En el último Þing que convocó el Jarl de mi clan, se propuso legislar al respecto del sacerdocio. Hasta entonces, nunca nos lo habíamos planteado, simplemente porque, en el caso del clan Fauces de Tormenta, la estructura sacerdotal estaba clara: tenemos una Völva, que se encargaba de la lectura de runas y que, si se diese el caso (gracias a los dioses, aún no ha tenido que hacerlo), se encargaría de los rituales funerarios, y naturalmente yo mismo en mi papel como Goði, diseñando y oficiando las ceremonias estacionales y de paso, así como estudiando y transmitiendo nuestra cultura y valores tradicionales.
Sin embargo, mi clan no es ajeno a los devenires de su entorno. La fe odinista va tomando fuerza, de modo lento pero seguro, y mucha gente comienza a plantearse una serie de cuestiones que deben tratar de responder por su cuenta con las herramientas de las que puedan disponer, generalmente de la red global y algún que otro texto en inglés o alemán. Esa debería ser tarea para los Goðar de cada kindred/clan, pero aún somos pocos, y la inmensa mayoría tenemos una formación autodidacta, lo que no es necesariamente malo, aunque nos lleva a utilizar una terminología distinta unos de otros, denominando con múltiples términos a un mismo concepto.
Uno de los ejemplos más ilustrativos al respecto es, precisamente, el asunto de la magia odinista. Sobre esto hablamos largo y tendido durante el citado Þing, y tal vez una de las mejores cuestiones que se plantearon en la asamblea fue: ¿por qué englobar sacerdotes y usuarios de magia, son acaso lo mismo?, y naturalmente surgieron las clásicas preguntas de «¿Entonces es lo mismo una cosa que la otra?», y dudas por el estilo. Asimismo, constaté que, aunque tod@s hablábamos de lo mismo, usábamos una plétora de términos, latinajos, y palabras sacadas del nórdico antiguo y el alto alemán. Era prioritario unificar conceptos y términos, y así lo hicimos. Descubrí lo enormemente confusos que en ocasiones podemos parecer aquellos que abusamos del idioma de las Eddas y las Sagas (y me incluyo, que conste). De modo que aquí estoy, dispuesto a explicar mi punto de vista sobre el asunto de la magia, porque pienso que, bien explicado, resulta de lo más simple. Allá vamos.
Como preámbulo, desearía hacer una aclaración sobre sacerdotes y usuarios de magia: los Goðar NO hacen magia, y ser usuario de magia NO te convierte en Goði. El sacerdote oficia un sacrificio, es decir, pone el mundo natural en contacto con la divinidad, mientras que el usuario de magia interactúa con la divinidad de modo sobrenatural. Así que podríamos decir que el Goði trabaja en la esfera natural, mientras que el usuario de magia lo hace en la esfera sobrenatural. En otro artículo puede que escriba sobre la tarea de los Goðar, pero hoy deseo centrarme exclusivamente en la magia y sus usos. Como reza el título del presente artículo, ¡hablemos de magia!
Los practicantes de magia odinista utilizan a menudo herramientas,
como varitas de tejo o incluso dagas rituales
Para empezar, distinguiremos las prácticas mágicas en tres grandes grupos bien diferenciados entre sí, con distinta metodología y, en algún caso, requisitos de uso, a saber: magia rúnica, Galðr y Sejðr. Pasaremos a explicarlos a continuación.
MAGIA RÚNICA. Se trata de la práctica mágica en la que se usan las runas, generalmente el Futhark Antiguo o el Anglosajón, dependiendo de la zona. Atendiendo a sus objetivos y formas de ejecución, dividiremos esta práctica en dos subgrupos:
- «Adivinación» rúnica. La imagen que tod@s tenemos en mente de un montón de piedrecitas con runas talladas, a través de las cuales alguien puede decirnos lo que nos depara el destino, es el uso más extendido de la magia rúnica. Al contrario de lo que la mayoría piensa, el don de las Nornas no está al alcance de todas las personas: se transmite por línea materna (aunque el don puede manifestarse en ambos sexos, sin desprecio a ningún practicante). Denominamos Völva a la mujer que interpreta las Runas, y Vitki al varón que cumple la misma función.
- «Trabajo» rúnico (en inglés Runework). A pesar de que no tod@s tengamos el don de la interpretación de los designios de las Nornas, bien es cierto que conocemos el poder mágico de las Runas, y podemos hacer uso de él, grabando o dibujando estos sagrados símbolos en ciertos materiales para lograr diferentes propósitos. Una embarazada que desee un parto menos doloroso se dibujará la runa Berkano en su muñeca; un atleta podría llevar un amuleto de madera con la runa Sowilo para obtener una victoria ansiada; si hemos sido estafados, podríamos grabar una piedra con la runa Fehu invertida para regalársela al estafador y que sus futuros negocios fracasen. Cualquiera puede aprender el uso de las Runas con distintos fines. Otra cosa será encontrar un maestro fiable y adecuado…
El material en que esté fabricado el juego de Runas
también puede influir en su lectura
GALÐR. Podríamos definir la magia Galðr como la parte de la magia que se ocupa del clásico «encantamiento», es decir, este tipo de magia requiere, para sus diferentes conjuros, del uso de unos determinados ingredientes o herramientas, el recitado, en ocasiones, de fórmulas mágicas, y una gestualidad propia y específica. Cualquiera que aprenda una fórmula Galðr puede usarla, sin más restricción que la del propio conocimiento (quiero decir que, si la conoces, pues la puedes usar, como es lógico).
