Una reflexión sobre quienes asocian el odinismo con los vikingos. Es un estereotipo que se ha impuesto desde fuera (como el término pagano cuando se produce la Cristianización de Europa fue impuesto desde fuera) debido a que, aunque nuestra religión se remonta a las creencias nativas europeas de la Prehistoria, es en la Era Vikinga de donde proceden la mayoría de las fuentes y los países nórdicos fueron el último reducto de la vieja religión germana. Así mismo, el hecho de que las Eddas, principal fuente histórica de nuestra fe, estén escritas en nórdico antiguo y de que, por lo tanto, se usen muchos términos en esa lengua (del mismo modo que el cristianismo usa términos en latín o en griego) o de que se denomine a los dioses con los nombres nórdicos por esa cuestión, hace que desde fuera se asocie el odinismo con los vikingos. El problema viene cuando el estereotipo es asumido por los propios odinistas y se autodenominan a sí mismos vikingos. A ellos especialmente les animaría a que se hicieran ciertas preguntas:
¿Vives en el siglo IX? ¿Tienes un drakar y saqueas monasterios los veranos? ¿Eres escandinavo? Si la respuesta a todas estas preguntas es no, lo siento mucho pero no eres vikingo, por mucho que te guste el Viking Metal o la serie Vikings.
¿Qué era un vikingo?
Supongo que esta es la primera pregunta que hay que responder para dejar claro por qué un odinista de hoy no es un vikingo. La palabra vikingo se refiere a un pirata o asaltante escandinavo que realizaba expediciones de saqueo en el siglo entre el siglo VIII y el siglo XI, en lo que se denomina la Era Vikinga. Hay que decir que durante este periodo las fuentes cristianas se refieren a estos asaltantes como normandos (hombres del norte) o con otros nombres, pero el término vikingos se empezó a usar durante el Romanticismo del siglo XIX, así como la imagen estereotipada de gente sucia, bárbara, con cascos con cuernos…
Esto quiere decir que no todos los escandinavos eran vikingos y que es un término empleado desde la perspectiva cristiana, no desde la de estos pueblos nórdicos, cargado de connotaciones negativas, pues se presenta a los vikingos como una suerte de demonios paganos que saqueaban y masacraban a pacíficos monjes… en una época en la que las costumbres de la Europa cristiana eran tanto o más salvajes que las de los nórdicos
Lo que realmente somos
Si se asocia el odinismo a los vikingos es fundamentalmente porque en Escandinavia es donde más tiempo perduró la vieja religión europea (sólo los lituanos, que aguantaron hasta el siglo XIV, y los saami, hasta el siglo XVIII, resistieron más) y también donde la cristianización fue mucho más superficial y el folclore conserva mejor la tradición anterior. Así mismo, fue en Islandia donde por primera vez el Asatrú moderno fue reconocido por un Estado soberano, en 1973. La lengua nórdica es la lengua de las sagas y de las Eddas y en definitiva los países nórdicos son el último reducto de la vieja fe de los pueblos germanos, que hunde sus raíces en el tronco común europeo. Algo similar ocurre con los celtas e Irlanda, aunque hubo pueblos celtas desde el Danubio hasta la Península Ibérica, se tiende a asociar lo celta con Irlanda y con la lengua gaélica por motivos similares.
Pero debemos entender, para empezar, que existe una religión europea común desde hace 40.000 años. Los pueblos del sur de Europa recibieron la contaminación oriental más que los del norte, por eso la religión griega o romana tiene mucha más similitud con religiones del Próximo Oriente, a las que se fue pareciendo por su carácter estatal y por existir una casta sacerdotal. En el centro y norte de Europa, la contaminación fue menor. Por otro lado, el odinismo es una expresión de esa religión europea, la de los pueblos germanos como los sajones, los godos, los francos, los suevos, los vándalos, los jutos, los queruscos… que se expandieron por todo el continente. Si usamos los nombres nórdicos para referirnos a los dioses es por comodidad, pero no debemos perder de vista ese tronco ancestral común.
Veamos por ejemplo el nombre de Odín. El origen de la divinidad que honramos como el Padre de Todo es Woþanaz, dios protogermánico que representa la furia guerrera. El verbo germánico woudden significa “furia” o “encolerizarse”. De Woþanaz deriva Woþan y de ahí Wotan, que es el nombre que le dieron los germanos continentales a este dios. En Escandinavia evolucionó de Woþan a Woðan y de ahí a Oðan, Oðinn. Castellanizado, Odín. Usamos el nombre Odín por ser el referente más moderno, del mismo que un cristiano usa el nombre Dios y no el latino Deus o usa el nombre Cristo y no el griego Χριστός, Mesías y no Māšîaḥ en hebreo, etcétera.
¿Por qué eres odinista sino eres escandinavo?
En definitiva un español de hoy no tiene herencia vikinga, como tampoco la tiene un francés (salvo que sea normando) o un italiano. La recurrente pregunta que a veces nos hacen de ¿por qué eres odinista sino eres escandinavo? Es fruto del desconocimiento que se tiene sobre lo que es el odinismo. En lugar de hacernos los vikingos, lo que hay que hacer es analizar las cosas y tener en cuenta varias cosas para responder a esa pregunta.
En primer lugar que el Odinismo hunde sus raíces en la vieja religión europea y que las diferencias entre germanos y celtas, en muchas ocasiones eran simplemente lingüísticas o del nombre que griegos y romanos les dieron a estos pueblos. En segundo lugar, desde la protohistoria, tenemos presencia germánica en la Península Ibérica. Hubo tribus que emigraron desde más allá del Rin y se establecieron en Iberia, asimilando luego las costumbres celtas o ibéricas, por ejemplo los oretanos.
