El Mito del Paraíso Andalusí

Los historiadores, periodistas e incluso políticos defienden el reino musulmán en la España medieval, «al-Andalus», como un paraíso multicultural, un lugar donde los musulmanes, cristianos y judíos vivían en armonía. Solo hay un problema con esta versión popular: es un mito. En este libro nuevo e innovador, el académico de la Universidad de Northwestern Darío Fernández-Morera narra la historia completa del gobierno islámico en la España medieval. El mito del Paraíso andaluz arroja luz sobre la historia oculta recurriendo a una gran cantidad de fuentes primarias que los historiadores han ignorado, así como a la evidencia arqueológica recientemente descubierta.

Este supuesto faro de la coexistencia pacífica comenzó, por supuesto, con la violenta conquista de España por los musulmanes. Lejos de promover la paz y la tolerancia religiosa, los gobernantes musulmanes mantuvieron su poder durante siglos a través de la fuerza bruta. Fernández-Morera documenta las numerosas formas con las que el gobierno islámico condujo a la represión religiosa y cultural, incluido el sometimiento de la población cristiana española. El mito del Paraíso andaluz proporciona una reevaluación desesperadamente necesaria de la España medieval, demostrando que los musulmanes no eran, de hecho, gobernantes benevolentes. Mientras los profesores, los políticos y los expertos continúan idealizando la ocupación islámica, Fernández Morera establece el récord histórico, mostrando que un mito políticamente útil es un mito.

 

DARÍO FERNÁNDEZ-MORERA

El mito del paraíso andalusí

Musulmanes, cristianos y judíos bajo el dominio islámico en la España medieval

 Introducción

[En la Edad Media emergieron] dos Europas: una [la Europa musulmana] segura en sus defensas, tolerante en religión y madura en su mundanalidad; la otra [la Europa cristiana] una arena de guerras incesantes en la cual la superstición pasaba por religión y la flama del conocimiento ardía débilmente.

(David Levering Lewis, dos veces ganador del premio Pulitzer y Julius Sil ver Profesor de Historia en la Universidad de Nueva York, God’s Crucible: Islam and the Making of Europe, 570-1215. Nueva York: W.W. Norton, 2008, 335).

En el dominio intelectual, el Islam jugó un papel importante en el desarrollo de la civilización europea occidental al transmitir la filosofía de Aristóteles y su propia tradición científica, tecnológica y filosófica … La tolerancia religiosa permaneció siendo parte de la ley islámica, aunque su aplicación variaba con las circunstancias sociales, políticas y económicas.

(Bert F. Breiner y Christian W. Troll, «Christianity and Islam», The Oxford Encyclopedia ofthe Modern Islamic World, ed. John L. Esposito. Nueva York: Oxford University Press, 2009)

.Los gobernantes musulmanes del pasado eran mucho más tolerantes de las gentes de otras religiones que los cristianos. Por ejemplo, los Estados multiculturales y multireligiosos de al-Andalus gobernados por los musulmanes cedieron a un régimen cristiano que era extremadamente intolerante aun hacia los cristianos disidentes, y que ofreció a judíos y a musulmanes como única alternativa el convertirse a la fuerza o ser expulsados (o algo peor).

(«Islam and the West: Never the Twain Shall Peacefully Meet?» The Economist, 15 de noviembre, 2001).

Los líderes de la tolerancia en la temprana Edad Media era mucho más posible encontrarlos en las tierras musulmanas que en las tierras cristianas.

(Tony Blair, Primer Ministro de Gran Bretaña, «A Battle for Global Values», Foreign Affairs, January/February 2007).

 

Este libro se propone desmitificar a la España musulmana cuestionando, entre otras cosas, la creencia ampliamente difundida de que fue un lugar maravilloso de tolerancia y diversidad entre «tres culturas», bajo la supervisión benevolente de ilustrados gobernantes musulmanes, quienes reemplazaron, de manera más bien pacífica, una preexistente cultura cristiana muy pobre con una brillante civilización multicultural. Como muestran los epígrafes a lo largo de este libro, la visión decimonónica romántica de la España islámica se ha metamorfoseado en escritos académicos y populares que celebran «al-Andalus» por su «multiculturalismo », «unidad de los musulmanes, cristianos y judíos», «diversidad» y «pluralismo» sin que importe cuánto se acerca esta visión a los hechos. Algunos prominentes profesores de Historia Medieval han incluso mostrado abiertamente su interés en promover estas ideas.

