Tras los últimos atentados en Francia y las noticias que llegan de Oriente sobre el Estado Islámico, mucha gente ha empezado a ser consciente de que el islam es la principal amenaza que tiene Europa en estos momentos. No falta, por supuesto, los buenistas que acuden rápidos a decir que no es lo mismo el islam radical que el islam moderado, pero lo cierto es que el problema es el islam, no existe eso que se llaman islam moderado. No se trata de que el islam tuviera unos buenos orígenes y luego degenerara, nació siendo una religión totalitaria y destructora de la cultura, desde tiempos de Mahoma, el cual es el Profeta sagrado para los musulmanes y parece que es una figura intocable por ello… pero no deja de ser un genocida y un pedófilo.
Por supuesto criticar el islam, en estos tiempos de corrección política, conlleva que muchos estrechos de miras, dogmáticos y buenrrollistas partidarios de la sociedad multicultural te acusen de racista, cuando el islam no es una raza. Hay árabes musulmanes, cristianos, ateos, agnósticos… e incluso debe haberlos que siguen su vieja religión tribal. Del mismo modo, hay musulmanes persas, árabes, malayos, sudaneses… y aunque pocos, europeos (y con europeos me refiero a personas de raza europoide, no a árabes que tienen el pasaporte de algún Estado europeo, naturalmente). Por lo tanto, tan injusto es asociar árabe con musulmán, como asociar europeo con cristiano. Del mismo modo que el cristianismo arrasó nuestras arboledas, profanó nuestros santuarios y destruyó las imágenes de los dioses (ídolos para ellos), considerándolos malignos demonios frente a su dios único y verdadero; lo mismo ocurrió en Arabia, donde la secta de Mahoma destruyó los altares de los casi 360 dioses a los que se rendía culto en La Meca antes del islam, y destruyó la religión tribal árabe. Los árabes son las primeras víctimas del islam, por lo que no solo no son enemigos, sino que son potenciales aliados ya que ambos pueblos (árabes y europeos) llevamos siglos bajo la peste negra espiritual del monoteísmo judío.
Si los musulmanes llaman a ese engendro de dios único y verdadero Alá (castellanización de Allah) se debe a que el Dios Celestial y Creador de la religión nativa árabe es Allah-Taala, que fue asociado, de forma blasfema, con el Jehová judío por parte de Mahoma. Algo similar ocurre en Europa, pues al dios judeocristiano se le llama Dios, palabra que deriva del latín Deus y este a su vez del indoeuropeo Dyeus, nombre del Dios Padre Celestial indoeuropeo, de donde procede Zeus, Ius Piter
(Júpiter), Dievas, Deiwaz/Teiwaz (Týr)… por lo que se actuó de la misma manera: deformar hasta el sacrilegio la figura del Dios Padre, para asociarlo con Yahveh y considerar al resto de dioses como demonios maléficos. Si el cristianismo fue echarle un barniz judío a la religión europea, el islam fue como echar ácido a la religión árabe. Pero pese a ello, ha sobrevivido en el folclore y es susceptible de ser recuperada, como algunos europeos, lentamente, estamos haciendo con la nuestra.
La amenaza del islam radica en que, mientras que en Europa durante siglos se ha educado a los niños en que sean tolerantes, pongan la otra mejilla, amen a los enemigos, que las razas no existen, que todos somos iguales… a ellos se les enseña que Alá es grande, y están dispuestos a morir y matar por él. La sociedad multicultural es la que ha provocado el racismo, pues ha generado una sociedad de castas, y los inmigrantes (muchos de ellos musulmanes) viven en barrios marginales, al margen del Estado, con profundos lazos tribales para con su comunidad, sin los cuales no podrían sobrevivir. Mientras que los europeos nos hemos vuelto individualistas, materialistas y totalmente dependientes del Estado, ellos se aprovechan en lo que pueden del mismo… pero viven al margen, con lazos mucho más fuertes, son los nuevos bárbaros, y como siempre, la barbarie se acaba imponiendo a la civilización, sencillamente porque es más fuerte.
