Cuando una persona, generalmente joven, empieza a interesarse por el odinismo, su primer impulso cuando encuentra otros odinistas, ya sea físicamente, ya sea en la red, es preguntarles qué tiene que hacer para “convertirse” al odinismo, para formar parte de una comunidad. Generalmente esto sucede porque, aunque la persona interesada en la vieja religión ya demuestra desapego por la religión en la que se ha criado, normalmente el cristianismo pero incluyamos las ideologías salvíficas materialistas como el liberalismo y el marxismo, a pesar de esto como digo, su pensamiento y sus construcciones mentales siguen siendo judeocristianos.
La idea de “convertirse” a una “religión verdadera” y de que todo el mundo cabe en ella es fruto del pensamiento monoteísta, pensamiento que ha continuado el liberalismo desde el siglo XVIII y el marxismo desde finales del XIX y en el siglo XX. Es en el fondo una continuación del universalismo surgido de la mano de los Imperios, mucho tiempo antes incluso de la aparición del monoteísmo, para legitimar que la “civilización” propia del Imperio del momento es superior a los “primitivos” salvajes debe extenderse a ellos. En Europa esa construcción mental de unidad y de Imperio lo estableció en primer lugar el Imperio Romano. Cuando el Imperio se cristianiza el dios cananeo de la montaña Yavhé, adorado por los israelitas, es asociado con Dyeus, el Dios Padre Celestial de los europeos (nombre del que deriva Zeus, Júpiter, Týr, Dievas…) y por eso es llamado Deus, Dios. Para entrar en el Imperio era necesario ser cristiano, por eso se cristianizan los pueblos germánicos. Cuando cae el Imperio, ese sentimiento de unidad es sustituido por la Cristiandad. Ser cristiano en la Edad Media era como ser ciudadano de la Unión Europea en nuestros días, estando los vikingos y otros pueblos fuera del “mercado común” en lo económico, y de la “comunidad internacional” en lo político.
La Espiritualidad Actual
Así pues a día de hoy, una persona tiene varios caminos espirituales que puede seguir, ligados íntimamente a la cosmovisión que tenga de la vida , en función de lo que escoja, tendrá una moralidad u otra y una forma de pensar u otra. Lo más común es que siga la “religión oficial” de su sociedad, esto es en el caso de Europa, en la mayoría de los casos, el cristianismo. Será cristiano, con independencia de si es más o menos pecador, si va a misa los domingos, cumple los Diez Mandamientos… o sólo se acuerda de su Dios en Semana Santa y en bodas, bautizos y comuniones. Pero debemos tener en cuenta que la sociedad occidental es de fachada cristiana, de pensamiento marxista y de praxis liberal, por lo que la “religión oficial” no sería sólo el cristianismo, sino una mezcla de todas estas cosas. Esto quiere decir que una persona puede ser formalmente atea, siempre que su pensamiento y su manera de actuar “cuadre” con esa “religión oficial”, y celebre la Navidad, la Semana Santa y todas las fiestas cristianas, tenga costumbres cristianas, y tenga interiorizada la compasión, el poner la otra mejilla, el pecado… y el universalismo.
Otra opción es seguir una herejía, es decir, ser cristiano pero no católico (u ortodoxo o protestante si en su país predomina esta tendencia) lo cual va desde “creer en Dios pero no en la Iglesia”, y seguir su propio camino moral y algunas pautas de comportamiento que no son “bien vistas”, hasta seguir alguna secta cristiana como los Testigos de Jehová o similares, que tanto auge han tenido en las últimas décadas. Su cosmovisión y forma de pensar serán esencialmente las mismas, pero tendrá ciertas diferencias en su comportamiento y pequeños detalles que lo harán diferente. Si entendemos que la religión oficial ya no es sólo el cristianismo, una persona criada en un ambiente marxista-leninista que sea trotskista, maoísta, o socialdemócrata, será un hereje desde este punto de vista.
