Los practicantes del Odinismo-Ásatrú tenemos una visión total del mundo de acuerdo con nuestros principios, nuestra cosmogonía abarca todos los aspectos de la vida, por supuesto el espiritual, pero en el mismo plano que el físico, tanto es así que es imposible gozar de una adecuada espiritualidad si nuestro desarrollo físico es deficiente. Si las fábricas y oficinas nos han robado nuestros pensamientos, las ciudades han exiliado nuestro cuerpo de la Naturaleza. Estamos separados de ella. Vivimos fuera de ella. Y eso no solo nos hace estar estresados por su falta de contacto, sino que nos enferma, pues nosotros somos Naturaleza y una vez roto ese cordón umbilical decaeremos tarde o temprano.
Vivimos en una época de abundancia y comodidad, donde la supervivencia y el esfuerzo brillan por su ausencia, donde la tecnología nos facilita todo, sin necesidad de incomodidades. Pero aun que los tiempos han cambiado nuestro cuerpo no, sigue siendo el mismo que la edad media o la prehistoria, con sus mismas necesidades, problemas y virtudes.
Nuestro cuerpo se forjó en la adversidad. Cada día era una nueva batalla por la supervivencia. En nuestra lucha constante contra los elementos aprendimos a crear capas de protección. Nos cubríamos con pieles y nos refugiábamos donde podíamos. Usábamos el fuego para cocinar y protegernos del frío.
En esa clase de ámbito buscar la comodidad y el placer es una buena estrategia. Es un mecanismo de recompensa de nuestro cerebro para favorecer la supervivencia y reproducción en un entorno natural.
El placer de la comida era por ejemplo la recompensa al esfuerzo requerido para conseguirla. El entorno moderno ha roto este vínculo ancestral. Ahora podemos obtener placer sin sacrificio, y el resultado es un profundo desequilibrio.
Las tecnologías que desarrollamos y las mismas herramientas que nos dan más control sobre la naturaleza nos hacen perder el control sobre nuestro propio cuerpo. Ahora estar cómodos más que beneficios nos da problemas para la salud.
La búsqueda constante de la comodidad y el placer influye directamente en las principales causas de mortalidad. Por primera vez en nuestra historia mucha más gente muere por comer demasiado que por no comer suficiente, y muchas más muertes se deben al sedentarismo que al agotamiento físico. La comida industrial es hoy más destructiva que el armamento militar, y las sillas son más letales que los peores criminales.
Nuestra biología no está adaptada a vivir en un estado constante de abundancia y comodidad. Requiere ciertos desafíos para prosperar.
No se trata de estar incómodos, sino de aumentar nuestra tolerancia a las pequeñas adversidades de la vida, evitando que la tecnología atrofie nuestra anatomía. La forma de lograrlo es a través de la hormesis
La hormesis puede definirse como «el proceso por el cual la exposición a una dosis baja de un agente químico o bien un factor ambiental, que es dañino a dosis altas, induce una respuesta adaptativa y/o un efecto benéfico en la célula o el organismo» El concepto de hormesis se refiere a que una pequeña dosis de un estrés aparentemente negativo puede elevar nuestra tolerancia a él, haciéndonos más fuertes. El concepto de hormesis se refiere a las adaptaciones beneficiosas que han tenido que realizar los seres vivos para sobrevivir a las situaciones lesivas que han soportado y tienen que soportar, debidas a los cambios que sufre constantemente el medio ambiente que les rodea.
La hormesis es el conjunto de adaptaciones favorables que los seres vivos han soportado para sobrevivir a las situaciones dañinas a lo largo del tiempo y de alguna manera, nos han ayudado a evolucionar y adaptarnos.
El fenómeno de la hormesis ha sido crucial para comprender la evolución de las especies. Ha resultado ser una forma efectiva de medir la capacidad plástica de un organismo vivo, en cuanto a su capacidad de recuperación. Esto incluye: la reparación celular, la resistencia a enfermedades, al envejecimiento y a la longevidad. Todo lo anterior, enfocado a sobrevivir en los entornos difíciles. Digamos que la incomodidad nos ha hecho evolucionar. Los límites de la respuesta hormética están determinados por la capacidad de adaptación, o la llamada “plasticidad”, acordes a cada especie. El veneno lo hace la dosis.
Otra manera de poder entender y conocer de lo que trata el fenómeno de la hormesis sería entenderlo como un fenómeno biológico, por el que se obtienen efectos positivos mediante un factor estresante. Por supuesto, este factor estresante tiene un efecto positivo en dosis bajas. Si se aplica o sufre en gran medida, provocaría consecuencias perjudiciales en nuestro organismo. Esto significa que su aplicación en cuanto al ejercicio físico que ejerzamos deberá consistir en “salir de nuestra zona de confort” pero no agotarnos siempre y constantemente.
Al margen de haber sido un fenómeno crucial para la evolución de las especies, también se puede ver como una forma de medir la capacidad plástica de un organismo vivo delante de la recuperación y el rendimiento, incluyendo la reparación celular, resistencia a enfermedades, proliferación celular, envejecimiento y longevidad, que son esenciales para la supervivencia en entornos difíciles. Los límites de la hormesis están determinados por la “plasticidad” o capacidad de adaptación de cada especie y ser vivo.
Mientras que nuestros antepasados tuvieron que enfrentarse a situaciones de peligro mono-metabólicos como hambre, frío, sed o calor… la población moderna se encuentra sometida a riesgos metabólicos múltiples que forman un conflicto entre órganos, sistemas y adaptación de nuestros genes que desemboca a las enfermedades típicamente occidentales por una teoría llamada “hipótesis del desajuste”. La situación de peligro monometabólica de nuestros antepasados creaba un hipermetabolismo, mientras que la situación de conflicto de nuestro sistema metabólico nos ha llevado a un hipometabolismo.
Nuestro genoma se formó y se adaptó muy bien delante de unas situaciones de hambre, sed, infecciones, frío, calor, ejercicio…de forma intermitente mientras que en los últimos 150 años, las personas son “servidas”, comidas calientes, bebidas, antibióticos y refugio. Esta vida de confort es causal en el desarrollo del comportamiento sedentario. Un estilo de vida sedentario se puede considerar como una enfermedad en sí misma.
La inactividad física es seriamente perjudicial para la salud; existe un riesgo elevado de contraer enfermedades cardiovasculares cuando se cae en estos hábitos sedentarios. El movimiento nos da vida, mientras que el sedentarismo nos debilita. Al mismo tiempo la obesidad, la diabetes o los altos niveles de colesterol, pueden ocasionar dolencias asociadas con el sedentarismo.
La creación de un preacondicionamiento a situaciones básicas como el ayuno, el frío, calor, la hipoxia, etc. dará como resultado una respuesta beneficiosa en pos de una mayor resistencia orgánica y flexibilidad metabólica que nos preparan para los desafíos de la vida moderna con mayor grado de salud y menor riesgo de contraer enfermedades.
Ejemplos de estresores horméticos:
• Ayuno intermitente.
• Exposición al sol.
• Ejercicio intenso. Exposición al frío.
• Sauna o exposición al calor. Donar sangre.
• Exposición a suciedad natural.
Por otro lado, existen estímulos naturales, de menor intensidad, que nos benefician por vías distintas a la hormésis.
• Movimiento a baja intensidad (caminar).
• Ritmos circadianos (reconectar con los ciclos naturales de luz y oscuridad).