Si quisiésemos representar a los Visigodos por un símbolo, ese símbolo es la Hexapétala. Su trazado se hace con fáciles pero prácticos giros de compás de tal manera que, a partir de una circunferencia central, se proyectan sobre su trazo otras seis circunferencias con el mismo radio, de cuyas intersecciones resulta una roseta o flor de seis pétalos elípticos. Existen ejemplos tanto de hexapétalas toscas cuyos pétalos se limitan a meras líneas rectas incisas a palo seco como otras finamente talladas o esculpidas.
Aparecen tanto aisladas como unidas componiendo hileras o grupos de hileras, formando lo que llaman “rosa de la vida”.
Esta rosa de seis pétalos, conocida generalmente como hexafolia o hexapétala, es uno de los símbolos más extendidos en la cultura indoeuropea. Utilizado desde antes de la edad de bronce por diferentes pueblos, en distintos momentos históricos y posiblemente con diferentes significados. En España se localizan especialmente por el norte de la Península Ibérica, desde Galicia hasta Aragón.
Es el recurso absolutamente dominante en la iconografía de las estelas ROMANAS hispánicas. En las cercanías de Poza de la Sal (Burgos) se han encontrado más de 300 estelas oikomorfas (llamadas así por presentar una característica forma de casa), muchas de las cuales presentan hexapétalas esculpidas en su cara frontal. Han sido datadas entre los siglos I y IV dC. En cuanto a la significación de este tipo de rosetas, su aspecto vegetal es tan solo aparente, y habría que interpretarlas como SÍMBOLOS ASTRALES, principalmente el SOL aunque también se ha pensado que algunas puedan representar estrellas.
El aspecto vegetal de este motivo es solo aparente ya que habría que interpretarlo como una alegoría de la luz de los astros, principalmente el sol. Esta roseta ya existía como símbolo en la Edad del Bronce, cuando en todo el continente europeo proliferaron los cultos solares. Se cree que, al igual que los trísqueles, tetrasqueles,… y esvásticas son símbolos utilizados como amuleto benefactor o protector. Así pues, este tipo de decoración forma parte del legado de los pueblos de las culturas castreñas del Noroeste que habitaron estas tierras; pero también de los romanos que asimilaron esta clase de representaciones sincretizando en ellas a Júpiter con las divinidades indígenas y, posteriormente, del cristianismo donde viene a significar la luz eterna y, por tanto, la resurrección e inmortalidad del alma.
De en torno a la misma época (siglos II-IV) data el conjunto de estelas familiares romanas que se encuentra diseminado por varios puntos de Las Merindades, Una de estas estelas es la conservada en una fachada de la iglesia de Quintanaseca y que presenta dos hexapétalas en su parte inferior.
Hexapétalas en la estela familiar romana de Quintanaseca, Frías.
De la misma época parece ser la hexapétala que aparece incrustada en la misma iglesia de San Martín de Tours de Quintanaseca.
Hexapétala en la iglesia de Quintanaseca, Frías.
Este curioso colgante con forma de hexafolia fue encontrado en Peña Amaya y se conserva actualmente en el Museo de Burgos. Se considera VISIGODO (mediados del s.VII – inicios del VIII). Los visigodos utilizaron profusamente hexafolias como motivo ornamental en muchas de sus iglesias y templos, pero lamentablemente, los restos visigodos en Merindades y Las Loras son muy escasos y de escasa entidad.
Colgante visigodo encontrado en Peña Amaya.
Los pueblos germánicos suponían que el cielo era la morada de los muertos y el dominio de la divinidad suprema -representada por el sol-, lo que indica una concepción astral de la otra vida. Tanto que las esvásticas y las rosáceas que coronan las estelas hispano-romanas y visigodas representaban al sol y al rayo, estando asociadas al culto a Júpiter y Odín/Wotan y Thor, dioses supremo de los cielos y de la tormenta que, por el fenómeno del sincretismo religioso, se asoció al dios al que los indígenas adoraban en las cumbres de las montañas, Perkunas, en el caso de los lituanos. En el territorio de los astures y de los cántabros se tiene constancia de la existencia de un Júpiter Cantábricus y del culto a Taranis; se considera que las hexafolias simbolizan a Marte y más concretamente a la divinidad sincrética de Marti Tileno, asociada a Teiwaz su equivalente germánico.
