“De la “Raza del Espíritu” son aquellos que han aceptado una clase particular de cultura del ser y camino de vida… de práctica interna y externa orientada a la forja interior y la acción en el Mundo, conforme a un ideal de “Señorío y Nobleza”. Esto es, de superior libertad y gobierno de sí más allá de todo lo que nos aliena, envilece o adormece”…
El Arya Marga, el “sendero noble”, la vía que el Sanatana Dharma o “Tradición Eterna”, señaló como camino seguro hacia la auto realización y la Trascendencia. El más antiguo camino, el más puro, el primero…
Siguiendo las palabras del maestro Aurobindo sobre el sentido originario y auténtico de la arianidad[1], y respondiendo al origen supra histórico y en última instancia metafísico de dicha “tradición aria”, el “sendero noble” se nos mostrará como brújula y orientación cierta sobre el cómo vivir y qué llegar a ser. Una vía de forja interior y acción en el Mundo que bebe de fuentes primordiales y que hoy día sigue vigente, quizás ahora más que nunca, una vez arribamos al Kali Yuga…
“Quienquiera que haga esa elección y siga ese camino, quienquiera que anhele subir de nivel en nivel para ascender a “las Cumbres del Espíritu”, sin dejarse amedrentar por el temor, sin desalentarse por el retraso o la derrota, sin amilanarse por la inmensidad, por la altura o la grandeza; aunque puedan parecer demasiado para nuestra inteligencia, fuerza o coraje… Ése, es el Hombre del Arya Marga, el Hombre del “Noble Sendero”. El “conquistador de sí mismo”, el único Hombre realmente Libre”…
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De la “Raza del Espíritu” son aquellos que han aceptado una clase particular de cultura del ser y camino de vida… de práctica interna y externa orientada a la forja interior y la acción en el mundo, conforme a un ideal de “Señorío y Nobleza”. Esto es, de superior libertad y gobierno de sí más allá de todo lo que nos aliena, envilece o adormece…
Forja en la que nuestra esencia más profunda, puesta en relación con el acontecer de la vida misma, nos va otorgando la oportunidad de crecer en poder y avanzar el camino, conduciéndonos paso a paso, hacia la conquista de nosotros mismos y de nuestra más alta posibilidad. Esa que la tradición sapiencial nos dice que está enraizada en los Cielos y llamada a dar fruto en la Tierra…
Todo ello genera un estilo propio que se cultiva y trabaja día a día, y que orienta la acción en el mundo de acuerdo a un ideal de Sabiduría y Honor. De valor, nobleza, disciplina, caballerosidad, presencia de ánimo y espíritu resuelto. Pero también de inteligencia, conciencia, lucidez, claridad, humildad, justicia, grandeza de alma y alegría… De saber ver, entender y actuar. De saber ser y saber estar en un ideal combinado que aúna las figuras paradigmáticas del “Druida” y del “Guerrero”. Siendo todo lo que nos conduce a encarnar dicho ideal “El camino de la Raza del Espíritu”, y todo lo que no aleja del mismo, la desviación que si no rectificamos y aprendemos la lección correspondiente, nos acaba convirtiendo en esclavos muchas veces inconscientes, de nuestra propia ofuscación o bajeza…
Aquel que “forje su alma y su vida” conforme a este ideal, por dentro y por fuera, en su propia persona y en su accionar en el Mundo, ése es el que está en el “buen camino”. Ese es el que puede llegar a ser quien está llamado a ser y puede más allá de las contingencias y miserias de la vida, ayudar a los demás a alcanzar el mismo ideal de Plenitud.
Y de poco más va la vida… para quien sabe de verdad que está vivo…
Pues Sabiduría es el conocimiento y elección de lo Mejor; de lo más noble, de lo que más nos hace crecer y eleva, de lo que más nos despierta, de lo más Verdadero…
Y Honor es determinación, lealtad, coraje, paso al frente y ánimo irreductible, en cumplir con el camino que la Sabiduría señala… Una y otra vez y a pesar de nuestras debilidades y zozobras. No cejando jamás en seguir el camino de “La Luz del Norte”…
“Quienquiera que haga esa elección y siga ese camino, quienquiera que anhele subir de nivel en nivel para ascender a “las Cumbres”, sin temer a nada, sin desalentarse por el retraso o la derrota, sin amilanarse por la inmensidad porque es demasiado vasta para su inteligencia, ni por la altura porque es demasiado encumbrada para su ánimo, ni por su grandeza porque es demasiado inmensa para su fuerza y coraje”… Ése es el Hombre de la “Raza del Espíritu”.
“El paladín de los Cielos en la Tierra”, el “Héroe que vencerá al Dragón y liberará el Reino”…
“Intrínsecamente, en su sentido más fundamental, “āryamārga” significa un esfuerzo, un levantarse, una superación… Una lucha y victoria frente a todo lo que dentro y fuera de nosotros, se opone al avance del Espíritu en el alma humana”.