Por otro lado, nuestra herencia celta e ibérica pervivió en el campo frente a la Romanización, que era eminentemente urbana. Cuando cayó el Imperio, el campo volvió a ser el modo de vida más común, por lo que aunque latinizados y cristianizados, nuestros ancestros mantuvieron sus costumbres anteriores. La llegada de pueblos germánicos como suevos y vándalos y el asentamiento de estos en el ámbito rural fundamentalmente se fundieron con los celtíberos. Con el establecimiento de los visigodos, en las ciudades acabaría asentándose el cristianismo, pero en el campo se mantuvieron las viejas costumbres.
Esto quiere decir que los españoles de hoy tenemos una herencia germana que es visible en el folclore, en nombres como Carlos, Fernando, Alfonso, Gonzalo, Blanca, Matilde, Rodrigo… en los apellidos terminados en –ez o en –iz, típicos de Castilla, o en –es o –is, típicos en Cataluña, Portugal o Galicia, que son de origen visigodo y significan “hijo de”. Somos suevos, vándalos, visigodos, celtas, iberos, latinos… y por lo tanto nativos europeos. No tenemos que tener ningún tipo de complejo ni querer ser vikingos para ser odinistas porque sencillamente, en nuestra herencia, podemos encontrar esas raíces.
En todos lados cuecen habas, como se suele decir, y los odinistas no íbamos a ser menos. Hay gente que llega al odinismo después de un profundo proceso de reflexión, de búsqueda espiritual. Pero hay gente que llega por moda, porque le gusta la mitología o porque le gusta algún grupo de música con letras de vikingos y entonces va de vikingo por la vida. Por supuesto no profundiza más, sencillamente se queda con el estereotipo vikingo y con la idea preconcebida que la gente tiene de lo que es un vikingo. En ocasiones ese poserismo se limita a la forma de vestir o a brindar por Odín en un bar heavy cuando lleva un par de cervezas… pero en ocasiones se adentra en la religión.
Los grupos de viking metal, o los de folk metal cuya temática tiene que ver con la Era Vikinga, pueden ser una puerta de entrada para que una persona sienta por así decirlo la llamada del norte, es decir, sienta curiosidad y profundice más. Los caminos para llegar al odinismo pueden ser muy variados y normalmente los vikingos son lo más atractivo, la punta del iceberg que hace que algunos bucen hasta el fondo del asunto. Una persona puede llegar al odinismo porque le gusta la mitología nórdica, porque le gusta el viking metal, porque le gustan los videojuegos como el Age of Mythology o el Skyrim, porque descubre la serie Vikings, porque siente curiosidad por las runas, porque le gusta el arte… cualquiera de esas cosas puede ser la chispa que haya investigar más. Como en cualquier ámbito de la vida, habrá gente que profundice más y gente que se quede en la superficie, en ser los más vikingos de su pueblo hasta que se le pase la moda.
Esto pasa en todas las religiones, por lo que no debemos enervarnos por ello. Pondré el ejemplo de la religión cristiana, por ser muy conocido. Existen cristianos sinceros, que van los domingos a misa, cumplen los Diez Mandamientos, celebran las fiestas, ayunan en Cuaresma, hacen penitencia en Semana Santa… pero son una minoría. La mayoría han nacido en una cultura cristiana, hacen la primera comunión y no vuelven a ir a una iglesia salvo para bodas, bautizos y comuniones, viven más o menos de acuerdo a los valores cristianos e incluso llevan la medallita con la virgen de su pueblo que le regaló su abuela. Rezan cuando tienen un examen y en Semana Santa a lo mejor incluso son cofrades. Celebran las fiestas más importantes como la Navidad pero realmente saben poco sobre el cristianismo.
En nuestro campo ocurre lo mismo. Hay gente que se ve atraída por la cultura nórdica, celta… lo cual ya es un paso, porque es la llamada de sus raíces, lleva un Mjöllnir, un trisquel, o cualquier otro símbolo, le gusta la mitología, le gusta el folclore… y quizás celebre alguna fiesta importante pero no profundiza más en el plano espiritual. En muchas ocasiones hay gente que siente una llamada más profunda y que si da con las personas adecuadas comienza a investigar más y sigue un camino espiritual ancestral. Hay personas a las que sencillamente no les llama la atención o no sienten esa inquietud, pero estudian este tipo de cosas porque les gusta el tema. Otros, la mayoría, se quedaran en esa superficie de ser los más vikingos de su grupo de amigos y no profundizarán más.
Los que somos odinistas, los que tenemos nuestro camino claro después de años, debemos orientar a aquellos interesados que nos pidan ayuda, pero no debemos tratar de atraer a todo vikingo que veamos para que “el Odinismo crezca” (como suelen decir muchos). Esta actitud es una rémora del proselitismo cristiano, de querer evangelizar a todo el mundo, que debemos evitar a toda costa. Cada uno ha de ser libre para seguir su propio camino y quien esté interesado en nuestra senda espiritual, con independencia del camino que le haya llevado a llegar a ella, acabará profundizando en ella y solicitando ayuda si la necesita. Aquellos que se quieran quedar en la superficie, igualmente es su decisión y sería un tremendo error ir como testigos de Jehová a “convencerlos” de que sigan algo que el corazón no les pide seguir.