El principal Dios de la Magia es el Señor de la Oscuridad, en el Norte, la figura que ocupa esta posición principal, el Dios principal del mago, es Odín, el Padre-de-Todo. Él es el Señor del Valhalla, el Dios de los colgados, Bolverkr[1], Señor de la Asgardreid y Drighten[2] de la Oscuridad. Él es un Dios complejo y multifacético, que debería convenirnos bien ya que los Iniciados deben ser personas complejas y multifacéticas.
Pero Odín, considerado el dios supremo, no lo es en realidad. No ordena nada, no necesitar ejercer el poder coercitivo. Es el primero de los dioses por su inteligencia y su sabiduría, pero está sujeto a las normas que Tyr se compromete a hacer cumplir, a unas leyes cósmicas de justicia que se basan en el honor y la fidelidad, en el camino del guerrero espiritual que busca el fin más justo.
Bajo la atribución de Odín, el dios aprende de Freyja la magia seidr, proveniente de los vanes. Esta magia basada en la manipulación de los objetos, y el conocimiento de las hierbas, y los rituales, está relacionada con el otro mundo, y es la que permite despertar a los muertos para obtener la sabiduría oculta o averiguar el porvenir. Así mismo, inspirado por la sabiduría que le transmite la diosa de la magia, Odín, para alcanzar el conocimiento, se cuelga del fresno Yggdrasil, sacrificando su vida durante nueve días y nueve noches. Así obtiene los secretos de la magia Galdr, que se alcanza a través de las “palabras de poder” o canciones de poder. Para articularlas crea las runas, la forma de transcribirlas y a la vez, aunando sus conocimientos de ambos tipos de magia, poder discernir el futuro para aconsejar el camino correcto a tomar. Estas palabras de poder, transcritas en las runas, tienen diversas atribuciones tanto de protección como de invocación, pero además conforman el llamado camino del guerrero espiritual.
Esta dualidad de Odín, por un lado con Tyr en el mando supremo del panteón, y por otro con Freyja, en cuanto a poder y sabiduría, es una de las claves básicas que tenemos que tener en cuenta para entender la mitología germana y sobre todo el papel de Odín en ella.
La otra faceta del dios, la más temible, aparece bajo el nombre de Wotan, nombre que significa “furor”. Bajo ella es el señor de los Berseker, los guerreros dominados por la furia de la batalla, a la que acuden desnudos, solo cubiertos con pieles de oso o de lobo. En ella muestran una furia asesina que no se detiene ante nada ni ante nadie, y con la cual son capaces de sentirse invulnerables al dolor y a las heridas. Estos guerreros, salvajes e imprevisibles, son practicantes de la magia Galdr y es al utilizar las palabras de poder, las runas, combinadas con un brebaje especial, cuando caen es ese estado de frenesí asesino. Este grupo de adoradores de Odín, son los que en los pueblos germanos orientales, del otro lado del Rin, han dado lugar al mito del hombre lobo, que luego ha degenerado en el que hoy conocemos.
Odín posee muchos de los atributos que pertenecen al Señor de la Oscuridad. Él se independiza del orden cósmico original representado por el gigante Ymir, asesinándolo y usándolo como material de construcción para una nueva creación, formada para adecuarse a Él y Sus compañeros Dioses: los nueve mundos que cuelgan del árbol-del-mundo Yggdrasil, especialmente el mundo de Midgard y el recinto de los Dioses, Ásgard.
También es descrito como Regalando la consciencia a la humanidad. Conforme a la mitología el hombre y mujer originales eran llamados Askr y Embla:
Fresno y Olmo.
En otras palabras, eran árboles. El simbolismo de esto debería ser obvio, ya que la complejidad de los nueve mundos en la mitología Nórdica es en sí misma representada como un árbol, Yggdrasil. Esto implica que la especie humana es un microcosmos de esa estructura cósmica mayor y es – como los Dioses – capaz de viajar dentro de todos los mundos y tomar parte de sus energías únicas.
Odín da a la humanidad una compleja mente/almas (tres), la capacidad para el éxtasis Divino y la inspiración espiritual, y – más importante – un sentido del Yo. Hace a los seres humanos únicos, individuos Auto-conscientes, cada uno con una voluntad propia, incluso como Él en Sí Mismo lo es.
Ni es Odín un Dios confortable. Él viaja a través de los mundos, a menudo con aspecto de vagabundo, un viejo que desafía a aquellos que Él encuentra, algunas veces como un siniestro bromista, algunas veces seriamente mortal. Pone a prueba a aquellos que toman Su Nombre para sí mismos y les da oportunidades para el heroísmo, que a menudo equivale a un gran malestar y tribulación.
Será evidente que un Iniciado que honra a Odín y busca emularle, desarrollando la consciencia tiene que haber dado su más elevado e inspirado potencial.