Mucha gente lo que suele hacer es negar la espiritualidad y proclamarse ateo, teniendo una visión materialista de la existencia. Sin embargo en muchos casos estos ateos realmente tienen una religión, solo que es una creencia materialista y que se basa en su fe ciega en “la Ciencia” o “el Progreso”, o bien que su propia egolatría les impide tener un pensamiento metafísico o pensar en algo que vaya más allá de la realidad física que perciben. En muchos casos son tan fanáticos o más que los monoteístas. Otra opción es, ante la angustia que supone cuestionarse las verdades dogmáticas oficiales, directamente no pensar en estas cosas, tratar de vivir al margen de ellas, ser agnóstico.
Otro camino posible es lo que podríamos llamar el culto diabólico, desde la perspectiva cristiana. Una persona que se rebela contra la religión oficial de su sociedad pero mantiene la misma cosmovisión y el mismo pensamiento, simplemente elige estar de parte del Mal en lugar de estarlo del Bien. Adora a Satán en lugar de a Dios. En la mayoría de los casos se trata de adolescentes rebeldes o de pura pose, pero no deja de ser la religión oficial puesta en un espejo. Dentro de esto tenemos lo que podíamos llamar satanismo popular, que básicamente consiste en tomar como propios los estereotipos sobre el Maligno que ha proyectado la Iglesia, poner la cruz invertida, usar pentagramas satánicos y otros símbolos “satánicos” sin saber muy bien que significan ni por qué se usan, y exaltar aquellas cosas que la Iglesia considera malas o pecaminosas sencillamente por ser “antisistema”. Luego tenemos el satanismo intelectual, del Anton LaVey, que básicamente es una filosofía atea que usa elementos simbólicos del satanismo dentro de su parafernalia. Por último tenemos el luciferismo, que es la creencia de que Lucifer es el amigo de los hombres, el que les dio de comer del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, el eterno indulgente, el dios de la carne y de la satisfacción de los placeres, frente a Dios, que sería un castigador y una figura autoritaria. Lucifer, para ellos, es el dios de la Tierra, frente al Dios del Cielo y de otra vida en la que no creen, por eso el pentáculo satánico se dibuja mirando hacia la Tierra en lugar de hacia el Cielo. El luciferismo predica el aquí y ahora, y sus seguidores prefieren satisfacer su hedonismo y vivir la vida, es un carpe diem, pero dentro de la cosmovisión y el pensamiento cristiano.
Dentro de estos cultos diabólicos estarían los llamados antifascistas, o lo que consideramos como extrema izquierda. Gente que comprende la praxis liberal de la sociedad y está en contra de ella, pero que en el fondo su radicalismo contra el sistema se debe a su sobre-socialización. Está mal visto por el sistema establecido la discriminación, pero ellos consideran que no está lo suficientemente mal vista y se vuelven talibanes al respecto. El extremo contrario también entraría en los cultos diabólicos, es decir, los fascistas o neonazis. Se dan cuenta del pensamiento marxista de la sociedad y deciden, como los satánicos, “ser de los malos”. Usan esvásticas y símbolos nazis del mismo modo que otros usan cruces invertidas o pentagramas, sin saber muy bien que significan, pero sabiendo que están mal vistas. El fascismo es el satanismo del siglo XXI. Lógicamente hay una minoría dentro de los fascistas y de los antifascistas con una idea teórica y un pensamiento coherente dentro de sus ideas… pero son raros, como son raros los luciferinos. La mayoría siguen panfletos y consignas y gritan “Heil Hitler” del mismo modo que si dijeran “Salve Satán”.
Otra posibilidad que siguen algunos es, ante el desencanto de su religión oficial y las herejías varias que derivan de ella, así como del “camino del Mal” o la “senda zurda”, que entienden que es tan solo una imagen especular de lo que está bien visto, buscan formas de espiritualidad en otra parte. Esto les lleva a seguir religiones como el budismo, el hinduismo, el sintoísmo… que realmente no comprenden ya que son religiones ligadas a pueblos asiáticos y con la cosmovisión asiática. En ocasiones buscan satisfacer su necesidad espiritual en los llamados cultos mistéricos, herederos de las tradiciones herméticas precristianas como el gnosticismo, que influyeron a su vez al cristianismo. Sería el caso del Thelema, la Aurora Dorada, los Rosacruces, la Masonería… y en cierta medida, también la Wicca. En otras ocasiones se busca este camino espiritual en religiones africanas o afrocaribeñas que por algún motivo se ponen de moda, como el vudú, la santería… generalmente lo que suele suceder es que la gente que sigue estos caminos, que por supuesto resultan extraños, se pierde y acaba mezclando las cosas y elaborando una suerte de “religiones a la carta” en la que se mezcla la espiritualidad de otros pueblos no europeos, con el esoterismo y el ocultismo y con reminiscencias cristianas. El resultado sería la New Wave y las formas de espiritualidad asociadas a ella, en la que prima el culto místico a la magia sin mucha idea de lo que realmente se está haciendo.