Dentro de este tipo de magia encuadraríamos el
terrible maleficio nórdico llamado Niðstång
SEJÐR. Quizás la rama más popular y controvertida de la magia odinista, no se trata más que de nuestro chamanismo, ni más ni menos: el usuario de Sejðr, mediante un trance controlado, abandona su forma física para poder interactuar con los espíritus de su entorno. Al igual que la «adivinación» rúnica, este poder se transmite por vía materna y está más presente en las mujeres: se denomina Sejðkóna a la usuaria de este poder, y Sejðrmáðr al varón. En este caso sí que existe un prejuicio muy extendido entre los odinistas modernos, en la creencia de que un Sejðrmáðr es un individuo afeminado o poco varonil, por hacer gala de una facultad que es casi en exclusiva patrimonio de mujeres, pero se trata de un prejuicio infundado, y voy a explicar por qué: en la antigüedad, nuestros ancestros despreciaban a la figura del Sejðrmáðr simplemente porque para realizar su magia, debía entrar en trance, y un individuo que está fuera de si mismo queda indefenso, algo que nuestros antepasados consideraban una actitud poco masculina. Hoy en día no van a pasar a cuchillo a nuestros chamanes, por lo que no deberían preocuparse, y de paso, deberíamos esforzarnos en hacer pedagogía sobre el asunto y abandonar este tipo de pensamiento retrógrado, que en nada nos favorece. De todas formas, si ya es difícil hallar una verdadera Sejðkóna, aún lo es más toparse con un Sejðrmáðr, así que dudo que este tema genere mucha controversia o debate en un futuro. Dicho ésto, también podemos dividir las prácticas Sejðr en dos subgrupos, atendiendo a la finalidad de su uso:
- Sejðr espiritual. Se trata del Sejðr más común, en el que el usuario se proyecta de forma espiritual fuera de su cuerpo físico, pudiendo así viajar por los Nueve Mundos e interactuar con diversos entes espirituales, desde el ancestro que acompaña a alguien hasta la Fylgja de alguna persona o un Draugr o un Svartálfar (toda esta terminología es la que vengo aplicando desde que empecé el blog, así que si no se entiende algo, por favor, decídmelo para que os lo aclare, ¿de acuerdo?). El Sejðr espiritual sirve para muchas cosas: preguntar a un difunto sobre algo concreto, saber si los Landvættir de un determinado lugar están complacidos con una ofrenda, o expulsar un Draugr de una casa en la que está molestando.
- Sejðr «adivinatorio». Como es natural, el Sejðr también puede usarse para que ciertos espíritus (o, en ocasiones, los propios dioses) utilicen el cuerpo físico del chamán y ofrezcan profecías y consejos o visiones. Este tipo de Sejðr es muy específico y requiere una preparación muy dura, pues al margen de haber heredado las aptitudes, hay que curtir la mente para soportar unos trances tan agotadores. A este tipo de Sejðr se le denomina Spå, y a sus usuarios, Spåkóna o Spåmáðr, sean éstos mujer o varón, respectivamente. El trabajo del chamán no se reduce a entrar en trance y transmitir la profecía, sino también a su interpretación en base a su experiencia y conocimiento.
Una Sejðkóna es a la vez una viajera y una guerrera espiritual
(imagen cortesía de Darkyrie)
Bien, pues ahí lo tenéis. Si he logrado explicarlo correctamente, ya estaréis en condiciones de responder a las dudas más corrientes. Ahí van unos ejemplos:
–Tengo un amigo que echa las runas, ¿es Sejðrmáðr? Evidentemente, no: es un Vitki.
-Dibujé en una camiseta un Ægishjálmr, ¿es mágica? Si te la pones sólo cuando necestites infundir temor en tus adversarios, sí: es Galdr.
–Tiro las runas y ayudo a mis amigos enseñándoles conjuros, ¿soy un Sejðrmáðr? No: en todo caso serás un Vitki con conocimientos de Galdr, pero para ser Sejðrmáðr deberías entrar en trance e interactuar con espíritus, así que si no es el caso, no lo eres.
-Soy gay y me interesa la magia, ¿puedo ser un Sejðrmáðr? La condición sexual de un individuo no lo predispone para la práctica mágica, y el Sejðr se transmite por vía materna: si tu madre lo es, tú puedes serlo, al margen de tu sexualidad.
–¿Cualquier Sejðkóna es a la vez Spåkóna? La práctica del Spå es una especialización del Sejðr: no cualquier Sejðkóna es una Spåkóna, aunque todas las practicantes de Spå han empezado practicando Sejðr.
Como siempre digo, estoy abierto a vuestras preguntas al respecto. Confío en haber sido claro y conciso, aunque reconozco que el tema es bastante farragoso. Estaré gustoso de realizar cuantas explicaciones y aclaraciones sean necesarias.
Manu Garzón
Goði COE Andalucía