El poema de Beowulf es el máximo exponente de poesía primitiva inglesa. Fue escrito de forma anónima en anglosajón o inglés antiguo y ha sido objeto de estudio por ser una de las joyas más preciada de la literatura inglesa. Es el poema por excelencia de los pueblos germanos, conquistadores de los antiguos britanos.
La leyenda fue transmitida oralmente durante siglos hasta que, gracias a los signos latinos, pudo ser escrita. Se calcula que el primer manuscrito de esta epopeya estaría entorno al siglo VII. Sin embargo, el texto más antiguo que se conserva en el museo británico es del año 1000.
La gesta se centra en dos fases de la vida de Beowulf, héroe de los gautas. La primera narra la juventud del guerrero y la segunda su muerte, siendo ya un rey anciano. Se marca con ello los momentos cruciales de la vida de Beowulf, su iniciación como héroe y su declive, su muerte.
A pesar de las referencias cristianas la obra tiene un marcado sentido pagano, buscado por el propio autor. Beowulf es un héroe pagano. Su muerte y sus gestas no están orientadas a la búsqueda de la santidad o a la espera de otra vida, como ocurre con otros personajes medievales como el rey Arturo o el propio Cid Campeador. Tolkien opina que el autor del poema quería mostrar el ideal de heroísmo de los pueblos germanos y vikingos, anteriores al cristianismo. Sin embargo, no obvia la influencia de esta fe en la obra, su representante será Hrothgar, rey de los daneses.
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Beowulf y Grendel.
Hrothgar simboliza al rey anciano y sabio creyente, es decir, cristiano. Mientras que Beowulf es el guerrero ético, pero pagano. Por ello su destino, vaticinado por Hrothgar no es la vida eterna, sino el honor (dom) que le dispensara su pueblo.
La acción comienza en el reino danés de Hrothgar, que es asolado por Grendel, un ogro que odia a la humanidad. Es la música y la felicidad de los hombres de Hrothgar lo que despierta la ira de este asesino. Grendel es descrito como hijo de Caín, lo que vincula al cristianismo. Sin embrago, a pesar de ello, su figura está más cerca de la mitología germánica, en la que los monstruos eran concebidos como productos de la tierra y de la roca. Estos personajes se diferencian claramente de los elfos, espíritus y duendes, que tenían una relación más espiritual.
Grendel ataca todas las noches el castillo de Hereot, construido por el monarca danés, y devora a sus súbditos. Todas las noches se produce la matanza de los hombres, que ya no saben qué hacer contra el ogro. Por fin, llega a oídos de los gautas los asesinatos de Grendel y el más valiente de entre ellos se encamina a socorrer a sus aliados. Beowulf es descrito como “el indomable de los gautas, valeroso guerrero que en fortaleza superaba a cualquiera.”
Para mostrar su valía Beowulf decide enfrentarse contra Grendel con las manos desnudas, tal y como pelea el monstruo. De esta forma la batalla será igualitaria. Ello juega también un rol significativo en el desenlace final, ya que una magia protegía al ogro de cualquier herida por armas. Cuando cae la noche en Hereot el asesino se desliza ansioso de sangre y da muerte a uno de los hombres de Beowulf. Pero este ataque da la alarma al resto que se abalanzan sobre él. Nadie consigue dañarle, salvo Beowulf que se arroja a la batalla.
Grendel conoce entonces el miedo cuando no logra librarse de tan temible adversario. Busca el monstruo huir a la ciénaga, pero es inútil. El gigante no consigue escapar antes de que el héroe le hiera de muerte y le arranque un brazo. Éste es puesto como señal de triunfo en el palacio. Todos celebran la derrota del ogro y se consideran libres de sus crímenes.
Sin embargo, la noche siguiente una nueva muerte entristece a Hrothgar y a sus hombres. La madre de Grendel aprovechando la oscuridad ha saciado su venganza en quienes habían dañado a su hijo. Fue descubierta la bruja y tuvo que huir a la ciénaga. Tras ella fueron los gautas y los daneses para darle muerte.