Por último tenemos a aquellas personas que bucean en sus propias raíces y buscan la espiritualidad ancestral de su pueblo. Sin embargo, después de 1.600 años de cristianismo y de propaganda sobre los paganos por parte de la Iglesia, muchos saberes ancestrales se han perdido y la gente tiende a rellenar aquellos vacíos que existen con lo que conoce, y lo que conoce está manipulado y tergiversado por la Iglesia, cuando no es totalmente inventado. Esto quiere decir que la idea del paganismo que mucha gente tiene no es la de cómo era la Vetus Religio realmente, sino la de la imagen que han dado sus enemigos de ella. Orgías, drogas, depravación, excesos… por lo que muchos neopaganos en el fondo lo que hacen es fumar porros, emborracharse y profanar símbolos y lugares sagrados sin tener realmente claras las cosas. Se corre el peligro de que el paganismo se mezcle con las ideas diabólicas de la Iglesia o con esas formas de espiritualidad que son una mezcla de esoterismo, religiones orientales y mil cosas de la New Age, dando como resultado algo que en nada se parece a las religiones nativas europeas. Este tipo de gente no solo son unos posers, sino unos sacrílegos al actuar de esta forma, pero en muchos casos es el desconocimiento o una mala orientación lo que produce esto. En otros casos, ser pagano es como ser satánico, una forma de llevar la contraria a la religión oficial.
Pasos a seguir
1. Búsqueda Individual
Una vez analizado todo el espectro posible de creencias que existe en la Modernidad, que no es muy diferente en realidad a lo que ha ocurrido en otras épocas, pues Europa tiene una crisis espiritual desde la cristianización; pensemos en aquella persona que se siente atraída por la religión ancestral de su pueblo y que no es ningún poser, que quiere realmente indagar en cómo eran las cosas antes y se plantea cómo deben ser ahora, limpiando su espiritualidad de elementos extraños y buscando un camino en su vida apropiado para él o ella. Generalmente se trata de alguien criado en un ambiente cristiano y que, a determinada edad, tiene una crisis espiritual ¿qué debe hacer?
Pues bien, lo primero estar orgulloso de sí mismo, pues es de las pocas personas que ha despertado de este letargo y ha querido buscar su propio camino, no conformándose con el camino de los borregos, o dicho en términos cristianos, de las ovejas que buscan al buen pastor que las guíe… al matadero. Lo segundo que debe hacer es entender que la religión, como la lengua, las costumbres y la cultura en general no es algo que uno elija en un supermercado, es algo con lo que nacemos, que viene condicionado por la historia y por la familia, algo que hemos heredado desde hace siglos. Si una persona no se siente rara hablando la lengua que habla, comiendo los alimentos que come, teniendo las costumbres que tiene en general… pero sí le rechina la religión que practica, es porque algo pasa con ella.
En este aspecto, como en tantos otros, como podría ser la identidad nacional, lo que debe hacerse es rastrear el origen, preguntarse de dónde vienen las cosas, cómo se ha llegado a la situación actual. Si estamos hablando de algo que nos viene dado por herencia, es razonable preguntarse de quién lo hemos heredado y por qué son las cosas como son y no de otra manera. La respuesta a todas estas cosas, está en la Historia. Así es que el primer paso que debe hacer una persona con inquietudes es leer y leer y volver a leer. En este punto es una bendición dar con un buen profesor de Historia o leer los libros adecuados. Como no podemos estar seguros de que esto sea así, lo ideal es leer mucho y de autores diferentes, leer opiniones enfrentadas, escuchar a unos y a otros… y sacar las propias conclusiones. No se trata de buscar la “verdad” ni de adoctrinarnos, para eso ya está la Iglesia y el Estado, sino de aprender a pensar por nosotros mismos. No sólo hay que leer de religión, sino de todos los aspectos de la vida, desde la lengua, las costumbres, la filosofía, la ciencia… buscar el conocimiento, buscar quienes somos y de dónde venimos.
