El discurso del Odio
Aristóteles –que distinguía entre ira y odio– o Nietzsche –“El hombre de conocimiento debe ser capaz no solo de amar a sus enemigos, sino también de odiar a sus amigos”, escribió– son otros de los pensadores que han tratado de explicar por qué está tan presente en la psique humana. Las teorías sobre su origen adaptativo, en general, suelen ir en esas dos direcciones.
Por una parte, como sugiere Nietzsche, sirve para mantener un cierto estado de alerta intelectual. En situaciones tan peligrosas como el falso consenso grupal –cuando creemos que todos estamos de acuerdo, aunque no sea así, por mantener la cohesión– solo los odiadores son capaces de actuar con lucidez. Algo que resultaría muy útil cuando, en el pasado de la especie, las decisiones colectivas equivocadas a veces suponían la muerte.
El Odio como elemento de terror en el que su discurso se basa en el exterminio del distinto, en la intolerancia más absoluta, en la pérdida del pluralismo político, y, en definitiva, en generar un terror colectivo que sea el medio con el que conseguir esas finalidades.
Shakespeare conocía bien la fuerza del odio enardecido: La cólera es mi alimento; cenaré de mi propia sustancia», exclama un personaje de ‘Coriolano’. El odio es insaciable, ama la muerte y acaba siempre prometiendo el Paraíso, con huríes o sin ellas. Es inútil querer razonar con él, se trata de una fe impermeable a las razones y la experiencia, los atavismos del odio tribal, lingüístico, religioso, han puesto en marcha un fundamentalismo que clama su venganza sobre la razón.
“Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin ningún fundamento”, decía William Shakespeare.
Como ejemplo, tomaremos a una famosa “odiadora”:
Susan Sontag (Nueva York, 1933 – 2004) fue una escritora, novelista, filósofa, y ensayista, así como profesora, directora de cine y guionista estadounidense. Sontag, que recibió al nacer el nombre de Susan Rosenblatt, nació en Nueva York. Fue hija de Mildred Jacobsen y Jack Rosenblatt, ambos judíos estadounidenses.
Susan Sontag, activista para los derechos humanos, y exponente del movimiento feminista, escribió su famosa afirmación de odio contra la raza blanca:
«la raza blanca es el cáncer de la historia de la humanidad; es sólo la raza blanca – sus ideologías y sus invenciones – la que erradica a las civilizaciones autónomas allá donde se extiende, la que estropea el equilibrio ecológico del planeta y la que ahora amenaza a la propia existencia de la vida»
Partisan Review. Spring 1967.
Quizá por eso le llamaban “la conciencia ética de Estados Unidos” y le fue concedido en 2003 el Premio Príncipe de Asturias en España.
Solo como curiosidad: MURIÓ DE CÁNCER. Quizá su odio no le dejó vivir más.