Yule es nuestra fiesta por excelencia, la de todas las festividades Asatru; encarna como ninguna otra el concepto mágico-sagrado de nuestra religión. En realidad es un festival de 12 días, con dos fiestas mayores ligadas, el Solsticio de Invierno, con el que da comienzo y la fiesta de Año Nuevo, igual de importante que el propio Solsticio, pero que en la actualidad no se celebra por ningún grupo Odinista-Asatru. Aquí el cristianismo ha conseguido su objetivo: Ha convertido esta fiesta sagrada en una profana, donde se toman las uvas se bebe mucho y se come con la familia, pero para que seamos conscientes del significado odinista de la fiesta de Año Nuevo y su imbricación con el resto del festival de Yule propongo estas consideraciones:
En esa noche de Yule, el dios Ingvi Frey, monta su jabalí trayendo luz y fertilidad al mundo. Jól es el comienzo y el final de todas las cosas. La oscuridad y la luz unidas. Es una celebración de alegría, de festejos y regalos. De compartir el gusto por la vida. Odín sale de cacería y si los niños dejan sus zapatos llenos de heno y azúcar para Sleipnir, su caballo de ocho patas, Allfather les deja a cambio un regalo.
La creación de mundo se reproduce cada año, esa eterna repetición del milagro de renovación cosmológico, que transforma cada Año Nuevo en una inauguración de una era, permite el retorno de los muertos a la vida. Los muertos vuelven junto a sus familias (y a menudo vuelven como “muertos-vivos”) en los alrededores de Año Nuevo (Justamente en los doce días que van del solsticio hasta Año Nuevo. Dan a entender la esperanza de que en ese momento mítico en que el mundo es aniquilado y creado es posible la abolición del tiempo. Entonces los muertos podrán volver, pues todas las barreras entre muertos y vivos se romperán, y entonces volverán, pues en ese instante paradójico el tiempo estará suspendido y por consiguiente podrán ser contemporáneos de los vivos. Por otro lado, está en preparación una nueva creación, les es dado esperar un retorno a la vida, duradero y concreto.
Podemos comprobar que esta concepción del fin y del comienzo de un periodo temporal de tiempo fundado en la observación de los ritmos biocósmicos y de la regeneración periódica de la vida corresponde a la antigua tradición que seguían nuestros antepasados. Es significativa para los odinistas esa necesidad de la regeneración periódica que marca la importancia de la misma en nuestros ritos y celebraciones, como es YULE. Este es el sentido de esta purificación ritual: una “Combustión”, una anulación de las faltas de cada persona y de la comunidad en su conjunto y no una simple “purificación”. La regeneración es, como lo indica su nombre, un NUEVO RENACIMIENTO. Esta expulsión de faltas, enfermedades y malos espíritus en realidad es una tentativa de restauración- aunque sea momentánea- del “Tiempo Mítico” y primordial, del tiempo “Puro” el del instante mismo de la creación del mundo por seres anteriores a los propios Dioses. Todo Año Nuevo es volver a tomar el tiempo en su comienzo, es decir la repetición cíclica de la cosmogonía.
El fin de año transcurrido y el principio de un nuevo año lo interpretamos como un agotamiento de los recursos biológicos en todos los planos cósmicos, un hastío en el plano intelectual y un verdadero callejón sin salida para nuestros deseos frustrados, un verdadero “Fin del Mundo”
Marcan estos días las características:
-Los DOCE DIAS sagrados prefiguran los DOCE MESES del próximo año.
-Durante las DOCE noches correspondientes, los muertos vienen en procesión a visitar a sus familiares (Aparición de Caballo, el animal funerario por excelencia en la última noche del año, presencia de las divinidades Ctónico-funerarias: HOLDA, PERCHTA el WILDE HEER de nuestra Confesión) Durante esas doce noches a menudo es visita se produce dentro del Ceremonial de las antiguas sociedades religiosas secretas que existían en la sociedad germánica.
-Entonces es cuando los fuegos se apagan y se vuelven a encender.
-Es el momento de las iniciaciones a nivel religiosos, cuyos elementos necesarios están constituidos por la extinción y renovación del fuego.
Cada uno de estos temas míticos-rituales señala el marcado carácter excepcional de estos doce días que preceden el Año Nuevo y al día mismo de Año Nuevo, aunque la función consistente en dicha abolición de la creación no esté específicamente declarada.
¿Cómo la invasión de las almas de los muertos podría ser otra cosa que el signo de la SUSPENSIÓN DEL TIEMPO profano y la realización de un instante temporal donde coexisten el pasado y el presente? Los últimos días del año transcurrido pueden ser identificados con el CAOS anterior a la CREACION, por dicha invasión de nuestros antepasados muertos, que anulan y destruyen temporalmente la ley del tiempo.
La extinción ritual de los fuegos se inscriben en la tendencia de poner término a las formas existentes ya gastadas y agotados nuestros impulsos vitales por el paso del tiempo, para dar nacimiento a una nueva, nacida de una nueva creación. En fin, la coincidencia de las iniciaciones-en las que el hecho de encender” fuegos nuevos” desempeña un papel particularmente importante-, con las proximidades de “Año Nuevo”, se explica tanto por la presencia de los mitos (estando las sociedades secretas y de iniciación al mismo tiempo representadas por nuestros antepasados junto a nosotros, que somos los miembros actuales de las mismas)
Como por la estructura misma de todas estas ceremonias, que siempre suponen una “muerte” y una “resurrección”,” un nuevo nacimiento”; un hombre nuevo. No podríamos encontrar para nuestros ceremoniales de iniciación a nuestra Confesión un marco más apropiado que la festividad de Yule y sus doce noches mágicas en las que el año fenecido va desapareciendo para dar lugar a otro, dirigiéndonos a otra era, es decir a la época en que, para la reactualización de la creación el mundo comienza efectivamente.