Los árabes, la mayoría musulmanes por herencia, como muchos europeos son cristianos por herencia pero piensan y actúan como paganos, desmintiendo esto el concepto de religión universal y quedando claro que se trata de una cuestión de herencia familiar y de identidad (como los que votan a X partido porque en su familia los han votado siempre); cuando están en sus países, ven caer bombas de la Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) y les enseñan a odiar a Occidente, que los ha colonizado y que ha llevado la guerra y la miseria a sus casas. Obviamente, cuando crecen tienen dos opciones: o emigrar y una vez aquí, en la sociedad de castas, convertirse en traficantes de droga o ladrones callejeros… o bien refugiarse en la mezquita (ya sea aquí o en sus países) y recibir la fuerza espiritual de que Alá es Grande. Mientras que a los europeos se les castra, se les convierte en siervos, se les aliena con telebasura, se fomenta el egoísmo y el sentimiento de culpa… a ellos se les convierte en muyahidines, se les enseña a hacer la yihad. Ni que decir tiene, quienes son mejores guerreros y, por tanto, tienen más posibilidades de vencer.
El cristianismo ha vuelto débil a Europa, pero cuando, como Nietzsche predijo, “Dios ha muerto”, llegaron las ideologías materialistas y salvíficas a sucederle. El liberalismo y el marxismo, que no son sino un cristianismo para ateos. Se cambia la fe en el Paraíso por la fe en el Progreso o en la Revolución Social, se cambia el culto al Dios Único por el culto a “los Mercados” o al dios Dinero… o bien por el culto a la palabra revelada y sagrada de Marx, siendo El Capital la nueva Biblia. En lugar de Inquisición, tienen fiscales del odio, en lugar de monasterios, tienen gulags o cárceles para reinsertar en la sociedad a los pecadores del siglo XXI, se rinde culto al Estado Providencia y a la sacrosanta democracia liberal, a la Nación o el Pueblo, que han perdido su sentido étnico-tribal para convertirse solo en una descripción de las masas a las que se les da una nacionalidad en función del pasaporte del Estado que ejerce la jurisdicción sobre el territorio que han nacido. Se considera francés a un argelino lo mismo que a un descendiente de los galos, los romanos y los francos, y se le llama “francés de origen argelino” como si un perro que naciese en un establo pudiese ser “un caballo de origen canino”.
Sin embargo ni el cristianismo, ni el liberalismo, ni el marxismo son capaces ya de mover a nadie como antaño. Nadie va a morir o matar por la Cruz como un miles Christi medieval, ni va a morir por la Libertad como en el siglo XIX, ni tan siquiera por hacer la revolución social como en el siglo XX. En cambio ellos sí están dispuestos a todo con un Corán en la mano y una AK-47 en la otra. Nos queda el culto a la debilidad y la sumisión, la idea de pecado, el sentimiento de culpa, la resignación… conceptos propios del cristianismo. Nos queda el falso concepto de nación, de que todos somos iguales, de que todos somos ciudadanos, y el culto a la falsa democracia, pues no gobierna el demos, gobiernan las masas, adoctrinadas y dirigidas por la oligarquía, deseosa de imponer la dictadura del 51% manipulado y borrego, propios del liberalismo. Nos queda el marxismo cultural, el sentimiento de culpa por nuestro pasado, la dictadura de lo políticamente correcto, la negación de las razas, el cuestionamiento de la cultura occidental de la teoría crítica… propios del marxismo. Sin embargo, pese a ese poso en el alma europea, muy pocos creen ya en esas ideologías, solo unos cuantos nostálgicos que se dedican a cantar himnos y darse ánimos (lo mismo da que sea una saeta en una procesión, que la Internacional en un mitin), impotentes ante su destrucción pero convencidos de que tienen la verdad absoluta con ellos, ya sea la religión revelada o el socialismo científico aquello en lo que creen.
El complejo de culpa es usado continuamente para justificar que los europeos tenemos que consentir cualquier ataque a nuestra cultura e incluso la destrucción de nuestros países. Conmemorar el final de la Reconquista con la toma de Granada en España es considerado racista y al final del Reino de Granada o de al-Ándalus se le considera un genocidio. Sin embargo, ningún árabe sentirá complejo alguno por expulsar a los cruzados europeos del Reino de Jerusalén y el Principado de Antioquía, porque se entiende que eran Estados europeos en medio de territorio árabe… así mismo, ningún turco tendrá sentimiento de culpa por haber tenido un Imperio que abarcaba tres continentes, y nadie discute que los turcos tienen derecho a tener una patria y desarrollar en ella su cultura. A ningún palestino se le llamara genocida por querer destruir el Estado de Israel y expulsar a los colonos israelíes de Palestina.
