La Noche de las Madres—Dísablót— y la fiesta de Jule
Uno de los problemas con que los odinistas nos encontramos ante Yule es su asimilación con la Navidad cristiana. Aunque la fiesta sea totalmente pagana, el cristianismo al usurparla la dotó de su peculiar concepción judeocristiana. Fundamentalmente por dos motivos:
-Primero: para extirpar en la medida de lo posible su contenido pagano
-Segundo: para dotarla de un contenido propio y así que tuviera un sentido dentro de su cosmovisión general como festividad cristiana.
Como consecuencia de ello, y sobre todo después del concilio vaticano I y II, la navidad se publicita como una festividad que resume todo en contenido de la cristiandad: fraternidad universal y sobre todo mucha paz y amor, haciendo de estos días el sumun de la hipocresía cristiana, donde la masa popular trata de ser “buena y solidaria” estos días, se realizan maratones televisivos para ayuda de necesitados, campañas de beneficencia, etc, etc…Es decir la limosna y la caridad proyectadas a su máximo exponente.
Para el Odinismo esto es inadmisible, porque somos conscientes que debe prevalecer la justicia, y no la caridad, debemos seguir las Nueve Noble Virtudes todo el año, no solamente unos días. Por lo tanto hemos de tener precaución de caer en la sensiblería ñoña de considerar estas fiestas como unos días especiales donde la paz y el amor reinan en el mundo: sabemos que el mundo es injusto por naturaleza, que la desigualdad es algo natural y que la paz se consigue desde la guerra y el combate diario, y el amor no se mendiga sino que se otorga con dedicación y generosidad. Centrémonos en lo que significaba Yule para nuestros antepasados; aunque todos lo sepamos nunca está demás recordarlo, Yule es para los hombres y mujeres orgullosos de ser lo que son, un momento de recordar a nuestras madres ancestrales, a meditar sobre el tiempo cíclico al que estamos sometidos y a cargar baterías para cuando regrese de nuevo el Sol y la vida vuelva a explotar en primavera.
Las tradiciones célticas se confunden con las tradiciones paganas germánicas, donde el año comenzaba el 25 de diciembre con una fiesta que se llamaba la Noche de las Madres. Sin duda, esta fiesta estaba relacionada con diversos aspectos de la gran diosa Madre, en épocas anteriores al patriarcado que se evidencia en el mito de Odín.
La noche de las Madres coincidía con una vieja celebración llamada Yule del viejo inglés Jul o Jol que significa “rueda”, aparentemente por una relación con la esfera solar. Esta fiesta ha sido celebrada desde la antigüedad marcando el solsticio de invierno con numerosas manifestaciones concernientes a la abundancia. En las primeras civilizaciones humanas la importancia de Yule era obvia. Como las noches se ponían más oscuras y largas, y los días más fríos y cortos, era importante que el Sol se sintiera atraído nuevamente por la Tierra. La festividad era importante porque los mantenía en sintonía con el ciclo de las estaciones, y lo festejaban como el inicio de un Año nuevo, reuniéndose con sus amigos y familiares para honrar a los Dioses y las Diosas con alegría y agradecimiento.
La rueda gira, se marca la pausa del período que muere para dar lugar a un nuevo ciclo, y el dios solar Balder renace de la Diosa Frigg. El dios representaba el Sol que vuelve después de la época más oscura del año y renace en la noche más larga para traer otra vez la fertilidad y el calor a la tierra. La festividad de luces de colores en las casas y de los árboles de Navidad es una versión moderna de la costumbre pagana de encender velas y fuegos como actos mágicos para atraer y reavivar de nuevo al Sol menguante. Hoy en día aún sigue siendo una costumbre en Irlanda y Noruega para tener luces encendidas por toda la casa en la noche de Navidad, no sólo para atraer de nuevo el sol, sino también para honrar a la Diosa virgen que le da nacimiento. Yule es el más celebrado de todas las festividades paganas del año porque sus costumbres y tradiciones han profundamente invadido las culturas populares, las corrientes religiosas y la cultura casi todos los pueblos del mundo que, de alguna manera, han festejado el regreso del Sol desde su punto más débil. El antropólogo inglés Wallis Budge afirmaba que Navidad fue celebrada por primera vez como una fiesta religiosa hace 12.000 años.
Yule y la Navidad cristiana
Anterior al Cristianismo y extranjera a las religiones monoteístas la festividad de Yule es la fiesta mayor de la tradición nórdica. Cuando el solsticio de invierno terminaba y el sol del nuevo día asomaba marcaba el comienzo de un año nuevo y era el tiempo pensar en las nuevas posibilidades para conseguir las cosas que en el año viejo no se habían alcanzado. De Yule nacen nuestras modernas costumbres de navidad, año nuevo y la epifanía de los reyes. Con el advenimiento del cristianismo esta festividad, imposible de erradicar porque estar profundamente anclada en las costumbres populares, fue transformada y adecuada a la nueva creencia. La mayoría de los símbolos asociados a la fiesta moderna de Noel derivan de las celebraciones paganas de Yule: el árbol de Noel, las coronas de muérdago o de acebo, las luces… Pero la celebración de Yule en el solsticio de invierno es anterior a la Navidad Cristiana que se adaptó a las creencias paganas dominantes.