Hola quisiera hablar un poco sobre el significado de Yule, la principal fiesta Odinista-Asatru de todos los tiempos, y que ahora debemos recuperar plenamente de sus contaminaciones cristianas (pocas, pero alguna se ha pegado después de 2000 años). Es el momento en que nosotros nos sentimos con necesidad de renovación y cambio, sentimos necesidad de abandonar malos hábitos, cambiar a un trabajo mejor, iniciar nuevos estudios y en fin, sentir que tenemos “otra oportunidad” que nuestros Dioses nos otorgan, que nuestras malas acciones y nuestras omisiones ya no cuentan para nada ni nadie y han sido borradas del registro social y natural.
El tesoro, la luz de Yule, encontrada o recuperada en el fondo del Inframundo, es como el oro de las hadas, que puede fundirse como nieve al sol al volver a la Tierra. La luz del solsticio debe agarrarse firmemente y sin vacilaciones; ella nos convierte en vigías, mientras corremos a la superficie antes de que se desvanezca la magia. Tomemos un tiempo para recuperar fuerzas, para agarrar bien fuerte, para apresar nuestro tesoro, para impregnar en él cada pedazo de nuestro ser. En el camino de vuelta pasaremos la feroz prueba de la primavera, en la que deberemos cruzar el nimbo neblinoso de los pudiera ser, para llegar a tierra firme, a los simplemente es, al mágico “Está Hecho”.
Nos sentimos vivos otra vez y volvemos a conectar con nuestra niñez y juventud, aquella época de bonitos sueños en que todo estaba a nuestro alcance ahí afuera, al alcance de cada uno de nosotros, los objetivos que nunca alcanzamos porque nos perdimos en el laberinto de la vida, vuelven a retornar como accesibles otra vez, a través de nuestra alma purificada y conectada con las ilusiones de nuestra niñez.
En el inicio de Jól, se encendía el fuego, el cual se mantenía encendido durante los 12 días siguientes, y en donde se brindaba diariamente como símbolo de honor hacia las acciones efectuadas en esos meses.
ELEMENTOS QUE COMPONEN YULE
EL ARBOL
El árbol es fundamental en Yule, significa el renacimiento; si uno tiene la suerte de poder replantar su árbol de Yule, descubrirá en la primavera que han surgido de sus ramas, de su tronco, tiernas yemas de un verde claro; al año siguiente éstas se habrán endurecido, sin diferenciarse de sus predecesoras, para que nuevas yemas puedan brotar con la nueva primavera. Es el secreto del árbol, pero muchos otros se entrelazan en sus ramas como preciosas guirnaldas. Yo no sabía por entonces que me encontraba ante un descendiente del viejo Yggdrasil, el Fresno de la existencia.
Yggdrasil, el árbol sagrado de la mitología Nórdica (pero no exclusivo de la misma), es en realidad la plasmación, en una única y poética imagen, de un orden universal.
El gran fresno está habitado en su cima por una gran águila, por su tronco corre la ardilla Ratatosk, y bajo sus ramas cuatro potros mordisquean sus yemas, tres son sus raíces principales; una se extiende hacia el reino de los dioses ases, y allí se encuentra la fuente de Urdr, donde nadan los padres de la raza de los cisnes, y con cuyas puras aguas riegan las Nornas el árbol. Las Nornas que deciden el destino de todas las criaturas, y que en realidad son muchas más que tres, descendiendo en algunos casos de elfos, incluso de enanos. También los Dioses son regidos por ellas, nada escapa a su esencia, de la es su ser: El tiempo.
Otra raíz se extiende hacia el reino de los Gigantes, y allí se encuentra la fuente de Mímir, en la que se halla la sabiduría, y en la que el mismo Odín dejó en prenda su ojo para tomar de ella. La tercera se extiende hacia el reino del frío y las tinieblas, roída por incontables serpientes (según versiones dragones) entre las que se encuentra Nidhurg.
Heinrich Niedner, en su libro, Mitos Nórdicos (1915), anota acerca de Yggdrasil una reflexión muy cercana a la meditación;
“Sus raíces son roídas por las serpientes y unos potros muerden sus ramas, pero sin embargo el árbol inmortal se mantiene en pie y florece de año en año (…) hunde profundamente sus raíces en el reino de Hela o de la Muerte; su tronco alcanza las alturas del cielo, y extiende sus ramas sobre todo el universo.(…) Sus ramas, con sus florecimientos, y sus caídas de hojas – acontecimientos, sufrimientos, acciones, catástrofes-, se extienden a través de todos los países y de todos los tiempos. ¿Acaso cada una de sus hojas no es una biografía, cada una de sus fibras un acto o palabra? (…) Pero el árbol no es todo el símbolo; está ligado con las grandes aguas, con la transparente fuente (…) y a los ríos turbulentos que circulan en las entrañas de la tierra. Mientras que la calma firmeza del árbol y el ruido monótono del viento a través de sus hojas invitan al espíritu a reposar, la incesante actividad de las diferentes especies de animales que se alimentan de sus ramas nos recuerda la Naturaleza, que jamás reposa y jamás se fatiga. El árbol suspira y muge bajo su peso; los animales se mueven en él y a su alrededor (…) cada especie tiene su sitio y su destino (…) y mientras todas están activamente ocupadas, las gotas de rocío caen para refrescar la tierra y el corazón del hombre. (…) Hay varios que lo vigilan y lo cuidan; unos seres más elevados lo protegen (…) todo lo que posee vida (…) tiene su morada en este árbol y su trabajo para realizar.”
La imagen de Yggdrasil articula una cosmovisión en la que nada queda excluido, un orden perfecto en el que cada elemento tiene una función propia, coordinada con el resto, en el que los aspectos positivos y negativos se equilibran. Enlaza el cielo desde sus alturas insondables, con la profundidad más oscura; lo que está por venir con lo que fue primero, y enlaza las diferentes especies de la naturaleza; animales, espíritus y dioses. Enlaza también este macrocosmos con el microcosmos de un solo humano, representando el mundo interno del humano, los arquetipos que pueblan su psique.
