Freyfaxi es una fiesta que en Odinismo tiene su equivalente en el Lammas céltico que en la antigua tradición céltica, el momento astrológico exacto para esta celebración lo marcaba el Sol, situado a 15 grados del signo de Leo, lo que suele ocurrir en torno al 6 de agosto; pero actualmente se celebra en la víspera del 1 de agosto. La particularidad del festejo consiste en que está relacionado con los caballos. Freyfaxi es el nombre de un caballo que aparece en la saga islandesa de Hrafnkell y que pertenecía -precisamente- a Hrafnkell Freysgoði, el protagonista de ésta. Hrafnkell era un hombre devoto a Frey y por eso nombró a su más hermoso semental Freyfaxi (que significa Frey de la crin/melena llamativa), e hizo un juramento en el que prometió a Frey que nadie más que él y el mismo dios serían los únicos que podrían montar al animal. Por una serie de eventos desafortunados, la promesa se rompe y así se desencadenan los hechos que dan forma a la saga de Hrafnkell. Basados en esta historia, los escandinavos incorporaron las peleas de caballos a los rituales de fertilidad propios de la primera cosecha. No es sólo una época de recolectar los primeros frutos de la tierra, sino también nuestras propias acciones a lo largo del año.
Frey o Fro, como se le conocía en Alemania, era hijo de Njörd y Nerthus, y vio la luz en Vaneheim. Consiguientemente, pertenecía a la raza de los Vanes, divinidades del agua y del aire, pero fue cálidamente bienvenido en Asgard cuando llegó allí como rehén, junto a su padre. Ya que era costumbre entre las naciones nórdicas conceder algún regalo valioso a los niños cuando salía el primer diente, los Ases le entregaron al joven Frey el bello reino de Alfheim, o Tierra de las Hadas, el lugar de los elfos de la luz. Allí, Frey, el dios de la dorada luz del Sol y de las cálidas lluvias de verano, tomó su residencia, encantado con la compañía de los elfos y los hados, que implícitamente obedecían todas sus órdenes y a la más mínima de sus señales iban de acá para allá, haciéndolo todo el bien en su poder, pues ellos eran espíritus preeminentemente benéficos. Frey también recibió de los dioses una maravillosa espada, un símbolo de los rayos del sol, que tenía el poder de vencer en la lucha, por su propia voluntad, tan pronto como fuera desenfundada de su vaina. Frey la usaba especialmente contra los gigantes de hielo, a quienes odiaba casi tanto como lo hacía Thor y ya que portaba su reluciente arma, a veces ha sido confundido con el dios de la espada, Tyr o Saxnot.
Los enanos de Svartalfheim le dieron a Frey el jabalí de cerdas de oro, Gullinbursti (el de las cerdas de oro), una personificación del Sol. Las relucientes cerdas de este animal estaban consideradas como símbolos, o bien de los rayos solares, o del grano dorado, que a su orden se ondulaba sobre los campos de cosecha de Midgard, o de la agricultura. Se suponía que el jabalí (rasgando la tierra con su afilado colmillo) había sido el primero en enseñar a la humanidad el arte del arado. Frey cabalgaba a veces sobre el maravilloso jabalí, cuya velocidad era increíble y en otras ocasiones, lo enjaezaba a su carro dorado, que se decía contenía frutas y flores que él esparcía profusamente sobre la faz de la Tierra. Frey era, además, el orgulloso propietario no sólo del intrépido corcel Blodughofi, el cual cabalgaba a través del fuego y el agua a sus órdenes, sino también del barco mágico Skidbladnir, una personificación de las nubes. Esta embarcación, que navegaba sobre tierra y mar, era arrastrada siempre por vientos favorables y era tan elástica que podía asumir proporciones lo suficientemente grandes como para transportar a los dioses, sus corceles y todo su equipaje, pero también podía ser doblada hasta alcanzar el tamaño de una servilleta y ser guardada en un bolsillo.
Para el Odinismo lo que celebramos en esta fecha es el inicio de la cosecha, son tiempos de trabajo en que recogemos nuestro trabajo. El dulce tiempo en la Europa germánica del norte, marcaba una época de paz, donde todo lo que había que hacer estaba ya hecho, solo había que esperar a recoger, es pues la idea de prosperidad la que marca está celebración, honramos a Frey y a Sif con sus cabellos de oro.
El mito en el que Loki roba el cabello dorado de Sif entra de lleno en estos días, el cabello dorado de la Diosa representa la cosecha, el robo es la posibilidad de perder la cosecha y Thor actúa como garante de la misma a través de los enanos, que aquí representan la tecnología.
Freyr, Thor y Sif (como representación de Nerthus, la madre Tierra) son los protagonistas de la fiesta sagrada, invocamos a la vitalidad del verano, la energía desplegada en ese momento, pero también, al ser el primer día de otoño para las tierras del norte, la preparación que se iba llevando a cabo para el invierno que no tardará en venir, teniendo en cuenta que a partir de ese momento las temperaturas empezarán a bajar. Todo ello está simbolizado por el trigo: un alimento que solo se puede crear cuando se recoge lo sembrado, y que se puede almacenar.
Los Rituales que celebramos en Freyfaxi se centran pues en la cosecha, tanto a nivel material como espiritual: Ya no podemos hacer nada en nuestro último periodo de nuestra vida, lo que hayamos sembrado y trabajado eso recogeremos. Es un excelente momento de reflexión para ver si nuestra vida va por buen camino o si bien hemos perdido el norte. En el primer de los casos daremos gracias a los Dioses por los dones logrados por nosotros mismos, en el segundo les pediremos que nos den fuerza para cambiar nuestra vida, evaluar si la energía con la que nos conducimos es correcta y está bien direccionada, asimismo, aunque veamos este potente Sol lucir en plenitud es un aviso que se acerca el invierno y que tenemos que recoger alimento material y espiritual, reservas para pasar el invierno.
En estos días vemos como las hormigas se apresuran para llenar los graneros, si queremos volver a sincronizar con la naturaleza tenemos que estar conectados con ella y percibir y ser conscientes de todo lo que hacen los seres vivos que nos rodean, la vida es una lección para todos nosotros.