Auroras Boreales, el aliento de Odín.

LATITUD 61° 8′ 27.74″ N y LONGITUD 45° 30′ 31.26″ O

Según los vikingos, las auroras boreales eran el ‘aliento’ de Odín, dios de la sabiduría, la guerra y la muerte y que indicaban a los valerosos guerreros el camino al Valhalla. Para los inuit, aquellas formas de color verde que surcaban los cielos eran grandes serpientes en busca de alguna estrella. Realmente las auroras boreales poco tienen de mitología y mucho de efecto solar.

Este fenómeno se produce cuando una expulsión de masa solar, lanzada desde 150 millones de kilómetros de distancia impacta contra la atmósfera magnética terrestre. Cuando esta masa solar choca contra la esfera protectora de la Tierra estas radiaciones o vientos solares van desplazándose a lo largo de dicha esfera. La energía almacenada se dispara repentinamente en forma de radiaciones electromagnéticas conformando el efecto visual que podemos ver.

Las partículas de masa solar expulsada por el sol viajan a una velocidad cercana a los 1.000 km/h. Poco a poco, las partículas van impactando en la Tierra de diversas formas y colores según el punto del planeta en el que te encuentres. Durante la noche en la que estuve en Qassiarsuk, la aurora boreal formaba un arco aislado muy alargado que iba extendiéndose en el horizonte, en dirección este-oeste. El alto nivel de oxígeno que hay en esta zona es responsable de los dos colores primarios que pueden divisarse en las auroras, el verde y el amarillo.

Cuando se acerca la medianoche, el arco comenzó a brillar aún más y a formar un extraño vals de ondas y rizos de color verde fosforescente. De repente el cielo comenzó a llenarse de rayos de luz que vibraban y se movían de forma uniforme en el horizonte, sobre el fiordo de Qaoqqut. Su actividad duró poco más de media hora, en el que el único sonido que podía oír era el de la voz deLisa Gerrard y Pieter Burke interpretando el tema The Circulation of Shadows,a través de los cascos que llevaba.

Odín guía a los dioses y a los hombres

Cuando se aproximó la llegada del alba, toda aquella actividad apabullante pareció calmarse y tan sólo algunas pequeñas zonas del cielo aparecieron de color verde brillante hasta que llegó la mañana. En plena oscuridad, en aquella soledad, en aquel paraje perdido en el que lo único que podía sentir era el viento ártico enviado por Aunra, la diosa del viento polar, golpeando mi rostro, únicamente podía divisar la más absoluta oscuridad coronada por un brillante halo verde que bordeaba las altas paredes de los fiordos del sur de Groenlandia.

Cuentan las crónicas vikingas, que en el final de los tiempos Odín guiaría a los dioses y a los hombres bajo un manto de auroras boreales contra las fuerzas del caos en la batalla por el fin del mundo, mientras que para los dioses inuitlas auroras boreales eran el llanto de Saranik, la diosa del sol cuyas lágrimas eran esparcidas por Sila, divinidad del aire, a la que se considera la esencia de la vida, la deidad que sustenta el mundo y lo mantiene en su lucha contraNuna, la divinidad de la Tierra y la diosa encargada de proteger a todo aquello que vivía bajo su escudo protector.

Ya tuvieran razón los vikingos con sus creencias por Odín y el Valhalla o los inuit y sus creencias por las diosas Saranik, Sila o Nuna, lo cierto es que para mi, en aquella noche iluminada no me cabía la menor duda de que aquel efecto de color verde bien podía ser el aliento de Odín señalando el camino al Valhalla…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Traducir »