría cuando llegó la Santa Madre Iglesia.

Curiosamente es en Galicia donde la celebración del antiguo Samhaín ha resistido el paso del tiempo mucho mejor que en otros lugares de Europa y de la Península Ibérica, quizá porque la invasión romana no alcanzó muchos lugares de especial orografía donde la fiesta pagana logró sobrevivir. Eso sí, la cristianización de la región hizo que el Samhaín, en Galicia denominado Samaín, Noite de Bruxas o Noite de Meigas, tomara tintes religiosos. Es por eso que el Día de Difuntos en Galicia es una tradición muy importante, con visitas a los cementerios y ofrendas florales a los muertos. Es en el rural gallego donde se mantienen tradiciones como el desfile de la Santa Compaña, en la que procesionan las almas de los muertos o la Misa de Ánimas.

En Austria prolongan la celebración de esta fiesta durante siete días. Es la Semana de Todas las Almas o “Sleenwoche”, que tiene lugar desde el 30 de octubre hasta el 8 de noviembre.

Recibiendo a los espíritus

Consiste en honrar a los difuntos mediante misas y otros eventos religiosos. Además la Noche de los Muertos reciben a los espíritus dejándoles agua y pan y la luz encendida para orientarlos en la oscuridad.

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