En la Península Ibérica, la hexafolia, al igual que la esvástica, gozan de particular predicamento entre diversos pueblos indígenas del País Vasco, Cantabria, pero también en el ámbito astur-galaico y gran parte de Celtiberia, asumiendo casi siempre una significación celeste/astral que expresa la esperanza en la inmortalidad y en la eternidad…
Es muy probable que, como legado indoeuropeo, celta, tras ser asimilada por los romanos, se incorporase al arte visigodo desde donde pasaría al pre-románico y al románico ya épocas subsiguientes, subyaciendo en el arte popular en el que será usado en un sinfín de realizaciones y materiales (madera, piedra, cuero), desde decoración de viviendas (cargaderos de puertas y ventanas, solados de piedra,…) y cualquier tipo de edificación al mobiliario (arcas, espeteras, alacenas,…) y a objetos tan corrientes como las “madreñas”, los mangos de algunas herramientas, el ajuar de cocina de madera (cucharas, cucharones, tenedores,…) e incluso a instrumentos musicales como las castañuelas o los arreos de los animales de tiro y las caballerías, los carros y carretas…
Durante el MEDIEVO apenas conocemos hexapétalas en representaciones religiosas o profanas de nuestra zona. Un ejemplo de esta época son las representaciones que aparecen en la la portada principal de la iglesia románica (s.XII) de Nuestra Señora de la Antigua de Butrera (Merindad de Sotoscueva), conformada por tres arquivoltas de perfil apuntado y roscas decoradas con motivos florales, acantos y puntas de diamante que descansan sobre cimacios decorados a base de zarcillos entrelazados y hexapétalas inscritas en clípeos.
Butrera, Merindad de Sotoscueva. s.XII. Foto de José María Gallardo.
Significado cósmico y religioso
La Roseta Hexapétala está históricamente muy presente en la cultura popular europea. El símbolo se ha usado en diferentes culturas con múltiples significados, ya sea en sentido mágico o religioso. Por esta diversidad y riqueza de interpretaciones, no se considera un simple motivo ornamental sino un elemento de espiritualidad, parte de la iconografía solar; un ideograma astral, de naturaleza religiosa que hace referencia a la luz eterna de Dios, al acompañamiento funerario como símbolo de reencarnación, símbolo de fe o de protección contra fuerzas malignas.
El origen la Roseta Hexapétala no tiene nada que ver con la península ibérica, aunque esté muy presente en ella. Su origen pagano está ligado a la Edad de Bronce, a la protohistoria, a culturas prerrománicas como los celtas y godos. Por tal razón, no es raro encontrar en diversidad de lugares de Europa vestigios arquitectónicos incorporando la Roseta Hexapétala, ya sea en iglesias, como parte de estelas funerarias, o simplemente como elementos decorativos de muebles, en la parte central del dintel de las puertas en casas de labranza en el norte de España, en capiteles; así como en numerosas estelas discoidales, etc.. Algunas de ellas con variantes, con adornos como la estela de Agüero en Huesca, en Los Pirineos. Así como también las innumerables estelas encontradas en el País Vasco.
La Hexapétala se interpreta como un símbolo de inmortalidad. El centro de la flor representa el origen, el principio, el punto de partida y el punto de llegada, el centro cósmico. El disco, la rueda entorno, implica movimiento, rotación, cambio constante, cíclico.
Estas interpretaciones tienen un profundo carácter religiosdo, de ahí la esencia de su valor espiritual y su importancia histórica. La Hexapétala va más allá de ser un motivo ornamental. La variedad de significados que reúne este símbolo, engloba también otros símbolos de origen celta, como son el Trisquel y el Tetrasquel, símbolos también ampliamente estudiados dentro de la cultura popular.
Rosetas hexapétalas labradas en América central por los españoles
La Cruz Solar
Otro de los símbolos germánicos es la Cruz Solar. La Cruz Solar es uno de los símbolos más arcaicos que se conocen en la historia de la humanidad. Por su simplicidad, la cruz, desde la antigüedad ha estado presente en muchas partes del mundo y en diferentes culturas, aún mucho antes de la cristiandad. En otras palabras, es un símbolo universal ligado a leyendas, a la religiosidad del ser humano y a la naturaleza misma.