Este recorrido que realizamos al contemplar el gran árbol, cuyo espíritu encarna también el árbol de Yule; esta toma de conciencia de que hay un lugar adecuado para cada elemento, en el que cumple una función necesaria; este viaje o flujo de comunicación, de lo elevado a lo profundo, de lo interior a lo exterior, de lo común a lo propio, de lo viejo a lo nuevo, y a la inversa, es un ejercicio que, de uno u otro modo se ha practicado comúnmente entre los ocultistas. Lo vemos de un modo más cercano en la práctica del enraizamiento (grownding); pero también podríamos observar su esencia, bajo unos signos muy diferentes, en la llamada Cruz Cabalística de la práctica ceremonial. Yggdrasil es un símbolo del orden que se mantiene por el equilibrio, una poderosa imagen para aprender a centrarnos, a profundizar y a crecer, para interactuar de un modo sano, útil, y sabio, con nuestro entorno. Es un lugar sagrado en nuestras almas al que nos podemos acoger, y encontrar todo cuanto nos es necesario para seguir adelante.
Prestar atención a este antiguo símbolo puede ser un buen momento para empezar a ver los árboles de otro modo, en especial para todos aquellos paganos/as que no han encontrado aún la manera de “conectar” con ellos.
Bajo las ramas del Gran Árbol, viejo como el Mundo, en las noches cercanas a Yule se llevan a cabo batallas rituales, en las que los hombres adoptan el rol de fuerzas naturales, para estimular y asegurar el cambio estacional. De estas batallas nocturnas, derivan a buen seguro las escenificaciones rituales en las que el Dios del Año Claro asesina a su hermano, Dios del Año Oscuro; pero aún anterior a éstas, encontramos la costumbre de los Benandanti (s. XVI-XVII), de los que habla Carlo Ginzburg, según la cual, estos Benandanti se desdoblaban para llevar a cabo una lucha con las malvadas stregoni (brujas), para asegurar las cosechas, en fechas señaladas (y coincidentes con los grandes momentos del ciclo anual celebrados en el paganismo actual). Del mismo modo, del año 1961, en Livonia, datan las actas de un juicio a un hombre lobo, Thies. Describiendo un proceso similar, el viejo Thies aseguraba que tres veces por año, en las fechas de Santa Lucia (cercana al solsticio de Invierno), San Juan (cercano al solsticio de Verano) y Pentecostés (Primavera), los hombres-lobo descendían a los infiernos para recuperar el grano robado por los brujos y llevado por éstos al Diablo, para impedir que se perdieran las cosechas. Si bien puede sorprendernos que en ambos casos brujas y brujos sean calificados de maléficos; podemos deducir que el éste nombre asignaba simplemente un rol, mientras que los Benandanti y los hombres lobo (seres con las mismas o muy similares características desdoblamiento, metamorfosis, capacidad de desplazarse en el astral) encarnarían el rol opuesto. Tras cincuenta años de presión Inquisitorial los Benandanti, que en principio se describían como cristianos, acabaron definiéndose a sí mismos como brujos. Mircea Elíade vio en ellos la continuación de las posibles batallas rituales que describíamos al principio. En mi opinión, el hecho de que tanto el hombre lobo Thies, como los Benandanti se definieran como cristianos y aliados de Dios en contra de las brujas y el Diablo, responde a la voluntad de identificar sus acciones como benéficas para la comunidad, según el canon ético de la época que vivieron, aun cuando las raíces de sus poderes y roles se remontaran a una época tan ajena y lejana a los mismos que creaba confusión incluso entre sus contemporáneos. Una época lejana, en la que los de un lado y los de otro hubieran sido dos equipos enzarzados en un mismo juego, en lugar de dos tradiciones opuestas.
El tronco de Yule.
Tenemos que conseguir un leño, que sea preferiblemente de roble, o en su caso de olivo o manzano y que simboliza a nuestro árbol cósmico: Yggdrasil. Se decora con velas, un simbolismo de luz/Sol durante 12 días, se les hacen ofrendas a los Dioses y se realizan libaciones frente a él con aceite, sal y vino.
Al doceavo día, el árbol se quema y las cenizas son esparcidas en el campo o en dos linderas de las casas para regenerar la tierra y tener suerte, prosperidad y abundancia en el próximo año. Se dice que las cenizas del Tronco de Yule protegen la casa del mal y proporcionan suerte y abundancia, pero para ello debe arder, al menos, durante doce horas ininterrumpidas; lo cual no es difícil, puesto que el tronco suele prepararse con ofrendas y libaciones de vino que hacen que su combustión sea más lenta.
Debe prenderse con trozos del tronco de Yule del año anterior, que guardamos durante todo el año, de la misma manera deberemos guardar unos trocitos para prender al tronco del año siguiente.
Como decoración se elegía un tronco grande, se pueden tallar soles, figuras masculinas y otros símbolos mágicos en su superficie, y se decoraba con hojas.
QUEMA DE LA ESVÁSTICA CIRCULAR
Nuestros antepasados encendían grandes fuegos en la noche de Yule. Bailaban a su alrededor toda la noche para llamar al amanecer, girando y girando para invocar al cambio, tanto en el aspecto interno como en el externo. Y la perfecta quietud de las imágenes de Yule (las velas y adornos luminosos en la oscuridad de la noche) nos recuerda que, justo cuando las cosas parecen haber perdido esperanza y apagarse, el ciclo cambia y la luz retorna.
MUÉRDAGO
El muérdago, cuyas bolas blancas fueron reverenciadas en el pasado como el semen del dios, se puede colgar encima de la puerta para efectuar la costumbre tradicional de besarse debajo, seguramente nuestros antepasados hacían algo más que besarse bajo este símbolo sagrado de fertilidad…
EL CIERVO DE YULE
Además de celebrar el regreso del sol, en esta época del año se rendía culto a los dioses Thor y Freyr. Freyr ser un dios de la fertilidad y Thor, en este caso en su faceta de Dios de la fertilidad, además de la que tiene de deidad atmosférica, ellos dos tenían una gran influencia sobre el nacimiento y el crecimiento de una nueva vida en el próximo año .