Una vez hecho esto, o a medida que se está haciendo, un español (y cuando digo español me refiero a un nativo de la Península Ibérica, no necesariamente a un ciudadano del Reino de España) descubrirá que su herencia ancestral es fruto de que la población nativa de la Península, celtas e iberos, fuera latinizada por los romanos, y que posteriormente los hispanorromanos fueran germanizados por los suevos, los vándalos y sobre todo los visigodos. Descubrirá como en función de donde sea, este sustrato común hispanogodo dio como resultado el nacimiento de diferentes etnias: catalanes, vascos, astur-leoneses… y como a lo largo de la Edad Media estas etnias se extendieron en lo que se llamó la Reconquista. Este conocimiento le hará ver como los diferentes pueblos europeos parten de un mismo tronco común y como su cultura tiene más de 40.000 años.
Dentro de esta búsqueda de la propia identidad, está el plano espiritual. Si estudia cuál es el origen del cristianismo verá que es fruto de la decadencia de Europa, cuando el Imperio trata de crear una religión estatal monoteísta para justificar el orden establecido sobre la tiranía y el sometimiento. En este punto, estudiar la historia del cristianismo es muy esclarecedor, pero es importante que no solo se estudien fuentes cristianas. Se verá como el origen es una secta judía, la de los nazarenos, que en un momento dado es adaptada a la cosmovisión europea por Pablo de Tarso, adaptándose al neoplatonismo y copiando cosas de otras corrientes filosóficas como el estoicismo, para finalmente convertirse en una religión de Estado, con la liturgia y la estructura del clero romano.
La historia de la cristianización de Europa es la historia del genocidio de los europeos. Analizar en profundidad el cristianismo, compararlo con otros monoteísmos abrahámicos como el islam y el judaísmo, y con otros monoteísmos como el mazdeísmo o el atonismo en Egipto, o con el culto al Divino Augusto y luego la monolatría de Helios en Roma, es el mejor camino para entender que es una perversión. Ver lo que había antes, lo que en cierta medida ha pervivido bajo el barniz cristiano, cómo pensaban y veían el mundo nuestros ancestros, es iniciar el camino de la descristianización en nuestra persona. Ese es el primer paso, descristianizarse, entendiendo que no se trata de “tirar” la religión que tenemos, sino de limpiarla por así decirlo. El cristianismo es la religión europea judaizada, solo hay que eliminar los elementos orientales.
Esta es una fase difícil de acometer y en la que pueden sucederse muchas noches en blanco y una cierta angustia existencial, pues es tirar los cimientos del edificio de la identidad que habíamos ido construyendo hasta que nos dimos cuenta del problema. Muchos, por miedo o por comodidad, deciden no ir más lejos y se vuelven agnósticos, otros rechazan todo lo conocido y se vuelven nihilistas y ateos, pero no son capaces de construir nada. El camino más sensato en mi opinión, el que yo seguí, fue bucear hasta las profundidades de mi alma y buscar bien, limpiando la suciedad que había en ella, y que no era el “pecado original” como se refieren los cristianos a la pureza con la que todos nacemos, sino precisamente esa religión de misantropía y muerte que es el cristianismo.
