Una vez establecida la pareja de los antepasados en el Miðgarð, los dioses edificaron su propia morada, Asgarð, también en el centro del mundo, pero en las alturas[1]. El panteón aparece repartido en dos grupos divinos: los Ases y los Vanes. Destacan entre los Ases Tyr, Odín y Thorr; los dos primeros corresponden al binomio de los dioses soberanos (Mitra y Varuna en la India védica), mientras que Thorr, el dios del martillo, enemigo por excelencia de los gigantes, recuerda el carácter marcial de Indra. Por su parte, los más destacados entre los Vanes —Njörðr, Freyr y Freya— se caracterizan por su riqueza y por sus relaciones con la fecundidad, el placer y la paz. Analizando la estructura mítica de la guerra entre los romanos y los sabinos, hemos aludido ya al conflicto que estalló entre los Ases y los Vanes. Esta guerra, prolongada, dura e indecisa, termina con una reconciliación definitiva. Las principales divinidades Vanes se establecen entre los Ases y completan, mediante la riqueza y la fecundidad que rigen, los poderes representados por la soberanía jurídica, la magia y la fuerza guerrera.
Diversos investigadores se han esforzado por interpretar este episodio fabuloso como el recuerdo de un conflicto histórico entre los representantes de dos culturas distintas que compartían creencias religiosas diferentes: los agricultores autóctonos (para algunos, los Megalithenvölker) y sus conquistadores (los Streitaxtvölker o conquistadores ariófonos). Pero G. Dumézil ha demostrado que se trata de un tema mitológico indoeuropeo fuertemente historicizado en el relato de Snorri[2]. Ciertamente, las invasiones de los territorios habitados por las poblaciones agrícolas neolíticas, la sumisión de los autóctonos por los invasores militarmente superiores, seguida de la simbiosis entre estos dos tipos de sociedades, que representan a su vez dos etnias distintas, son hechos atestiguados por la arqueología, que por otra parte constituyen un fenómeno específico de la protohistoria europea, que en algunas zonas se prolongó hasta la Edad Media. Pero el tema mitológico de la guerra entre los Ases y los Vanes precede al proceso de germanización, pues forma parte integrante de la tradición indoeuropea. Verosímilmente, el mito sirvió de modelo y de justificación a numerosas guerras locales, que terminaron con la reconciliación de los adversarios y con su integración en una sociedad común.
Hemos de añadir, sin embargo, que si los principales Ases —Tyr, Odín y Thorr— conservan ciertos rasgos específicos de los dioses de las tres primeras funciones, la soberanía y la guerra, sus imágenes han experimentado fuertes modificaciones; se modelaron, por un lado, de acuerdo con el genio religioso germánico y, por otro, bajo el impacto de las influencias mediterráneas y norasiáticas. Odín-Wotán es el más importante de los dioses, su padre y soberano. Han sido puestas de relieve sus analogías con Varuna: los dos son soberanos por excelencia y señores de la magia, que «atan» y paralizan a sus adversarios, ávidos de sacrificios humanos [Dumézil, Los Dioses de los Germanos, págs. 62 y sigs.]. Sin embargo, como veremos enseguida, no menos notables resultan las diferencias.
En un pasaje del poema Hávamál [«Palabras del Altísimo», estrofas 139-142] cuenta Odín cómo obtuvo las runas, símbolo de la sabiduría y del poder mágico. Suspendido durante nueve noches del árbol Yggdrasil, «herido por la lanza y sacrificado a Odín, yo mismo sacrificado a mí mismo, sin alimento ni bebida, he aquí que, a mi llamada, se revelaron las runas». De este modo obtuvo la ciencia oculta y el don de la poesía. Se trata ciertamente de un rito de iniciación de estructura para-chamánica. Odín permanece suspendido del árbol cósmico[3]; por otra parte, Yggdrasil significa «el caballo (drasil) de Ygg», uno de los nombres de Odín. El patíbulo es llamado el «caballo» del reo, y es sabido que las víctimas sacrificadas a Odín eran suspendidas de los árboles. Al herirse a sí mismo con la lanza, al abstenerse de agua y alimentos, el dios sufre la muerte ritual y adquiere la sabiduría secreta de tipo iniciático. El aspecto chamánico de Odín queda confirmado por su caballo de ocho patas, Sleipnir, y por los dos cuervos que le informan de cuanto ocurre en el mundo. AI igual que los chamanes, Odín puede cambiar de forma y enviar su espíritu bajo la apariencia de diversos animales; busca y obtiene entre los muertos los conocimientos secretos; declara en el Hávamál[estrofa 158] conocer un encantamiento capaz de obligar a un reo colgado a descender y conversar con él; es experto en el arte del seiðr, técnica oculta de tipo chamánico[4].