(Julbock en sueco, finlandés, Joulupukki, Julebukk noruego) es uno de los más antiguos símbolos escandinavos de Yule. Su origen reside en la leyenda en la que Thor montaba en el cielo sobre un carro tirado por dos machos cabríos. Una vieja costumbre era que los jóvenes se vistiesen con pieles de cabra y fueran de casa en casa y cantaran por lo que eran obsequiados con comida y bebida. La cabra de Yule en un principio era la que portaba los regalos de Yule. Este personaje fue reemplazado más tarde por Jultomten » (Santa Claus).
En la antigüedad se sacrificaban cabras en honor a Thor, pero con la llegada del cristianismo hubo que representar este papel simbólico, para poder seguir practicando el culto de una manera oculta.
Estrechamente relacionado a estas creencias es la costumbre de disfrazar escandinava del ciervo de Yule – la cabeza de una cabra en un palo, transportada de casa en casa por un hombre joven bajo una capa peluda que entra de todas maneras de cosas salvajes. Sus visitas podrían significar suerte buena o mala; pero en muchas comunidades, se le da la bienvenida con cantos y bailes. Sin embargo, el ciervo de Yule era más una figura aterradora que una divertida; un cuento danés cuenta sobre una muchacha que se atrevió a bailar con él solo en el granero a medianoche, después de lo cual vino a la vida y la batió contra las vigas hasta que ella estuviera completamente muerta (Simpson, Scandinavian Folktales, pp. 80-81). En Noruega y Suecia, así como siendo un guiser, el ciervo de Yule también se ve como un fantasma sobrenatural, sin huesos ni sangre, con pelo lo suficientemente largo para esconder sus piernas; en días más tempranos, se escondía bajo la cocina y tenía que ser dado cerveza de Yule, chasquidos, y gachas para impedir que destruya todo dentro. En Søndmøre, se llama «ciervo Howe» y se piensa que mora en el túmulo del entierro; en Suecia, súbitas enfermedades en tiempo de Yule se culpan a este ciervo (Fejlberg, Jul). También se dice a veces que el «ciervo del nuevo año» tomará a quienquiera que no tenga ropa nueva en este momento. El ciervo de Yule posiblemente pueda relacionarse a las cabras de Thor (y nosotros recordaremos eso en Alemania, a veces se dice que «Santa Claus» maneja un carro arrastrado por dos cabras), o puede incluir ese mismo poder salvaje de muerte y buena cosecha que nosotros vemos en la Caza Salvaje. Una representación de Yule en Øland tiene dos personas, «padre» e «hijo» junto con un «ciervo» y canta líneas alternas en las que ellos negocian por la vida del ciervo y sus cuernos. El «ciervo» es «matado» al final del tercer verso, cayéndose y quedando como muerto. Ellos extendían una capa roja y una capa blanca entonces encima del ciervo; el último verso dice cómo se levanta, agita su barba y salta alrededor, y el guiser que actúa de ciervo hace como se describe. Otra versión tiene una capa roja puesta en la cabra antes de la matanza; luego una capa azul (porque él era gris), luego una capa blanca (porque él era un cadáver), luego la capa de oro, porque Yule estaba cercano; y antes de que él pudiera saltar lejos, él se levantaba y agitaba su barba Fejlberg, Jul, II, pp. 231-32). Esto está sospechosamente cerca de la mítica descripción de las cabras de Þórr que pueden matarse y comerse, y después revividas por el balanceo del Martillo del dios.
Se ven cabras hechas de paja, pequeñas y grandes, por el lugar en Dinamarca y Suecia en tiempo de Yule. Una decoración de Yule común en esos países es una pequeña corona de paja con cabras de paja pequeñas que cuelgan de él. Estas criaturas – sobre todo las más grandes cuyas barbas se hacen de cabezas de cebada o trigo – sugiere el mismo lazo con la muerte y buena cosecha. La propia cabra es una bestia bastante misteriosa, y, como las cabras de Thor nos muestran, es tan capaz como un caballo o un jabalí de viajar entre los mundos.
Aunque el Último Haz era un hábito de cosecha, los haces especiales también se ponían en tiempo de Yule «para los pájaros» – a veces en las cimas de árboles frutales. Ésta era la costumbre en Noruega, Suabia, y las partes más al sur de Alemania (Fejlberg, Jul, I, 143). Desde que el Último Haz tiene una conexión especial con las hordas de los muertos, como hace la práctica de regalos colgantes en árboles, puede ser bien que éstos significaron «manojos de Yule» primero como regalos a los Dioses, Diosas y fantasmas que podrían venir a tomarlos en la forma de pájaros (¿sobre todo cornejas o cuervos?).
Yule es por lejos la más importante, más santa, y el más cargado de poderío de todas las fiestas de altura de nuestros antepasados. Durante las trece noches de Yule, todos los mundos se encontraban en el Midgard: Los Dioses, Diosas y los muertos caminan libremente, Los trolls y elfos entran en las casas de los humanos, y aquellas personas que estaban cercanas al Otro Mundo puede dejar sus egos humanos totalmente para hacerse los jinetes de la Caza Salvaje o oskorei (cabalgata por Ásgarð), hombres lobo, o encarnaciones de varios fantasmas que vagan por la tierra en la corriente de Yule. Pero Yule también es el tiempo del más grande festejo y alegría, porque es en Yule que el clan entero, vivos y muertos, se reúnen como uno, seguros en el conocimiento de que así como el Sol sube todos los años de su más grande oscuridad, habrá alguna vez así también renacimiento para nosotros. No es por casualidad que Yule ha conservado la mayoría de las costumbres Paganas que cualquier otra fiesta: La promesa del leño de Yule y el árbol siempre verde también estaba de pie como la promesa que nuestras costumbres deben vivir a través del oscuro y largo invierno y la luz alzarse otra vez.