Todos los pueblos tienen derecho a desarrollar su propia cultura, tradición, religión, cosmovisión y valores en su propia patria. Los europeos, evidentemente, también. Por lo tanto debemos identificar bien al enemigo, que no son los inmigrantes que viven en Europa (víctimas de ese proceso de globalización, universalismo y destrucción de las razas y las culturas igual que nosotros) sino el universalismo, ya sea en la forma de universalismo religioso (propio del monoteísmo abrahámico) ya sea en la forma de falso internacionalismo propio de las ideologías materialistas salvíficas, herederas del cristianismo. El islam es una de las cabezas de la hidra contra la que luchamos, pero no la única. Los fundamentalistas islámicos son financiados por dinero saudí, Arabia Saudí es un Estado satélite de Estados Unidos, y son los grandes bancos judíos los que controlan la Reserva Federal (por tanto, la emisión del dólar) y financian a los grandes partidos de EEUU. Del mismo modo que controlan el Banco de Inglaterra y la libra, y el Banco Central Europeo y el euro. Islam, cristianismo y judaísmo son pues la misma cosa, adaptada a las circunstancias (el judaísmo es la deformación de la religión tradicional hebrea, el cristianismo de la religión europea y el islam de la religión árabe) y también el liberalismo y el marxismo, ideologías salvíficas adaptadas al ateísmo nihilista que el monoteísmo ha provocado.
La estrategia lleva siendo la misma durante milenios: primero se crea el judaísmo destrozando la religiosidad del pueblo hebreo, siendo el judaísmo la verdadera amenaza de todos los pueblos, empezando por los pueblos semitas (por lo que no deja de ser gracioso que te llamen antisemita si cargas contra el judaísmo). Una vez hecho esto, las élites judías se han apoderado del Imperio del momento pudriéndolo desde
dentro, ya fuera el Imperio Romano… o ya sea Estados Unidos ahora. Por eso crearon el cristianismo, una ideología diseñada para judaizar la religión europea. Luego crearon el islam para judaizar la religión árabe. Usando el cristianismo y el islam, que vienen a ser lo mismo, como si fueran religiones antagónicas, consiguieron que hubiera multitud de guerras y que los pueblos se destruyesen entre sí. Cuando en Europa el cristianismo estaba empezando a decaer en el siglo XV y con el Renacimiento se volvía a la cultura europea anterior… surge el protestantismo. Así los europeos podían seguir matándose entre católicos, luteranos, calvinistas… y cuando en el siglo XVII estas guerras de religión terminan, crean el liberalismo, que triunfa definitivamente a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Así se crea la falsa división entre izquierdas y derechas, dentro del mismo sistema. Cuando este decae, cuando los movimientos obreros surgen para derribar el Estado liberal… crean el marxismo que se impone como única forma posible de socialismo y monopoliza los movimientos obreros, siendo los anarquistas u otras corrientes utópicos cuando no reaccionarios frente al marxismo. Así pues, liberales y marxistas como antaño católicos y protestantes, cristianos y musulmanes… la sociedad dividida pero siempre ganan los mismos.
El monoteísmo y las ideologías totalitarias siempre necesitan la figura del Adversario, ya sea Satán para los cristianos, Iblis para los musulmanes… o Hitler para liberales y marxistas. Muchas personas, hastiadas del sistema de valores actual, al percibirlo vacío y sin sentido, se han pasado al bando de los malos, y de ahí surge el satanismo y el nazismo. La mayoría de jóvenes que lucen cruces invertidas y pentagramas satánicos, odian profundamente el cristianismo… pero en el fondo no tendrían sentido si el cristianismo no existiese, son una anti-ideología. Del mismo modo que la Iglesia no tendría sentido sino existe el pecado (pues sin pecado, no hay infierno y tampoco necesidad de salvarse de nada) y el pecado lo representa Satán… el satanismo no tiene sentido si no existe el cristianismo. Lo mismo ocurre con los nazis, pues es una ideología antiliberal, antimarxista, antiparlamentaria… por lo que si todo esto no existiese, no tendrían sentido. El nazismo es el satanismo del siglo XXI. Lo triste de esto es que tanto satanistas como nazis están alimentando la bestia que tanto odian, sin saberlo, por supuesto.
La buena noticia es que el cristianismo, el liberalismo y el marxismo son las ideologías que llevan sosteniendo el pensamiento europeo en los últimos 1.600 años… pero llevamos siendo europeos desde hace más de 40.000 años. Es falso que el Cristianismo fuese un freno para el Islam, los europeos frenaron al islam a pesar de estar cristianizados, pero desde luego no gracias a ello, pues difícilmente lo hubieran podido derrotar si realmente hubieran sido cristianos y hubieran amado a sus enemigos, poniendo la otra mejilla ante la invasión. En el fondo la amenaza islámica no es más que un capítulo más de los enfrentamientos entre Europa y Asia a lo largo de la historia. Los griegos frenaron a los persas en las Termópilas, los godos y los romanos frenaron a los hunos en los Campos Cataláunicos, los francos frenaron a los árabes en Poitiers, los rusos lucharon contra los mongoles y los tártaros, una alianza encabezada por los españoles frenó a los turcos en Lepanto… pero eran tiempos en los que aún existían europeos con un fuerte concepto tribal, de la identidad, frente a las hordas asiáticas.