En otros mitos se narran las estratagemas a que recurre Odín y el precio que acepta pagar para obtener la sabiduría, la omnisciencia y la inspiración poética. Había un gigante, Mimir, famoso por su ciencia oculta. Los dioses lo decapitaron y enviaron su cabeza a Odín, que la conservó con ayuda de ciertas plantas para consultarla cuando deseara averiguar algún secreto[5]. Según Snori [Gylfaginmng, 8], Mimir era el guardián de la fuente de la sabiduría, que se hallaba al pie de Yggdrasil. Odín no obtuvo el derecho a beber de ella sino después de haber sacrificado un ojo, que hubo de esconder en la fuente [Völuspa, estrofa 25].
Un importante mito relata el origen de la «bebida de la poesía y la sabiduría»: en el momento en que se estableció la paz entre los Ases y los Vanes, todos los dioses escupieron en un recipiente; de ahí surge un ser extraordinariamente sabio, llamado Kvasir[6]. Dos enanos le dan muerte, mezclan su sangre con miel y de este modo fabrican la hidromiel. Quien la bebe se hace poeta o sabio. La bebida está oculta en el otro mundo, en un lugar difícil de hallar, pero Odín logra apoderarse de ella, y desde entonces es accesible a todos los dioses. Los skaldas llaman a la inspiración poética «la copa de Ygg», «la hidromiel de Ygg», pero también «hidromiel de los enanos», «sangre de Kvasir», etc.[7] Para concluír, después de su iniciación (que le permite obtener las runas), del sacrificio de su ojo (que le confiere el derecho a beber del pozo de Mimir) y del robo de la hidromiel, Odín se convierte en dueño indiscutible de la sabiduría y de todas las ciencias ocultas. Es a la vez dios de los poetas y de los sabios, de los extáticos y de los guerreros.
[1] Como es sabido, las indicaciones topográficas del centro del mundo reflejan una geografía mítica, construída conforme a una geometría imaginaria.
[2] Véanse, en definitiva, Los Dioses de los Germanos, págs. 17 y sigs., 39 (bibliografía); id., Del Mito a la Novela, págs. 22 y sigs.
[3] Sobre la función del árbol cósmico en las iniciaciones de los chamanes norasiáticos, véase nuestro El Chamanismo, págs. 49 y sigs., 145 y sigs., 163 y sigs.
[4] Es difícil precisar el «origen» de los elementos chamánicos que hallamos en la religión de los antiguos germanos, especialmente en el culto y la mitología de Odin-Wotán. Algunos se remontan a la herencia indoeuropea, pero no deben excluírse las influencias norasiáticas. De todos modos, la importancia atribuída a las técnicas extáticas y a las creencias de estructura chamánica aproximan la religión de los germanos al chamanismo asiático.
[5] Los chamanes yugakir consultan los cráneos de sus antepasados chamanes; véase M. Eliade, El Chamanismo, pág. 201.
[6] Se trata de la personificación de una bebida intoxicante que sirve para sellar el acuerdo entre los dos grupos sociales. G. Dumézil ha llamado la atención sobre un paralelo indio; véaseLoki, págs. 102 y sigs.; véase id., Los Dioses de los Germanos,págs. 31 y sigs.
[7] Se citan las fuentes en E. O. G. Turville-Petre, Myth and Religion of the North, pág. 38.