Llegan los guerreros a las aguas que son su guarida, pero ninguno de ellos se atreve a atravesarlas. Beowulf se sumerge solo en ese lago de muerte. Esto se ha comparado en algunas ocasiones con la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Lo que sí parece claro es que hay un descenso a los infiernos, elemento común en muchos mitos como el de Ulises o Don Quijote. Las aguas como símbolo de la muerte es también un lugar común en la mitología.
El héroe es atacado por serpientes y bestias hasta que llega a la madriguera de la loba. La bruja nota la presencia del héroe y se lanza contra él. Beowulf responde a este ataque. Sin embargo, por vez primera su espada hierra el golpe. El guerrero no pierde el tiempo y se arroja a la batalla con sus propias manos. La madre del ogro contratacó con fuerza y el héroe cae de espaldas. Por suerte es ahora el filo de la ogresa el que falla el golpe al chocar contra su armadura. En ese momento de apuro Beowulf ve una hoja cincelada por gigantes. La toma del suelo y la calva en el cuello de la arpía, que cae muerta.
El guerrero examina el lugar buscando a Grendel y acabar así con los años de pesar que la bestia había causado. Pero es tarde el cuerpo del ogro yace sin vida en la cueva. Beowulf le corta la cabeza para llevársela a Hrothgar. La sangre del gigante hace que la espada mágica se derrita. Esta misma sangre hace hervir las aguas del lago. Los hombres que esperaban el regreso de Beowulf piensan al verlo que éste ha caído y se marchan a dar la noticia al rey. Sólo los gautas confían en su héroe y esperan su regreso.
Beowulf cruza de nuevo el lago y reaparece purificando esas ponzoñosas aguas. El héroe se dirige al palacio acompañado de sus guerreros y allí es cubierto de gloria. Lleva consigo la cabeza del monstruo y la empuñadura de la espada que cercenó su cabeza y mató a la bruja.
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Beowulf y el Dragón.
Estas dos gestas convierten al guerreros gauta en un héroe y así regresa a su tierra. Beowulf se ha alzado con la victoria no frente a un ejército o a otro hombre, sino que su lucha ha sido contra un ogro. El final de un guerrero tal tiene que estar en consonancia con su principio. De ahí que Tolkien vea en el Dragón un digno adversario, el único digno para semejante héroe.
Pero si a Grendel y a su madre se enfrenta al comienzo de su vida como guerrero, el Dragón es la última de sus pruebas. Le llega cuando se ha convertido en un monarca justo, que protege a su pueblo. Para un héroe pagano la valentía y el honor eran elementos cruciales. No se busca la bienaventuranza de la otra vida, sino la fama en el combate. Esta importancia del coraje en todo el poema marca su tinte precristiano. Las referencias cristianas quedan en segundo plano. El fin de Beowulf es sucumbir frente al Dragón, de la misma manera que en la mitología nórdica el fin de todos los dioses y héroes era morir en el Ragnarok.
Beowulf se enfrenta al Dragón sabiendo esto. Su responsabilidad como monarca le lleva a proteger a su pueblo de esta bestia, que ha despertado de su letargo. La causa de los ataques de la sierpe es el robo de parte de su tesoro por un hombre. El Dragón simboliza la avaricia y la codicia.
El héroe ya mayor se vuelve a enfrentarse a su destino solo. Todos sus hombres huyen al ver al gigantesco animal y el fuego que este despide, salvo Wiglaf. Este guerrero, recordando a su valeroso y bueno señor, va en su ayuda cuando el combate parecía ya decidido en su contra. Un temible golpe asienta contra el dragón haciendo que el fuego que amenazaba a Beowulf amainara. Así el rey pudo rematar a la sierpe clavándole en el vientre su puñal.
Los guerreros salen victoriosos, pero Beowulf está herido de muerte. Wiglaf echa en cara los demás hombres su cobardía y manda emisarios a la corte para anunciar la muerte del rey. Beowulf pide ver el tesoro del Dragón antes de morir y ordena que le construyan un túmulo en la costa. Wiglaf, representación de la lealtad, obedece las últimas órdenes de su rey.
Beowulf recibe un funeral pagano. Es incinerado al lado del mar y llorado por su pueblo, al que espera, tras la muerte de su protector, un futuro desesperanzador. La muerte y la desesperanza parece el resultado final del poema, lo que marca su carácter pagano. Sólo la memoria del coraje de Beowulf queda como señal de sus gestas.