Si uno busca dentro de sí mismo, como se explica metafóricamente en las Eddas cuando Odín cuelga del Yggdrasil durante nueve noches, es un camino de sufrimiento mientras dura, y es fácil perderse por el camino… pero con determinación, con las ideas claras, si se llega hasta el final, se encuentra la sabiduría, se encuentra aquello que buscábamos. Sufrimos la crisis de fe, sacrificamos nuestra tranquilidad… pero el resultado es desprendernos de toda la escoria (o de la mayor parte de ella) y encontrar la veta de mineral puro, es decir, la vieja religión europea, la nuestra. No hemos elegido ser europeos, lo somos. El cristianismo es desvirtuar lo que somos, judaizar lo que somos. Al descristianizarnos, lo que hacemos es des-judaizarnos. Pero debemos tener cuidado y limpiar la espiritualidad, quitar el barniz corrosivo, pero no desprendernos de lo bueno como hace mucha gente, que en lugar de descristianizarse, lo que hace es desprenderse de su espiritualidad… y ese vacío luego lo rellenan con cualquier cosa. Respirar aire tóxico (cristianismo) es malo, pero no respirar (nihilismo) es peor… y no podemos respirar el oxígeno del agua (religiones no europeas) porque no somos peces y no es nuestra naturaleza.
2. Senda Espiritual
Una vez llegado a este punto de rechazo del cristianismo y búsqueda de la espiritualidad en nuestra propia tradición, en la Vieja Religión europea, debemos asumir algo inevitable y es que las viejas religiones de Europa fueron barridas en los primeros siglos de la Era Cristiana, perviviendo algunas fuera de la Cristiandad como los vikingos hasta el siglo XI, los baltos hasta el siglo XIV con la cruzada sobre Lituania y los últimos estertores, los saami hasta el siglo XVIII. Esto quiere decir que, por mucho que a través del folclore, de los mitos, de la intuición… podamos reconstruir como era el pasado, hay un enorme vacío que jamás vamos a poder llenar. Que una sabiduría milenaria ancestral se perdió para siempre y que sólo podremos reconstruirla por ensayo y error, pero no podemos aspirar a hacer en unas pocas décadas lo que se hizo a lo largo de miles de años. La investigación histórica nos puede ayudar, pero no puede reconstruirse totalmente cómo eran las cosas. Además debemos de pensar que estamos en un tipo de sociedad muy diferente a la de nuestros antepasados y que han pasado 1600 años, por lo que no podemos simplemente restaurar las cosas tal y como eran en el siglo IX.
Una vez asumido este problema, actuemos con sensatez, tratando de reconstruir la cosmovisión y los valores ancestrales pero no haciendo arqueología de la fe sino viviendo nuestra espiritualidad para el presente, para hoy, como algo vivo que es. Por poner un símil con la lengua, una cosa es preservar el castellano de extranjerismos innecesarios, usar palabras castellanas en lugar de préstamos si no es necesario usarlos, tratar de tener una forma más o menos culta y no hablar como los canis… y otra muy diferente hablar en castellano antiguo o en latín, porque la lengua es algo vivo.
Desde el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, han surgido movimientos espirituales que buscan reconstruir la vieja fe de nuestros antepasados. Se trata de religiones actuales, vivas, aunque tengan una tradición milenaria. Sería el caso del Odinismo, el Druidismo, el Rodismo, el Cultur Deorum Romanorum, la Romuva, el Dodecateísmo… pero del mismo modo que un cristiano de hoy no hace misas en latín en las catacumbas y usa elementos paleocristianos, porque han pasado 2.000 años, un odinista hoy no tiene por qué hacer todo como un vikingo del siglo X. Pero igual que a un cristiano no se le ocurriría irse de botellón a una iglesia en ruinas y hacerse un calimocho en un cáliz… la gente que se va a un túmulo, un dolmen, o un bosque sagrado a hacer botellón poco o nada tiene que ver con nosotros.
Todas las tribus nacen en un momento dado por la fusión de otras tribus o desgajadas de tribus más grandes. Así pues a día de hoy no hay latinos, germanos, celtas, eslavos… sino españoles, italianos, alemanes, griegos, polacos… y todas estas naciones son fruto de la fusión de varios elementos. En Europa Occidental por lo general hay un sustrato celta latinizado por el Imperio Romano y germanizado posteriormente. Esto quiere decir que un español, un francés, un italiano o un británico puede sentir la llamada de los dioses celtas, de los dioses romanos o de los dioses germánicos. Lo cual se traduce en varias sendas espirituales, Druidismo, Cultur Deorum Romanorum y Odinismo. Partiendo de la base de que todas estas sendas espirituales tienen un tronco común europeo y una cosmovisión y valores muy similares. No se trata de buscar la religión “verdadera” sino el camino que nos satisface, y no hay que convencer a nadie de ello, nadie necesita “salvarse”. Una vez localizada la senda espiritual, hay que seguir formándose, seguir aprendiendo, y profundizando en el camino que hemos elegido.