Como hemos dicho anteriormente, cuando hablábamos de la Roseta Hexapétala, el círculo representa el movimiento, el dinamismo cambiante de la vida. Existe una diversidad de interpretaciones asociadas con la Cruz Solar: con el árbol de la vida, con las estaciones del año, etc…
El significado más intimo sería:
“El punto en el centro de la cruz nos indica al Ser, alrededor del cual gira la cruz. Los elementos son: tierra, agua, aire, fuego. […..]. Se ha usado para representar las cuatro direcciones, los cuatro elementos, la tierra, los cuatro vientos, etcétera.”
Otro ejemplo aparece en la clave de la bóveda de la iglesia románica de Santa maría de Siones de Mena.
Siones, Valle de Mena. s.XIII. Foto de Santi Abella.
En la EDAD MODERNA, a partir de los siglos XVII y XVIII, las hexapétalas vuelven a generalizarse como elementos simbólicos. Comienzan decorando elementos de ARTE RELIGIOSO, tales como artesonados, campanas y otros. El artesonado mudéjar de Quintanilla de An (Valderredible) tal vez sea el ejemplo más antiguo (s.XVI), pero existen bastantes muestras posteriores en muchas iglesias de Las Loras (Castrecías, Albacastro, Hoyos del Tozo, etc.).
Artesonado de la iglesia de Albacastro, del s.XVIII. Foto de la Fundación Santa María la Real.
Artesonado de la iglesia de Castrecías. Foto de Javier Maisterra.
Hexapétala del COE
Hoyos del Tozo. Foto de Javier TS.
También resurge la significación solar y protectora de la hexapétala sobre las CASAS PARTICULARES entre los siglos XVII y XX. Las hay talladas sobre dinteles de piedra o incluso de madera en puertas o ventanas, grabadas sobre el revestimiento exterior de las chimeneas, pintadas en las paredes, en aperos de labranza, muebles y otros objetos de uso común. . En algunos casos reaparecen como complemento representaciones lunares, repitiéndose el esquema ya observado más de un milenio atrás en las lápidas romanas.
En este período histórico, parece que la hexapétala pasa a ser sobre todo un ELEMENTO DE PROTECCIÓN. Tiene el fin de combatir los aojamientos atribuidos a brujas, seres con un maligno poder en su forma de mirar -Los ojos eran considerados las ventanas del corazón- y que podían causar grandes estragos. Estas creencias convivían con otras acerca de seres mitológicos portadores del mal, medio animales, medio humanos, que podían presentarse repentinamente en cualquier momento y lugar, y de los que convenía estar adecuadamente protegidos. Protección contra los espíritus nocturnos: el poder de disipar las tinieblas reside también en la imagen de la luz. Las brujas y espíritus negativos encuentran su mejor acogida en el espacio nocturno; así, colocando el sol en la chimenea, su luz desplaza las tinieblas y, consiguientemente, mantiene alejados a estos jinetes de la noche. Analizado de esta manera, su significado no ha cambiado tanto después de 2000 años. Además, tanto chimeneas como puertas y ventanas son aberturas que comunican el mundo interior, privado y protegido de la casa con el exterior.
En la Cantabria Burgalesa es relativamente común encontrar casas con hexapétalas esculpidas en puertas y ventanas de la zona de los cañones del Rudrón y el Ebro, con bonitos ejemplos en Escalada, Quintanilla-Escalada, Pesquera de Ebro o Báscones de Zamanzas.
Hexapétalas en Báscones de Zamanzas. Foto de Santiago Abella.
Pesquera de Ebro. Foto de Adolfo LG.
“Casa de Las Estrellas” en Fuenteodra, entre Peña Amaya y La Humada. Foto de Jesús Rabiespierre.
Así pues, cronológicamente, estamos ante un símbolo que ha perdurado a través del tiempo ya que los pobladores del norte de España fueron asimilando los símbolos paganos originarios a nuevos significados cristianos y como elementos protectores de sus casas, familia, ganado,…
Hexapétala bordada en la falda de una moza de mediados del siglo XX. Foto de Arija.org.