La tradicional festividad de Yule está compuesta de trece noches,-llamadas Weihnachten, o noches consagradas-, en Alemania. Estas trece noches son el camino que tenemos por recorrer entre un año y otro, la frontera donde los mundos se solapan. Todo lo que sucede entre el primer ocaso y el último amanecer de Yule es más poderoso que en cualquier otro momento del año: éstas son las noches cuando el Wyrd puede cumplirse, cuando el destino es fijado.
Entre los anglosajones, en tiempos tempranos, Yule empezaba en la noche antes del solsticio (es decir, entre el 19 y 20 de diciembre – variando de año en año) que Beda llama la «Noche Madre”. El nombre sugiere que esta noche se diera particularmente a las Dísir y especialmente a Freyja; hoy nosotros pensamos en esa como una noche para estar juntos íntimamente con la familia en la casa y nuestros antepasados. Esta noche se rige por la casa madre que simboliza todos los espíritus femeninos que velan por sus parientes.
Pero la noche más poderosa de Yule es el propio solsticio, la noche más larga del año cuando todos los fantasmas que vagan en la oscuridad son más libres y el poder humano en esta tierra es más débil. La propia palabra «Yule» es antigua, su significado es nublado; podría saltar de raíces que significan «rueda»; «tiempo de alegría»; «cambio de año», «tiempo de sacrificio», o quizás «tiempo ciego (oscuro)» (de Vries, Wörterbuch, pág. 292; Ásgeirr Blondal Magnússon, Órðsifjabók, pág. 433). Ésta es la noche en la que el leño de Yule debe quemarse y la vigilancia mantenerse; ésta es la noche en la que los juramentos más sagrados son pronunciados. ¡No es bueno estar solo en esta noche, porque entonces la única gente cerca de uno serían trolls y muertos – compañeros arriesgados por lo mejor!
El tiempo de Yule acaba en la «Duodécima Noche» (realmente Þrettándi, «decimotercera noche» en Noruego antiguo), para nosotros, es la víspera del 1 de enero (contando del 19 de diciembre). Como el primer día del nuevo año, éste se es un día de ørlög, y lo que se hace y se dice este día fijará el año por venir. Ningún symbel es más poderoso que el llevado a cabo en medianoche en la «Duodécima Noche»; Las palabras pronunciadas en él tienen la inspiración de los Dioses y serán todas sabias, los elfos y las Disir estarán a nuestro lado así como nuestros antepasados, la palabra será entonces divina, ella nos liberará.
De las fuentes Nórdicas antiguas nosotros sabemos que Yule fue el tiempo de realizar los juramentos en la copa sagrada (bragarfull) y el jabalí sagrado (sonargöltr), como hablado de en la cita al principio y descrita en más detalle en Hervarar saga de Heiðreks, donde el jabalí de Yule se menciona sobre todo como un animal totémico de Freyr. Todos los juramentos son sagrados pero éstos de la noche de Yule son los más sagrados de todos.
Los brindis mencionados en el Symbel también eran parte de la celebración Noruega tradicional; la saga de Orkneyinga describe la bebida del minni (brindis de memoria). Yule era un tiempo en que las cosas extrañas pasaban a menudo, y era la fiesta más grande del año. Era un tiempo en que la paz tenía que ser defendida: ambas frases jólafriðr (Yule-Frith) y jólagrið (Yule-Griths) deben ser usadas y empleadas a fondo en estos días.
El poder del tiempo de Yule se muestra en el hecho que los Dioses se denominan jóln (seres de Yule) en el «Háleygjatál» de skáldaspillr de Eyvindr. Vale la pena mencionar a Christopher Arnold, escrito en 1674, que menciona «ni espíritus buenos ni malos, que están particularmente en el aire alrededor del tiempo del nacimiento de Cristo, y se llaman «Juhlafolker», es decir, gente de Yule, un nombre que lleva un parecido sospechoso al Jóln del Noruego antiguo. En él se describe cómo hacer un sacrificio tomando pedazos de sus comidas en los días sagrados y alzándolos en lo alto, los ponen entonces en un pedazo de corteza de abedul y hacen una pequeña nave con vela y timón en los que ellos también vierten salsa y un poco de grasa. Ellos cuelgan navíos semejantes en un árbol detrás de la casa, para que el las hordas de Yule pululando por ahí tengan algo que comer (Meisen, Sagen der wütenden Heer und wilden Jäger, pág. 134). Éste puede haber sido bien un préstamo de las costumbre Nórdicas en la que la nave tocó gran parte como la señal del viaje de un mundo al próximo; aunque las fuentes antiguas no mencionan navíos como vasijas sacrificatorias (excepto en el contexto del entierro), esto parece totalmente siguiendo las creencias generales de nuestros antepasados.
De todos los Dioses y Diosas, Odín tiene más que ver con el tiempo de Yule; de hecho, uno de sus nombres es Jólnir. En Halfdanar þáttr svarta (Flateyjarbók, saga de Óláfs Tryggvasonar), Óðinn aparece en la forma de un finlandés viejo al Rey Hálfdan a una fiesta de Yule y causa que toda la comida desaparezca. Hálfdan lo tortura hasta que el hijo del rey Haraldr (Haraldr inn hárfagri más tarde) primero le pide a su padre que permita al hombre viejo ir, entonces lo libra él. Haraldr se marcha con él hasta que ellos lleguen al lugar donde un banquete se está llevando a cabo, y resulta que es donde la comida desaparecida ha ido; se profetiza entonces para Haraldr que él se hará el solo gobernante de Noruega, lo que hace a su tiempo. Se menciona entonces que Óðinn fue venerado sobre todo por gente Pagana en tiempo de Yule.