La Historia se está repitiendo, y pongamos el ejemplo del año 711 en nuestra Iberia. Mientras que los godos estaban divididos en luchas partidistas y guerreaban entre ellos, siendo ya una Monarquía débil y desgastada, con un Rey que acababa de subir al trono y al que muchos discutían, con un feudalismo incipiente en algunas regiones… llegó un enemigo más fuerte y más joven a las puertas, con un fuerte concepto tribal, lleno de energía y dispuesto a conquistar el país. Lo que en un primer momento hubiera sido una simple incursión de saqueo… se encontró con la inesperada complicidad de traidores que por vileza y estrechez de miras, por odio al Rey y deseos de tener el poder a toda costa… le abrieron de par en par las puertas y se pusieron bajo el estandarte enemigo contra su propio pueblo.
Siempre habrá un don Julián, siempre habrá witizianos… pero ¿qué deberíamos hacer los odinistas españoles? Pues ni más ni menos que o que hicieron nuestros antepasados: sobrevivir. Hay cientos de pueblos semi-abandonados como alternativa las masificadas grandes ciudades, hay espacios en los que la Modernidad no ha llegado, el enemigo no puede controlarlo todo, por muchos medios que tenga. Refugiados, manteniendo nuestra cultura, nuestra identidad, con fuertes lazos tribales, con clanes fuertes y sólidos frente al individualismo que nos rodea, con fuerza de espíritu frente al materialismo… podremos resistir en una nueva Covadonga, en espera de que sea el momento de pasar a la ofensiva, cuando el enemigo empiece a dividirse y a destrozarse así mismo.
Debemos contestar no sólo el pensamiento dominante en los últimos 1.600 años, sino más allá, en los últimos 5.000 años, cuando nace el Estado y con él la estructura de
dominación. Frente al estatismo, el anarco-tribalismo que defiende la identidad, la propia cultura, y la libertad real. Frente al concepto de civilización, el de barbarie, el primitivismo. Siempre que se ha civilizado a un pueblo, se ha destruido su cultura, se ha masacrado a sus hijos. La civilización es la que lleva el progreso a los pueblos atrasados, es la que tala bosques y selvas, y la que expulsó a los indios de sus tierras en América. Frente a eso, el primitivismo, el salvajismo, es la verdadera libertad… y es falso que la cultura sea exclusiva de los civilizados, pues los druidas celtas, las völvas o los mannabliksmo germanos, los filósofos griegos que el cristianismo asesinó, como Hipatia de Alejandría, los sacerdotes mayas… ya tenían cultura antes de que llegara la civilización. Frente a la dominación de unos pueblos por otros, el imperialismo, defendamos la unión libre y voluntaria, el federalismo. Frente al monoteísmo abrahámico, por supuesto, la espiritualidad nativa. Frente al individualismo liberal, el mutualismo y la cooperación. Frente al marxismo cultural, la cultura europea.
Esta es la única forma de que la cultura europea se salve, en medio de un mundo en el que los Estados liberales se están diluyendo y solo se puede esperar un retorno a la anarquía. En la anarquía habrá tres modelos: un mundo regido por las grandes corporaciones, en el que un holding de varias empresas haga las veces de Estado (con su policía y sus ejércitos privados), que podríamos llamar anarco-capitalismo; un Estado totalitario que, a fin de cuentas, hará las veces de una corporación con el monopolio en su territorio… y el mutualismo, las comunidades en las que los lazos tribales sean fuertes y sobrevivan apoyándose unos a otros. Debemos elegir en qué modelo queremos que nazcan nuestros nietos, y yo me anticipo a decir que, en la Naturaleza, las especies que se apoyan unos individuos a otros, sobreviven mejor que aquellas que son individualistas, por lo que es el modelo mutualista el que puede sobrevivir frente al neo-feudalismo capitalista que ya estamos viviendo, y frente al totalitarismo que viene a ser lo mismo, representado fundamentalmente, aunque no exclusivamente, por el islam.
José Manuel
Jarl de Fauces de Tormenta y Delegado de la Comunidad Odinista de España-Ásatrú en Andalucía