Cuando a lo largo del día recordamos a Odín o a Thor o Freyja y tratamos de averiguar su naturaleza, nuestro conocimiento- el cerebro- no consigue ubicar de una manera científica su existencia. Hay varios modelos en los que nos basamos para aproximarnos a ellos:
- -Su rastro en nuestros propios antepasados
- -Los arquetipos que subyacen nuestro inconsciente colectivo
- -Un poder que nos trasciende a través de la vida y muerte.
Aún así nunca podremos entender por medio de la razón totalmente qué son los dioses. Eso no quiere decir, por supuesto, que no debamos intentarlo, pero no lo hagamos por ese camino: no nos llevará a ningún sitio. Los Poderes Sagrados son trascendentes cuando los comparamos con los humanos y otorgan un estado exaltado, y sabemos que Odín es el dios de la trascendencia misma. ese estado elevado de consciencia, que nuestros antepasados llamaban Odín.
La búsqueda de la trascendencia es “ir más allá de lo que sé que soy”. Consideramos pues, que para Odín la trascendencia es el resultado de la apoteosis. Este estado se caracteriza por una conciencia expandida, por exceder los límites del tiempo y el espacio e incluso por una relativa inmortalidad. Odín es el patrón ideal para quien busca la apoteosis. En todas las religiones a la hora de nombrar al poder supremo siempre se le han dado muchos sobrenombres, evitando acotar su “verdadero” nombre. Odín no es el nombre del Padre de Todo, es un título que significa “maestro del éxtasis divino”. No sabemos su verdadero nombre, sólo algunos de sus apodos.
¿Cuan es la diferencia del camino de la mano derecha y la izquierda?
La tradición hindú del Va machara (que literalmente significa Camino de la Mano Izquierda en sánscrito) se remonta a épocas muy antiguas y consistía en la práctica de actividades prohibidas por las religiones dominantes de India como el hinduismo, el budismo y el sikhismo en forma ritual, como medio de alcanzar la iluminación. El camino de la mano derecha es la senda espiritual que siguen religiones como el cristianismo o el islam. La meta es unirse con Dios, entrar en comunión con la divinidad. El ser individual sucumbe y deja de existir como una gota de agua en el océano infinito. Por el contrario, en el camino de la mano izquierda la meta es la perpetuación del ser individual. En lugar de mezclarse con la Divinidad, los seguidores del camino de la mano izquierda tienen como propósito incrementar la sabiduría, el poder, la consciencia y finalmente llegar a la inmortalidad.
El esoterismo tiene todo un aparato de ritos y caminos para su comprensión. En este contexto, dos filosofías opuestas se encontraron en la tradición esotérica occidental involucrando grupos vinculados al ocultismo y grupos vinculados a la magia ceremonial. Para distinguirlos, los términos Camino de la mano izquierda y Camino de la mano derecha, que, como puede ver, son opuestos.
El Camino de la mano izquierda afirma el individualismo, mientras que el Camino de la mano derecha se basa en la ley filosófica que dice «hágase tu voluntad. Odín representa el camino de la mano izquierda en el sentido de que es un estado elevado de consciencia, es nuestro Yo superior. Cuando seguimos a Odín no buscamos la sumisión ni fundirnos con Él, sino la autorrealización, la trascendencia, la apoteosis. Odín representa el estado más elevado de la consciencia. Su naturaleza corresponde con el arquetipo de mago que explicó Carl Gustav Jung:
«El mago es sinónimo del anciano adivino, que se retrotrae en línea directa hasta la figura del hechicero de la sociedad primitiva. Es, como el ánima, un demonio inmortal, que atraviesa con la luz del sentido las oscuridades caóticas de la vida. Es el iluminador, el instructor, el maestro, un psicopompos (conductor del alma), cuya personificación no pudo eludir ni siquiera el mismo Nietzsche (…)
En la vivencia de este arquetipo el hombre moderno experimenta el más arcaico tipo de pensamiento como una actividad autónoma, de la cual es objeto»
La comprensión del arquetipo del mago nos acerca al conocimiento de lo que es Odín. Es un dios oscuro, no accesible a todo el mundo, para alcanzar la sabiduría hay que enfrentarse a duras pruebas y es por eso que Odín pone a prueba a sus seguidores, a quienes están consagrados a Él. Es por eso fácil de imaginar por qué las gentes sencillas sienten más devoción por Thor, el protector de Miðgarðr o por Freyr o Freyja como dioses de la fertilidad. En época de nuestros antepasados Odín nunca fue una divinidad muy popular, más bien es un dios oscuro, misterioso, al que es difícil acceder. Un dios asociado al poder, al jefe de la comunidad como caudillo-sacerdote y posteriormente a la monarquía. Un dios de la aristocracia, pues sólo la élite tiene la formación suficiente para acceder al conocimiento. Por eso era el dios de las runas, en una sociedad donde sólo una minoría sabía escribir.
El camino de la mano izquierda, la búsqueda de la autorrealización personal, ha sido demonizada por el cristianismo ya que esta es una religión del camino de la mano derecha. El arquetipo cristiano del mago sería Lucifer (el Portador de Luz), razón por la cual esta senda espiritual ha sido identificada con el Mal y se considera satánica. El satanismo como filosofía se basa fundamentalmente en el camino de la mano izquierda. Pero el arquetipo de mago está presente en el inconsciente colectivo de los europeos de una manera o de otra. Como apunta Jung, Nietzsche usa a Zaratustra como arquetipo de mago, de viejo sabio, de iluminador, de instructor.
Es así como debemos interpretar a Odín, como un anciano sabio, representante de ese saber ancestral primitivo acumulado desde épocas remotas. Cuando medito centrándome en Odín, es una constante autotransformación vital, es una especie de diálogo entre el Yo y el Yo Superior, la consciencia elevada.
El «anciano sabio» aparece en sueños como mago, médico, sacerdote, maestro, profesor, abuelo o como cualquier persona dotada de autoridad. El arquetipo del espíritu en figura de hombre, de gnomo o de animal se presenta en situaciones en que haría falta visión de las cosas, comprensión, buen consejo, decisión, previsión, etc., pero no se puede conseguir por propios medios. El arquetipo compensa ese estado de carencia espiritual con contenidos que rellenan el espacio vacío, ahí es donde entramos en nuestra transcendencia-nacemos, morimos y volvemos a renacer- donde el propio Odín dice:
Sé que pendí nueve noches enteras del árbol que mece el viento;
herido por la lanza y a Odín ofrecido –
yo mismo ofrecido a mí mismo.
Del árbol colgué del que nadie sabe el origen de las raíces.
Pan no me tendieron ni bebida alguna;
fijo en lo hondo miré; las runas alcé,
las hallé entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.
Al fin y al cabo, es una iniciación lo que tenemos por delante de nosotros y si queremos saltar y subir otro nivel no hay mas remedio que pasar por ella. «Quizá podemos llamar a este fenómeno general ‘posesión’. Esta expresión establece tanto un “poseído” como un “poseedor”.
Odín es el arquetipo del inconsciente colectivo germánico y a él tendremos que volver una y otra vez si queremos renacer. Él nos ayuda a trascender y solamente a través de él lo conseguiremos.