A lo largo del invierno, pero principalmente durante las doce noches de Yule, Odín aparece como el líder de la Caza Salvaje. El conductor de las múltiples formas de «las hordas de Odín» baja a Suiza a través de Suecia; aunque varias figuras históricas o gente de leyendas locales (por ejemplo, el alemán Dietrich af Bern, el Rey danés Valdemar y Christian II; y el Francis Drake inglés, entre otros) también se nombran en estas leyendas, las derivaciones de la raíz woð son las más comunes; parece probable que éste sea uno de los aspectos más antiguos del dios, si no el muy más antiguo. «Odín» aparece en Suecia y Dinamarca, pero no en Noruega, donde las hordas son lideradas por Guro Rysserova (Guðrún de la saga de los Völsungos) y su marido Sigurðr – quién, a pesar del hecho que él se llama «Sigurd Svein» (Joven Sigurðr) y todas las variantes de la historia describen su muerte temprana, se describe espantosamente en leyendas de la Caza Salvajes noruegas como viejo, y decrépito al punto de ceguedad, para que cuando él pueda ver, sus ojos necesitan ser abiertos con un gancho. Este hombre viejo con dificultades para ver no tiene nada en común con Sigurðr Sigmundsson, pero tiene un parecido temeroso al piadoso patrocinador de Sigurðr, el viejo Óðinn que también pasa por los nombres Bileygr (Débil mirada), Herblindi (Anfitrión ciego), Tvíblindi (Doble ciego), y Helblindi (Muerte ciego), llevando a una sospecha muy fuerte que la tradición de la gente noruega podría haber reemplazado el nombre del dios con el nombre del héroe.
Del lado humano de la Caza Salvaje se habló que la compañía incluía los actuales muertos. En la Crónica de Strassburger de 1516, se describe cómo una mujer vio a su marido cuya cabeza había sido partida en dos en la guerra, entre las hordas; El poema de Hans Sachs «Das wutend heer der kleinen dieb» (1539) describe a la horda odínica en repugnante detalle, incluyendo los cuervos que baten para picar los ojos de los muertos, hasta al final «allí vino detrás todavía uno que había sido colgado el mismo día aun teniendo sus ojos y me vio”. La cantidad de gente que no está en un estado lleno de wod con la horda puede ser peligrosa: el Zimmerische Chronik dice cómo un hombre atrapó un fantasma y se puso enfermo, mientras otro contestó la caza con el mismo resultado. En Pomerania y Westfalia, la Caza persigue a los viajeros a la muerte. M. Landstad cita una historia de Telemark del Aasgardsreid que dejan a un hombre colgando muerto donde estaba borracho de cerveza de Yule. «Él se vistió como un Nummedaler y de tenía botones colores plateados en su chaleco. El Aasgardsreid lo había tomado en Nummedal y lo había llevado a lo largo, y habían cabalgado tan duro que probablemente él habría estallado» (folkeminnelags de Norsk skrifter13, pág. 20). El motivo de la persona viviente que es recogida por la horda y es llevada a otra parte es particularmente común en Alemania y Noruega. Una forma curiosa de este tema que es único de Noruega tenía personas que sufren una clase de separación involuntaria de sus cuerpos como los que quedan como muertos mientras sus almas viajan con el oskorei, cuando Landstad describe: «Ella se cayó de espaldas y yació la noche entera como si ella estuviera muerta. Era de ningún provecho agitarla, porque el Asgardsreid había huido con ella». La mujer despierta para decir entonces cómo ella había montado con la horda «hasta que el fuego brotara bajo los cascos de los caballo» (pág. 15). En Pomerania, las puertas estaban cerradas contra el Cazador para mantener alejado a los niños de ser llevados; en Bohuslän (Suecia), fue dicho que «Odín vuela alto en el aire y toma a las criaturas y niños con él». En Dinamarca, nosotros vemos dos creencias contrarias: casas a lo largo de las que se construyeron «el camino del Rey de Valdemar» tenían que dejar sus puertas abiertas para que la Caza tuviera pasaje libre, pero también se creía que deben cerrarse las puertas, porque la visita de «Odín» traería mala suerte. De Vries es de la opinión que la creencia original era que se pensaba que el paso de las hordas Odínicas traían bendición, y que sólo después de la cristianización se vio como una horda de demonios («Wodan und die wilde Jagd», pág. 50). Se dejaban para la caza salvaje presentes de comida y bebida.
Aun siendo algo terrorífico, las hordas Odínicas también trajeron abundancia a los campos: se decía del jolasveinar noruego que tan alto como ellos podían saltar sobre la tierra, el grano crecería a esa altura. El hechizo del Último haz del norte de Alemania también confirma eso: «Wode, da forraje ahora a tu caballo. Ahora cardo y espina – el próximo año mejor grano»… De Vries comenta que «su (Odín) relación al tiempo de Yule en el que él venía a la Tierra con sus hordas de Einherjar, llevaba los pensamientos al retorno de los muertos a sus antiguos hogares… Ellos repartían suerte y bendición, pero sobre todo una cosecha bendita… Las hordas de los muertos, que rugía sobre los campos y prados en este momento particular, debe pisar adelante en semejante conexión mística: su líder Wodan también tenía un cierto poderío sobre el éxito de la cosecha» («Wodan und die Wilde Jagd», pág. 51). Esto era verdad en cuanto las hordas fantasmales y los hombres odínicos-salvajes- cabalgaban en sus máscaras sobre sus campos.
Así como Wodan, la Caza también tenía un líder femenino – Perchte/Berchte o Holda que, como hablado bajo «Frija», puede ser bien una supervivencia alemana de aspectos de Frigga del que se olvidó en los cuentos noruegos. En procesiones de la Alta (Del sur) Alemania, los enmascarados se llamaban «Perchten», y había «Perchten» feos y bonitos – en el pasado enmascarados como animales y monstruos, los últimos decorados con trajes fantásticos. Los bonitos dieron a menudo regalos, mientras los feos corrían y saltaban furiosamente. Como con el jolsveinar noruego, mientras más alto el Perchten podría brincar y más ferozmente gritaran y corrieran, más bendición traerían a los lugares donde ellos fueran (de Vries, Religionsgeschichte, I, pág. 451). En una veta más ligera, podrían permitirse los muchachos jóvenes de una parentela enmascarar como pretendientes de Yule e ir a la gente adulta con alguna señal de bendición – quizás tallos secos de grano – qué ellos darían a cambio por dinero y caramelos, como las chicas brujas de la Pascua hacen en la fiesta de Ostara.