Él no ofrece oraciones a Odín o implora favores, porque tales desagradarían a este Dios que favorece a las almas heroicas. Un Iniciado reconocerá a Odín en la palabra y el acto y buscará emularle. La más profunda adoración que puede ser ofrecida a Odín es portar tu propia lanza y a grandes zancadas dentro de los mundos forjar tu propio sendero como Él ha hecho.
La mayoría de tribus Nórdicas trazaban la ascendencia de sus jefes hasta Odín. El Padre-de-Todo era literalmente el ancestro de sangre de la gente del Norte. No es un Dios en el que elijamos “creer” entre otros dioses. Él no requiere creencia; Él está en cada pulso de nuestra sangre a través de nuestro cuerpo, una parte tangible de nuestra herencia genética. La prueba de Su presencia es nuestra propia consciencia, Regalada por Él. La existencia de la consciencia es la expresión directa del Dios de la consciencia, que no es una mera metáfora. Esto crea un vínculo muy particular entre Odín y el Iniciado de los Misterios Germánicos, un vínculo que va más allá de la mera creencia; es el vínculo del parentesco.
A diferencia del Principio de la Oscuridad en muchas mitologías, Odín no es una representación del Diablo. Él es el Padre-de-Todo, el jefe de los Æsir. Él gobierna en Valhalla, no es un rebelde contra el orden, Él lo ha creado. Y aun así en muchas formas, Él es más reservado y subversivo que cualquiera de los otros Dioses que le siguen. Frecuentemente viaja disfrazado y deliberadamente confunde a los mortales y Dioses por igual. No le asusta mentir o engañar con el fin de lograr sus metas. Odín juega un gran juego y cuando los otros Dioses están más preocupados en preservar lo que tienen, Odín entiende que el Ragnarök es inevitable. Lo encarará heroicamente, pero hace sus planes secretos para la reestructuración del mundo posterior. Como el Dios de la consciencia, Odín entiende el principio de manifestación y aplica sus energías para usarlo en lugar de luchar contra él. Odín mueve las piezas en su juego más allá de los límites de la visión de otros. Ni le asusta romper las normas del juego cuando la necesidad lo requiere.
El rol de la figura Diabólica en la mitología Nórdica es jugado por Loki, una figura compleja cuyo propósito es introducir un elemento caótico dentro del mundo de los Dioses, creando así el potencial para la transformación. Es el maestro de la transformación y se disfraza, asumiendo muchas formas diferentes. Como un caballo, Él engendró a Sleipnir, el corcel de ocho patas de Odín. Él también es el padre de Fenrir, el lobo del Ragnarök, y de Hel, la Diosa del reino de los muertos que lleva Su nombre. La influencia de Loki causa conflictos y problemas para los Dioses, pero su astucia gana también a menudo el día para los Æsir.
Sólo después de que provoque la muerte de Baldur es finalmente encadenado y los eventos que conducen al Ragnarök son puestos en movimiento. Edred Thorsson hace una buena defensa de Loki diciendo que es realmente una manifestación del propio Yo-Sombra de Odín, en lugar de una entidad totalmente independiente. Loki es una manifestación del Entendimiento de Odín de la necesidad del cambio y la transformación. Es un catalizador, y a menudo cruel, barriendo lo viejo para hacer espacio para lo nuevo. Odín es consciente de que el Ragnarök es tanto necesario como inevitable y Loki es la herramienta que Él usa para asegurar que se despliegue de acuerdo a su designio.
Esto no significa que Loki esté bajo el directo control de Odín. Eso es totalmente falso. Odín y Loki están frecuentemente enfrentados, como mínimo. Pero Loki es no obstante una proyección de la Voluntad de Odín, una realización de lo que es necesario. Cada uno de nosotros tenemos un Loki dentro de nosotros – nuestro propio Yo-Sombra – que necesita ser desencadenado a veces. Cuando el sendero de nuestras Voluntades esté puesto y sepamos lo que tenemos que hacer, cuando estemos actuando con nuestra consciencia Odínica, ahí es cuando Loki se colará también. Él actuará sobre la misma corriente de voluntad, pero introducirá elementos y creará sucesos que sean tangenciales e imprevistos.
Es digno de atención que tanto Odín como Loki son cambiadores-de-forma, cambiando sus formas durante el curso de sus mitos con el fin de lograr sus metas. Odín es el Dios de la consciencia; el Dios de la transformación; el Dios de la vida, la muerte y la vida más allá de la muerte; el Dios de la magia; el ganador de las runas; el formador de los mundos (internos y externos), que sostiene el valknutr[3], el medio para atar y desatar esos mundos.
[1] ‘Hacedor de balas’, Trabajador malvado o Hacedor malvado
[2] Rey, príncipe, gobernante supremo, señor
[3] El valknut (del nórdico antiguo valr, ‘guerrero difunto’ y knut, ‘nudo’ o val, muerto y knut, nudo), llamado también nudo de la muerte, es un símbolo compuesto por tres triángulos entrelazados que aparecen en varios objetos y grabados de la cultura nórdica.