Desmitificar a esta civilización requiere sacar a la luz prácticas culturales que pueden parecer no muy atractivas a algunos lectores modernos y que quizá por esta razón se discuten raramente. Los primeros dos capítulos de este libro examinan cómo España fue conquistada y colonizada por las fuerzas del califato islámico. Algunos académicos han argüido que la conquista musulmana se logró principalmente a través de «pactos pacíficos»; algunos incluso rehúsan llamarla una conquista y prefieren llamarla una «ola migratoria». Negar la idea de una conquista, o por lo menos de una conquista violenta, facilita desde luego negar la idea -odiosa para muchos académicos, que la rechazan como una «invención nacionalista» post facto- de que hubo una reconquista cristiana. Otros académicos arguyen que la conquista se llevó acabo por medio de la fuerza.  Ninguna de las dos posiciones es enteramente acertada. Los conquistadores musulmanes usaron la fuerza para derrotar la resistencia del reino cristiano visigodo, una civilización naciente. Pero también desde luego otorgaron pactos a aquellos señores visigodos y dirigentes cristianos que encontraron preferible y aun ventajoso el aceptar las ofertas de «paz» y convertirse en dimmíes (aquellos cristianos y judíos que vivieron en condición jurídica subalterna bajo el dominio musulmán) en vez de enfrentarse a las terribles consecuencias de resistir. Es decir, que detrás de los «pactos pacíficos» había siempre la amenaza de la fuerza bruta.

Los capítulos restantes de este libro examinan aspectos fundamentales de la España islámica que son resaltados raramente, como la represión religiosa y, por lo tanto, cultural en todas las áreas de la vida, y la marginalización de ciertos grupos -todo esto al servicio del control por gobernantes autócratas y por una clase social de autoridades religiosas.

Los proponentes de una relación armoniosa y fructífera algunas veces aducen como prueba las influencias mutuas entre musulmanes y no musulmanes y sus alianzas militares. Pero este argumento no tiene en cuenta que las influencias mutuas, la coexistencia en el mismo territorio, la cooperación, las alianzas militares, y aun los matrimonios interreligiosos, y los resultados culturales productivos y fascinantes con frecuencia aparecen naturalmente en lugares donde diferentes culturas han sido antagonistas -como la Latinoamérica española y portuguesa, la India británica, la Argelia francesa, el oeste norteamericano y aun el sur esclavista estadounidense- sin que esto de ninguna manera disminuya el hecho del conflicto entre las culturas o la existencia de algunos grupos que dominan y otros que son dominados.

Claro que hubo convivencia, en este sentido banal, entre conquistadores y conquistados, pero esto no puede ser considerado característico de la España islámica; es característico de los enfrentamientos culturales entre grupos hegemónicos y subalternos en casi cualquier lugar.

Y desde luego este intercambio cultural en la España medieval entre musulmanes y cristianos fue enteramente práctico, sin que constituyera una adopción de la cultura del otro, al contrario de lo que había sucedido con los visigodos, quienes sí se asimilaron a la cultura precedente en su lengua, en su religión, en sus leyes, en su literatura y desde luego en los conocimientos prácticos. Por el contrario, los musulmanes no se asimilaron, sino que procedieron a reemplazar la cultura precedente.

La posición interpretativa de este libro es maquiavélica, no panglosiana. Aquellos que presentan a la España islámica como un ejemplo de coexistencia harmoniosa con frecuencia citan el hecho de que grupos musulmanes, judíos y cristianos algunas veces vivieron los unos cerca de los otros. Aun cuando esto ocurriera, sin embargo, estos grupos vivían con mucha más frecuencia en sus propias vecindades. Lo que es más importante:

aun cuando individuos musulmanes, judíos y cristianos cooperaran los unos con los otros por conveniencia, necesidad, simpatía mutua o amor, estos tres grupos y sus numerosos subgrupos estuvieron implicados por siglos en luchas por el poder y por la supervivencia cultural, que se manifestaban a menudo de manera sutil y que no deberían ser disminuidas a favor de ideales modernos de tolerancia, diversidad y convivencia.

UNA «CULTURA DEL OLVIDO»

El califato omeya se vino abajo en el siglo XI … En 1085, Alfonso VI, rey cristiano de León y Castilla, capturó Toledo; al contrario de los francos, él supo que no debía imponer el catolicismo a la gente a punta de espada … El espíritu de tolerancia que los árabes habían creado sobrevivió su partida.

Se necesitaron más de cuatro siglos para llegar … a la intolerancia religiosa de la inquisición española. (Kwame Anthony Appiah, Laurance S. Rockefeller profesor de Filosofía, Universidad de Princeton, «How Muslims Made Europe», New York Review of Books, 6 de noviembre,

 

Índice

Introducción ……………………………………………………………………………………………………………. 13

Capítulo l. Conquista y Reconquista ……………………………………………………………………………. 37

Capítulo 2. Los efectos de la Yihad: La destrucción de una civilización………………………………… 91

Capítulo 3. Las realidades diarias de al-Andalus …………………………………………………………… 131

Capítulo 4. El mito de la tolerancia omeya: inquisiciones, decapitaciones, empalamientos, y crucifixiones ……………………………………………………………………………………………………………. 177

Capítulo 5. Las mujeres en la España islámica: velos, esclavitud sexual, circuncisión femenina y apedreamiento ………………………………………………………………………………………………………… 203

Capítulo 6. La verdad sobre la «Edad de Oro» de la comunidad judía ………………………………… 257

Capítulo 7. La condición cristiana: de dimmíes a extintos ………………………………………………. 291

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