Las hordas Odínicas no son la única hueste de espíritus que vagan en tiempo de Yule. Todo tipo de muertos y no-muertos están fuera de casa. En la saga de Grettir, Glámr se encuentra con el fantasma que lo mata y le provoca, a su vez, volverse un espantoso draugr; las apariciones fantasmales en la saga de Eyrbyggja también tienen lugar durante el tiempo de Yule. Trolls son bastante comunes en este momento, sobre todo en Islandia, pero generalmente a lo largo de Escandinavia; hay, de hecho, varias historias sobre bandas de trolls que irrumpen en las casas de personas para sostener sus propias fiestas y conducir a los propietarios de la casa humanos fuera. En Hrólfs saga kraka, una mujer elfo viene al Rey Helgi en Yule, y él se queda con su hija quién, al tiempo, provoca la muerte de Hrólfr. Los elfos de los túmulos son especialmente activos en este momento, y se ven viajando a menudo en bandas de casa en casa; aquéllos que miran bien las colinas y piedras donde ellos viven pueden verles festejando y bailar en Yule.
Los cristianos estaban mucho tiempo guardándose de las hordas Odínicas y otros espíritus que paseaban en tiempo de Yule; Fejlberg describe cómo los noruegos ponían cruces sobre todas las puertas de sus casas y graneros, y lanzaban acero en todas las fuentes y pozos (Jul, I, pp. 141-42); cómo las cruces de paja, rowan, y otros materiales eran comunes, y los cuchillos se ponían con el filo hacia arriba en los alféizares y marcos de las puertas (II, pp. 64, 69). Los islandeses, sin embargo, mantuvieron una costumbre que era probablemente más cercana a la original: el «convidar a los elfos a casa» (bjóða álfum heima). El ama de casa barrería por todas partes, en cada esquina, entonces encendía todas las luces de la casa, dónde alguna vez había sombra. Ella salía entonces y se paseaba alrededor de la morada, algunos dicen tres veces, y decía «Vengan, aquéllos que desean venir; quédense, aquéllos que desean quedarse; y váyanse, aquéllos que desean irse, inofensivos para mí y los míos (Komi þeir sem koma vilja, veri þeir sem vera vilja, og fari þeir, sem fara vilja, mér og mínum að meinalausu)» (Árni Björnsson, Jól á Íslandi, pp. 138-39). 38-39). Esta es la forma de costumbre recomendada para los Asatru. Para aquéllos que están con problemas por trolls o fantasmas provocadores de enfermedades, rowan y la señal del Martillo de Thor son las protecciones más buenas contra tales fantasmas.
Muchos de los muertos eran, de hecho, muy bienvenidos a la fiesta de Yule: es particularmente importante dar a los fantasmas del hogar (tomtes, nisses, kobolds, o cualquier cosa como quieras llamarlos) su comida, cerveza, y quizás el tabaco en este momento. Pero sobre todo, se creía que los muertos regresaban a visitar a su familia y sus viejas casas, y para ver que todos se estén haciendo debidamente; y el gran problema era que se viera que todo era de su satisfacción. En muchas casas en Noruega, las camas quedaban para los fantasmas, mientras la familia viviente dormía en la paja de Yule en el suelo; en Bornholm, era importante dejar la comida toda la noche en la mesa de Yule (Fejlberg, Jul, II, pág. 9). No sólo era los muertos convidados la casa, sino la gente salió para pagar su culto a los muertos; la práctica de hacer ofrendas a o en altares continúa en Suecia en este siglo.
Los árboles frutales son especialmente importantes en tiempo de Yule. En el Libro de Vida Rural de antiguas costumbres inglesas, Roy Christian dice cómo, en Carhampton y otros pueblos Rurales del oeste en la antigua Duodécima Noche (Ene. 17), «los lugareños formaban una círculo rodeando el manzano más grande en un huerto seleccionado. Se cuelgan pedazos de tostada empapados en sidra en las ramas para los petirrojos que representan los «buenos espíritus» del árbol. El consagrador principal profiere un conjuro y se disparan descargas de tiros a través de las ramas para asustar a los malos espíritus. Entonces el árbol se brinda en sidra y se insta en canciones a traer mucha fruta adelante» (pág. 133). En Dinamarca, la gente salía y sacudían todos los árboles frutales, entonces ataban bandas de paja o coronas alrededor de sus troncos: así ellos aseguraban una buena cosecha frutal en el próximo verano (Nordisk Bondereligion, pág. 39). Los suecos esparcían las migas y sobrantes de las comidas de Yule alrededor de sus árboles frutales (Fejlberg, Jul, yo, pág. 201). Cuando pensamos en el significado de la manzana y en general, de fruta ésta es pequeña maravilla: porque el árbol frutal era especialmente el signo de la vida a través de la muerte, la manzana la encarnación de la esperanza de renacimiento y la semilla que lleva el alma del clan. El árbol frutal se trató así como un miembro de honor de la familia – como el mismo linaje de Bairn – a este el más sagrado de todos los momentos. Aquéllos que no tienen fruta real – o árboles de nueces para ofrendar deben colgar manzanas en su árbol de Yule y ofrendarle de la misma manera.
Una cerveza especial, muy fuerte, se preparaba durante el tiempo de Yule – algunas cervecerías europeas pequeñas todavía la hacen; la cerveza más fuerte en el mundo es «Sanniklaus», de 13.5% que sólo se prepara en Yule. La preparación de la cerveza que se bebe en Yule debe hacerse lo más tarde posible – ciertamente después de Winternights – aunque las cervezas fuertes tienden a necesitar más tiempo en la botella que las más ligeras. La cerveza que realmente se prepara en tiempo de Yule está llena de fuerza mágica, y puede usarse a lo largo del año siempre que el poderío especial de la estación de Yule de formar el Wyrd se necesite.