3. Búsqueda de la Comunidad
Vivimos en un mundo tremendamente individualista. El liberalismo nos instiga a buscar nuestro propio interés, nuestra propia felicidad y la libertad individual por encima de todo… pero lo cierto es que una persona no puede ser libre sino pertenece a una comunidad libre. Así mismo el cristianismo y el marxismo, entre otras ideologías salvíficas, buscan disolver nuestra identidad en la masa con su falsa idea de igualdad que en el fondo quiere decir homogeneización. Pero ninguna comunidad será libre si sus integrantes no lo son. Así pues el laiser faire liberal se mezcla hoy con la Globalización que barre todas las culturas. Sin embargo el ser humano es social y tribalista por naturaleza, y nuestros ancestros tenían un sentido comunitario de la vida… también de la religión.
Por esto es lógico que cuando una persona llega al odinismo o a la religión ancestral que sea su camino y tiene las ideas claras, su primer impulso sea buscar a otros como él y formar una comunidad. Aquí es donde debemos quitarnos de la cabeza la idea cristiana de ir a misa a la parroquia de tu barrio simplemente porque vives ahí y comulgar con gente que realmente o no conoces o no te importa. Antiguamente sí existía el sentido de comunidad en los pueblos y en los barrios, sí tenía sentido esa comunión de la comunidad, que todos los domingos se reunía para el sacrificio de la misa… pero el resto de la semana tenía relaciones muy diversas y se apoyaba. El mundo liberal, sin embargo, está destruyendo todas esas relaciones. También hay que quitarse de la cabeza esa idea de “conversión” a una religión. No te conviertes a nada, eres lo que eres, sencillamente tomas conciencia de ello, pero no necesitas un carnet de odinista que lo demuestre. Puedes afiliarte a alguna asociación nacional o internacional, pero eso no te hace odinista, eres odinista antes de hacer eso.
El acto por el cual uno les dice a los dioses de sus antepasados “aquí estoy”, y se desprende de cualquier vínculo de lealtad a una deidad ajena (como el dios israelita Yavhé) es un juramento, unHeit, que no se parece al bautismo cristiano ni a la profesión de fe islámica. Si una persona nace en el seno de una familia odinista, a los nueve días de su nacimiento se produce el ritual del Ausa Vatni, con el cual se le da nombre al niño y se le reconoce como parte de la familia. Eso no es que lo haga de ninguna religión, pues ese concepto de “convertirte” a una religión no existe hasta la llegada del cristianismo. Sencillamente se le reconoce como miembro de la comunidad y como persona. Se rocía con agua al recién nacido pero no para “limpiarlo” de ningún “pecado original”, pues tal cosa no existe, sino porque al nacer nuestra parte espiritual viene del Nifelheim al Midgard y, por explicarlo de forma sencilla, es posible que por el camino espíritus no muy recomendables hayan acompañado al nuestro. El agua del Ausa Vatni aleja a esos posibles malos espíritus venidos del mundo de los muertos junto al nuestro.
El Heit consiste en hacerle un juramento de fidelidad a los dioses. Es lo más parecido a una iniciación para gente que ha nacido bajo otra fe y encuentra su camino en el odinismo. En caso de que no haya ningún Godhi a mano ni ningún padrino que nos haya llevado al odinismo, se puede hacer de forma individual. Un ritual íntimo por el cual se jura sobre un Mjöllnir o sobre un objeto sagrado (es decir, en contacto con la Divinidad) fidelidad a los Ases y los Vanes. Lo ideal es que haya testigos del juramento, pero tampoco es imprescindible. Este juramento se realiza con los dioses como se puede realizar con otra persona, cualquier juramento para un odinista es algo muy serio, es atar algo y recibir la fuerza necesaria para cumplirlo, por lo que no puede romperlo. Jurar algo es lo mismo que haberlo hecho ya y romper un juramento implica perder el honor. Por ese motivo, es absurdo que un niño haga este juramento. Solo una persona consciente de lo que está haciendo lo puede hacer, al ser mayor de edad.
