Si tuviésemos que distinguir a un odinista de otros, no lo haríamos por “lo que cree”, por su “Fe” u opiniones, por lo que pone en el Facebook o lo que escribe en Tweeter. No. Un odinista se antepone al resto de los humanos por su capacidad en levantarse cuando cae al suelo, por su resiliencia, por resistir los empates del destino y ser una roca que resiste el empuje de las olas del mar embravecido, que es la vida.
Y tenemos un problema en nuestra sociedad, no ya de las generaciones intermedias sino de los niños y jóvenes que se les educa desde la debilidad, en lo que ahora se llama “la generación blandita”. Padres que llevan la mochila al niño hasta la puerta del colegio + padres que piden que no se premie a los mejores de la clase porque los demás pueden traumatizarse + padres que le hacen los deberes a los niños que previamente han consultado en los grupos de WhatsApp = niños blanditos, hiperprotegidos y poco resolutivos.
¿Cómo puede llegar a educarse el carácter? No desde la teoría, desde luego. La educación en valores es algo abstracto, algo que se trata sobre todo desde la ética, donde se elucubra lo que está bien y lo que está mal. Las virtudes son esos mismos valores, pero ya integrados en la persona, esas herramientas que proporcionan al ser humano las fuerzas necesarias para conducirse en la vida de una forma llena y pletórica.
En España, se habla de «educación en valores», pero no es lo mismo. El carácter se entiende como echarle valor, coraje, actuar en consecuencia cuando se sabe lo que está bien o está mal, no limitarse a indignarse. Ahora mismo nuestra sociedad promueve la náusea en lugar del apetito de nuestros niños. En su opinión, los niños de ahora saben cuándo se tienen que sentir mal ante determinadas conductas, pero educar el carácter es animarles a dar un paso, a ser ejemplo, a que sus valores pasen a la acción. Si están acosando a un niño, no callarse y protegerle. Decir no a la presión del grupo. Los rasgos del carácter son esas cualidades que nos engrandecen como personas:
A continuación detallaremos estas Nueve Nobles Virtudes: Coraje, Verdad, Honor, Fidelidad, Laboriosidad, Hospitalidad, Disciplina, Confianza y Perseverancia.
1 -Coraje: El valor es requerido en todas las personas, un coraje que sirve para afrontar todas las dificultades de la vida, las batallas, los tiempos difíciles y sus creencias. El coraje es necesario para el día a día, para cumplir las misiones que a uno se nos presentaran y hacer frente a las adversidades de todo tipo sin desfallecer.
2 -Verdad: Jamás podemos faltar a la verdad, tanto en lo religioso como en lo mundano. Uno no podía renegar de sus creencias, ni obligar a otros a seguirlas. No está permitido mentir, aún cuando pudiera ir la vida en ello.
3 -Honor: Repercute en el renombre y reputación, manifestaciones externas de algo más complejo. La persona honorable es aquella que actúa de acuerdo a los principios morales y religiosos, que defendía la verdad y cumplía sus promesas. El honor realmente es un estado espiritual en el que la persona se acerca a la divinidad y segue rectamente los principios.
4 -Fidelidad: La fidelidad no se refiere únicamente a la fidelidad material que nos une a un líder o a un cónyuge; sino que la verdadera fidelidad la debemos a los dioses. Es con ellos, que debemos ser fieles. Agradecerles los bienes que nos otorgan, y no olvidarles. Del mismo modo uno debe respetar a sus antepasados y ser fiel a sus progenitores y ancestros. Uno debe de vivir acorde con los dioses.
5 –Laboriosidad: Se decía antiguamente que los dioses no favorecían a los ociosos. Cada uno tiene su papel en esta vida, y debe tratar de cumplirlo. No solamente debe uno trabajar y ganarse la vida honradamente sino que además debe estudiar y atender a los dioses. Si abandonamos nuestras responsabilidades también los dioses nos abandonan a nosotros.
6 –Hospitalidad: La hospitalidad nos conmina a tratar a los demás con respeto y dignidad. No hace referencia solamente al hecho de atender y alojar en nuestra casa al viajero y al necesitado, sino que también nos dice que debemos ser hospitalarios con aquellos que lo necesiten. Es decir, debemos ayudar aquél que lo necesite o al que nos lo pida sin esperar nada a cambio.
7 –Disciplina: Es con nosotros mismos con quien debemos ser disciplinados, no con los demás. Esto quiere decir que debemos cuidarnos de hacer lo correcto, de no desviarnos del camino verdadero. La autodisciplina es la que nos va a permitir avanzar y no caer en la ociosidad. Sin disciplina seremos seres desequilibrados; por ello uno debe tener la disciplina necesaria para no olvidar cuales son sus obligaciones a todos los niveles y mantenerse así equilibrado.
8 –Confianza: Uno debe tener confianza en sí mismo, en sus posibilidades y en los dioses. La confianza es aquello que nos permite no tener dudas sobre nosotros mismos, pues si la duda tiene lugar es cuando empezamos a perder fuerza y llegan las inseguridades. Solamente aquel que confía en si mismo es capaz de avanzar con libertad.
9 –Perseverancia: Para los odinistas, las cosas no vienen de modo sencillo, ni regaladas gratuitamente por la divinidad. Por ello es importante perseverar día a día para mejorarnos y conseguir alcanzar nuestras metas. Vamos a caernos muchas veces, pero debemos ser fuertes y volvernos a levantar, no rendirnos. Solo así conseguiremos alcanzar nuestros objetivos.
Este conjunto de valores que conforman el tradicional carácter indoeuropeo, es lo que garantiza la verdadera educación de un niño, la garantía para los padres que cuando ellos no estén sus hijos podrán desenvolverse perfectamente en un medio, que es naturalmente agresivo y donde solo los mas fuertes tienen derecho a sobrevivir.
Rudyard Kipling, escribió un precioso poema, Si:
Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y te echan la culpa; si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí, pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda; si puedes esperar y no cansarte de la espera, o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras, o siendo odiado no dar cabida al odio, y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria…
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen; si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo; si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre) y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
Si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho: tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios, o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas…
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta, y perder, y comenzar de nuevo por el principio y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida; y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza, excepto La Voluntad que les dice «!Continuad!».
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser; si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte, si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado; si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.
Para nosotros, Odín es nuestro ejemplo, el Sol que alumbra nuestras vidas, donde nos reflejamos para ser un poco mas como él, ir creciendo en fortaleza y sabiduría, en definitiva , ser cada día un poco mas dioses.