El decorar la casa con verdor – ése es decir, ramas de hoja perenne – es muy tradicional. La superstición de que es de mala suerte traer verdor en la casa antes del 21 de diciembre probablemente proviene del hecho que este día era uno para la celebración de los Paganos, y por consiguiente sólo Paganos decoraban sus casas en preparación para ésta (como opuesto a los cristianos cuya fiesta era cuidadosamente fijada cuatro días después). Las perennes, por supuesto, muestran vida que sigue incluso en la parte más oscura del año cuando todos los otros árboles están desnudos. Puede pensarse que también trayendo sus ramas en la casa actúan como una invitación a los elfos, Disir, y otras fantasmas amables; el acebo se ha pensado en tiempos modernos para ser sobre todo cercano a los elfos de los túmulos. Junto con la manzana, el tejo es el más grande de los árboles de Yule, pero sus ramas no deben traerse dentro si tienes niños o animales domésticos, porque su corteza, bayas, y agujas son todas muy venenosas. También se supone que las toxinas del tejo pueden ser soltadas al aire por el calor que hace pensar que tener muchas ramas de tejo en un cuarto cerrado y acalorado no puede ser una buena idea. Sin embargo, en Las Fiestas inglesas, Whistler cita la descripción de 1798 de Coleridge de una familia alemana que trajo una gran rama de tejo en la casa en la que ellos pusieron velas ardientes y regalos bajo (pág. 29). El muérdago se ajusta a la estación entera, como el paso de la gente tan fácilmente entre los mundos; pero recuerda, igualmente, que sus bayas son muy venenosas.
El árbol de Yule es una costumbre de Alemania del sur (proviniendo de casi ciertamente de raíces Paganas), qué sólo alcanzó Escandinavia en el último siglo; Edred Thorsson sugiere que este árbol estuviera originalmente igual que el linaje vivo de Bairn que era cortado y traído dentro cuando fue inseguro colgar regalos para los elfos e Disir en un árbol en público. La descripción antigua de los regalos de Lappish a la «gente de Yule» presta fuerza a esta teoría: el árbol era el centro de la fiesta sagrada, el significado de hacer ofrendas a los Dioses, Diosas y fantasmas así como él siendo un fantasma poderoso a quien se daban ofrendas. En Asatru moderno, así como el ver al árbol de Yule como el árbol familiar, mucha gente también lo ve como la encarnación del árbol del Mundo, por lo que a veces se corona con un águila y tiene un wyrm o dragón cubriendo la base.
Sobre todo cosas dignas para esperar en el árbol de Yule son manzanas, nueces, y cintas de arándanos agrios; las imágenes pequeñas de cisnes, caballos, cerdos, y otras bestias sagradas; y, como hablado anteriormente, pequeños navíos. Galletas o panes pequeños en las formas de animales también son muy adecuados para colgar como regalos a los seres sagrados. No era hace tiempo que era de costumbre sujetar velas a las ramas de abetos. Esto todavía se hace a veces en Alemania, pero es tan peligroso, sobre todo al tratar con un árbol cortado dentro de la casa que la práctica no se recomienda: la cables de luces eléctricas sirven bastante bien al propósito. La práctica de poner los regalos familiares bajo un árbol de Yule dentro de casa también se remonta a las menciones más antiguas de la costumbre del árbol.
En Escandinavia, el centro de las festividades de Yule (sobre todo antes que el árbol alemán se adoptara) era la corona de Yule; muchas familias tienen coronas de candelabros de hierro forjado como herencias familiares, y éstos también se tejen con ramas de hoja perenne. El anillo de la corona se puede haber pensado de como mostrar el anillo del año, y quizás, con las velas que arden sobre su círculo, la rueda del Sol. Así como la corona de hierro, también se hicieron coronas de ramas del pino y/o paja tejida. Ésta es una costumbre que los Asatru han tomado: al principio de la estación de Yule, nosotros hacemos a menudo coronas con ramas de hoja perenne, manzanas, nueces, y otros signos de abundancia y buena suerte en los que los deseos y bendiciones escritas en runas en tiras delgadas de papel puede entrelazarse. Estas coronas se queman entonces a Duodécima Noche. Whistler menciona que mientras el árbol de Yule era alemán, la «rama de Yule», una gran esfera colgante o media esfera de perenne con un anillo de manzanas balanceándose en el aire en él, era característicamente inglés (pp. 44-47).
YULE LOG o Tronco de Yule
Ingredientes:
Ingredientes
Para el
4 huevos enteros.
2 yemas.
80 gramos de azúcar.
Ralladura de medio limón.
80 gramos de harina.
Para el relleno:
400 gramos de chocolate para fundir.
250 gramos de mantequilla o manteca.
150 gramos de azúcar.
1 cucharada de ron blanco.
8 guindas.
Elaboración
Batir las yemas con el azúcar y el limón hasta que esté cremoso. Añadir la harina. Batir las claras al punto de nieve y mezclar todo con cuidado. Poner sobre la bandeja del horno papel de aluminio y esparcir la masa dándole forma rectangular, cocer al orno durante 15 minutos a 200ºC.
Retirar el papel de aluminio y enrollar la plantilla de bizcocho con la ayuda de un paño y dejar enfríar. Fundir el chocolate al baño maría y reservar. Batir la mantequilla o manteca con el azúcar, añadir el ron y mezclar con el chocolate. Desenrollar el bizcocho, cubrir con la crema de chocolate y reservar un poco para decorar el pastel. Volver a enrollar el bizcocho, cubrir con el chocolate. Hacer unos adornos con el tenedor y colocar las guindas adornándolo. Introducir en el frigorífico hasta el momento de servir
Comunidad Odinista de España-Asatru