Una vez que a nivel individual ya se tienen las cosas claras, es cuando uno debe buscar a otros odinistas. Gracias a internet uno puede encontrar odinistas de todas partes, pero eso no significa que los autoproclamados odinistas tengan las ideas claras sobre su fe, que en caso de tenerlas tengan la misma visión que nosotros y que en caso de que ambas cosas se den, haya afinidad personal. Si todo coincide lo normal es que entablemos una amistad con esa persona, con la que tenemos muchas cosas en común. Generalmente, aparte de la fe, hay muchas cosas en común culturales, de intereses similares, de gustos parecidos… y si además de todo eso resulta que somos de la misma ciudad o de la misma zona, esa amistad cibernética dará el salto a una relación personal. Cuando haya odinistas en nuestra misma zona y nos llevemos bien con ellos, cuando coincidamos en la visión que tenemos de la fe y veamos que es gente con las ideas en su sitio y no posers del paganismo que escuchanviking metal y gritan “Hail Odín” en un bar brindando, pero no tienen más idea; una vez que hay afinidad de verdad, es normal que esa amistad lleve a reunirse habitualmente y celebrar alguna festividad juntos.
Debemos asumir que en toda religión hay gente con más conocimiento que otros, y que hay gente que se lo toma más en serio que otros. Del mismo modo que no sabe lo mismo de teología el Papa que la vieja del visillo que tiene una estampita de la Virgen y le pide por sus nietos en un pueblo, del mismo modo que hay cristianos de bodas, bautizos y comuniones que no piensan su religión en el resto del año, o gente a la que le gusta el postureo de la Semana Santa pero no vive de acuerdo a los valores cristianos… en el odinismo pasa lo mismo. También hay integristas en todos lados, en el cristianismo serían los que se flagelan y se martirizan con un cilicio, y en nuestro caso los que queman iglesias. Estas cosas existen, la cuestión es hacernos la pregunta de con quién nos queremos juntar nosotros. Con quién queremos construir algo. La cosa no es “somos odinistas, vivimos en la misma ciudad, vamos a formar un kindred”, para que tal cosa se produzca tiene que haber una hermandad real… o será artificial.
Cuando varios odinistas de la misma zona se conocen, sienten esa afinidad, se sienten realmente hermanos entre ellos, es el momento de que hagan un juramento, un Heit, y constituyan un Kindred. Un kindred no es simplemente juntarse para celebrar las fiestas, implica una hermandad, una relación de apoyo mutuo. Dentro de un kindred hay gente con la que hay más amistad y gente con la que la relación puede ser algo más fría, es normal, puede haber con la que choquemos o gente con la que conectemos muchísimo… pero lo importante es el sentimiento de hermandad, el saber que lo que nos une es más fuerte que lo que nos pueda separar. Cuando esto se produce, nace un kindred. Del mismo modo, varios kindred de una misma región pueden unirse en una misma tribu y varias tribus de un país en una gran Comunidad nacional, aplicando el principio federal. Pero lo realmente importante siempre será el kindred, el grupo inmediato, cotidiano, que procurará asentarse en el mismo lugar y ser una unidad no solo religiosa sino social, económica, afectiva y política.
¿Qué hacer cuando no hay odinistas cerca?
Lo cierto es que es realmente complicado dar con gente afín de tu misma zona y construir un kindred. Puede ser que no haya odinistas en tu zona o que sí los haya pero no haya esa afinidad, y no hay que forzar las cosas, sino hay hermandad, no la hay. En el pasado los clanes surgían de la unión de unos y de otros… pero lo cierto es que el crecimiento y la evolución natural de un clan, una vez formado, tienen más que ver con la reproducción natural de un grupo humano que con unirte a gente que conoces. Es decir, que no debemos desesperarnos sino tenemos odinistas cerca, un clan puede surgir igualmente.