La “autoconquista” es así la primera ley de su naturaleza y la llamada que va inserta en el centro de su alma… No consintiendo en dejarse con indolencia en brazos sin rumbo de la inercia, la rutina muerta, la torpeza, la pereza, la desidia, lo ordinario y lo banal… Ni tampoco en manos de la agitación, de la voracidad, de lo febril, de lo insomne, del ansia, del miedo… “El Hombre de la Raza del Espíritu” no consiente así las cadenas y busca siempre en todo la verdad, en todo lo correcto, en todo lo alto y libre.
“La autoperfección es el objetivo de su autoconquista y por lo tanto, lo que él conquista no destruye, sino que ennoblece y consuma. Él sabe que el cuerpo, la vida y la mente, le son dados para alcanzar algo más elevado… Pero también que lo Más Elevado no el algo ajeno al mundo, sino que es aquí y ahora”
El “ Hombre de la Raza del Espíritu” se desborda así sobre el Mundo en una vida hecha de misión, tarea, encuentro, amistad, amor, alegría, conocimiento… “No ahorrándose ningún esfuerzo mental o físico, ya sea para buscar lo Más Elevado, ya sea para servirlo. No evitando ninguna dificultad ni dejándose vencer por la fatiga. Luchando siempre por la venida del “Reino” dentro de sí y en el Mundo”…
La encarnación del Espíritu será en definitiva la encarnación de la Luz de la sabiduría y la conciencia, y del Calor del valor y el amor. Luz y Calor que serán expresión simbólica del Espíritu y que el Arya Marga nos impele a encarnar. De manera acuciante y sin dudar, como si el sentido mismo de la vida, del ser o no ser, dependiera de ello…
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La “tradición aria” señalará así a nuestra persona y a nuestra vida, como una “lucha” por encarnar dicha Luz y Calor, que serán a su vez coraje, fuerza interior y Libertad… La Libertad de quien se conquista a sí mismo. De quien se descondiciona de su inconsciencia, ignorancia, ofuscación, miedo, estupidez, desvarió o bajeza… De quien se afirma en su ser más íntimo frente a todo “el ruido” del Mundo y de la mente, y se mantiene firme más allá de todo miedo, de toda estupidez, de toda ignominia, de toda esclavitud…
Valientes, entregados y despreocupados, sin más horizonte ni camino que la “Luz del Norte”. Así nos quiere el Arya Marga, con Grandeza de alma y ligeros de corazón.
Con Pureza, Autenticidad y Épica.
La Pureza de quien todo lo hace sin querer ni esperar nada a cambio. De quien libera su actuar de todo interés particular y sólo busca en la acción, la expresión de la Luz y el Calor del Espíritu.
Autenticidad de quien sabe que el camino es arduo… De quien sin complejos ni dramas sabe que tiene debilidades y miedos, cicatrices y “mochila”, que todo el mundo también las tiene y que eso hace parte de la vida; pero que no pasa nada… porque se está en marcha, porque la conquista de uno mismo se gana día a día y ése, es el argumento de la vida…
Y Épica… la épica de dar lo mejor de sí mismos y afrontar el camino con determinación y alegría, dispuestos a sobreponernos a todo. A vencer al final a todo aunque caigamos cientos de veces. Porque no nos rendiremos jamás. Porque nos afirmaremos en la Verdad frente a toda estupidez u ofuscación que nos pueda alienar o encadenar, y lo haremos una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez… Sin claudicar jamás.
Todo ello en un mundo que ha arribado al “Reino del Nihilismo” y que no es sino desierto, ruido y ruinas. Pero que no nos amedrantará o dejará inermes, pues haciendo de la necesidad virtud y del veneno elixir, “cabalgaremos el tigre” del Fin del Mundo; convirtiendo la “Noche” en oportunidad y el “Reino del Nihilismo”, en escenario de un renovado “despertar”…
Y esta “forja interior” será la simiente y origen de “la espada” que cortará el nudo gordiano del Kali Yuga… de la acción en el mundo que es verdaderamente transformadora, pues está enraizada en la Verdad y es la “política” más honda, ambiciosa y a su vez realista, que se pueda contemplar. La única que de verdad, puede “cambiar el Mundo”…
Pero esta “Revolución y Restauración” empieza ahora, en nosotros, que debemos convertirnos en el “Guerrero Espiritual”. En nosotros mismos y en nuestras vidas. En todo lo que hagamos. En nuestra vida personal y en nuestra vida pública o profesional. Hacia dentro y hacia fuera. Encarnándolo y a su vez dando testimonio y “haciendo apostolado”, en un propósito de vida que supera las medianías de toda aspiración burguesa de vida feliz y próspera. De todo proyecto “moderno” de humanidad…
Unas líneas estas quizás tan sencillas y claras para quien está dentro, como vagas u ociosas para quien está fuera.
Pero la “Raza del Espíritu” es la que está dentro… Y su “camino” siempre fue éste. Expresado de diferentes maneras a lo largo de los siglos pero siempre en la misma dirección. Siempre conforme a la “La Luz del Norte”. También hoy, en la Medianoche del Mundo. Recorrerlo es lo único que importa. Lo demás puede ser necesario, pero no es lo Importante…
[1] Texto elaborado a partir de un artículo de Sri Aurobindo sobre el “Arya Marga”.
Gonzalo Rodríguez García
doctor en Historia por la Universidad de Castilla-la Mancha