Un clan, lo mismo si hablamos de la Prehistoria, la Era Vikinga o un grupo de amigos actual, oscila entre las 20 y las 50 personas. Cuando somos jóvenes todos solemos tener un grupo de amigos numeroso… que por circunstancias de la vida se va disgregando. Se mantienen los vínculos, pero ya no son tan estrechos, por el motivo que sea. Se pasa de quedar todos los fines de semana o de vernos todos los días en el instituto… a hacerlo de vez en cuando, porque cada uno trabaja en un sitio, está casado y hace vida en pareja… o incluso vive en una ciudad diferente. En el pasado los clanes eran más fuertes porque las comunidades eran más aisladas y sus miembros más interdependientes. Necesitamos clanes fuertes contra el individualismo, pero el ser humano sigue funcionando de la misma forma: grupos amigos, que serían como clanes, frecuentan las mismas zonas, que serían el territorio o alodio del clan, y pertenecen a la misma tribu urbana, identificable por los que no pertenecen a ella.
En caso de ser un odinista solitario lo que debes hacer es no desesperarte y arrimarte a lo primero que veas, porque generalmente eso no sale bien. Vivir tu fe de la manera que puedas, aunque sea individualmente, y buscar una pareja con la que tener una relación. Es de suponer que tu pareja, sea odinista o no, comparte contigo tu forma de pensar en muchos aspectos, tus gustos, tus aficiones… es decir, estas saliendo con esa persona por algo, la has conocido por algo, generalmente hablaste con ella sobre algo que tenías en común antes de empezar a salir… por lo que hay afinidad. Si compartes con esa persona un proyecto de vida, una idea de lo que debe ser una familia, sus creencias no son tan importantes. Es de suponer que si son diametralmente contrarias a las tuyas, la relación no durará mucho, por lo que si la relación cristaliza, es porque son afines.
El matrimonio consiste desde tiempo ancestral en fundar un hogar, en formar una familia. Cásate y ten hijos con tu pareja, críalos y edúcalos en valores odinistas. No importa cuál sea su fe, si finalmente eligen el mismo camino espiritual que tú o no, porque serán educados en valores odinistas. En lugar de decirles que “pongan la otra mejilla” y que “amen a sus enemigos” y educarles en el miedo al Infierno y en evitar la tentación y el pecado… edúcalos en el honor, la lealtad, la laboriosidad, el coraje… y en que vivan la vida con alegría y afronten su destino sin miedo. Ten una relación cercana con ellos, de confianza, que se sientan seguros, protegidos… pero a la vez enséñalos a ser independientes. Frente a la obediencia autoritaria, la libertad responsable.
Si tus hijos tienen luego hijos, estos valores serán trasmitidos. También buscarán parejas afines a ellos, y tú serás el abuelo de una gran generación de odinistas. Tal vez algunos no sean odinistas nominalmente, pero sí lo serán en valores, sí culturalmente. La fe queda para el corazón de cada persona. Supongamos que tu pareja y tú tenéis tres hijos, esto ya implica un clan familiar de cinco personas. Tus hijos crecerán y se casarán, con lo que tus yernos o nueras incrementarán tu clan, no por consanguineidad, sino por afinidad. Estaríamos hablando de un clan de ocho personas. Si tus hijos tienen a su vez tres hijos cada uno, ya tendrías un clan de diecisiete personas.
Lo importante es que mantengas la unidad familiar, que una familia sea realmente una familia y no un grupo de extraños que comparten apellidos y viven en la misma casa. Que haya confianza, que haya cariño, que haya relaciones fluidas y armonía dentro del hogar, lo cual luego se traducirá en el mantenimiento de esas relaciones dentro de la sippe o familia extensa. Cuantos más hijos puedas tener, más fácil será y mayor será el clan. Lo ideal es que los críes en un ambiente rural, asalvajado, lejos de la Modernidad y de la decadencia social y que procures protegerlos de ella, eso sí, enseñándoles que el mundo es hostil y dándoles las armas para actuar y defenderse en él. Hay muchos pueblos semiabandonados en España que son un lugar ideal para establecerse y tener este tipo de vida sencilla. Así mismo lo ideal sería poder educarlos en casa o tener una escuela basada en estos valores, pero sino es posible, no te despreocupes de la educación que reciben en el colegio, enséñales a ser críticos y a pensar por sí mismos.
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