Academia Estatal de Cultura y Artes de Cheliábinsk
RESUMEN
El artículo está dedicado a un descubrimiento excepcional de finales del siglo XX, el complejo arqueológico de Arkaím en la zona de los Urales meridionales.
ABSTRACT
This article offers a description of the archaeological complex known as Arkraim, situated in the southern Urals steppe. The site is regarded as the most important archaeological discovery in Russian territory of the latter part of the 20th Century.
Arkaím es un yacimiento arqueológico, descubierto a finales del siglo XX. El asentamiento se remonta a un periodo comprendido entre el III milenio y principios del II milenio
a.C. Forma parte del llamado “El País de las ciudades”, con- solidado en los siglos XVIII-XVI a. C. en el marco de la civi- lización de la Edad de Bronce de la región esteparia del sur de los Urales. En la literatura de divulgación científica se utiliza principalmente el término “El País de las ciudades” por los rasgos propios de esta cultura que comprende asentamientos fortificados, una especie de estructura militar “protourbana” o “quasiurbana” aparecida mucho tiempo antes que la polis clásica griega mediterránea. “El País de las ciudades” abarca concretamente una zona geográfica a lo largo de las colinas de los Urales que se extiende unos 400 kilómetros de norte a sur y unos 150 kilómetros de este a oeste, donde cada 60 ó 70 kilómetros se levantaban fortalezas. Es un espacio sociocultural excepcional con un nivel bastante elevado de desarrollo de la sociedad y una unidad más bien tipológica que estilística.
Arkaím se descubrió en junio de 1987, por una expedición arqueológica encabezada por el Catedrático Gennadiy Borísovich Zdanovich de la Universidad Estatal de Cheliábinsk. En la región de Bredinsk de la provincia de Cheliábinsk, cerca del poblado Aleksandrovskiy, se planeaba la construcción de un sistema de riego de Karagán y en el curso de la exploración de la futura zona para el embalse fueron descubiertos decenas de yacimientos arqueológicos de épocas antiguas desde la edad de piedra hasta el siglo XIX de nuestra era. Los restos del asentamiento de la fortificación de la Edad de Bronce tardío fue descubierta por arqueólo- gos en una zona de poca altura cerca de la desembocadura de uno de los afluentes del río Bol´shaya Karaganka. Según las palabras de Zdanovich, desde el principio los arqueólogos se dieron cuenta de la excepcionalidad del descubrimiento, por no haber visto antes nada parecido. El poblado cercano de Aleksadrovkiy dio inicialmente su nombre al descubrimien- to arqueológico, pero después los científicos prefirieron vincularlo al nombre de un monte cercano, Arkaím. Las expediciones arqueológicas de Uralo-Kazajistán y Severo-Kazajistán ejecutaron las excavaciones arqueológicas de Arkaím.
La noticia del descubrimiento de los arqueólogos de Cheliábinsk suscitó gran inte- rés por parte de círculos académicos y entre los adeptos de ciencias ocultas del conocimiento. Pero el destino del gran descubrimiento arqueológico estaba bajo la permanente amenaza de la construcción del embalse en el valle de Karagán, donde fueron invertidos millones de rublos. Previamente había sido construido el dique del embalse y la inundación del valle estaba prevista para la primavera del año 1988. Esto llevaría a la destrucción total del yaci- miento, cuya excepcionalidad ya habían certificado los científicos. Empezó la lucha por la preservación de Arkaím, a la que se unieron círculos científicos de los Urales, la Academia de Ciencias de los Urales y la administración de la Región de Cheliábinsk. Según la opinión del escritor K. A. Shishov, presidente del Fondo sociocultural de la región de Cheliábinsk, por primera vez en la historia del período soviético la defensa del yacimiento por parte de la opinión pública hizo que el estado sobrepusiera el patrimonio cultural a las supuestas ventajas económicas.
El problema de la preservación y la investigación de Arkaím como yacimiento arqueológico podía ser solucionado sólo bajo la condición de la conservación del entorno natural y requería un amplio uso de métodos de ciencias exactas en la arqueología moderna. El dictamen pericial ecológico decidió el destino de este yacimiento excepcional de manera definitiva en abril de 1991, cuando el Consejo de Ministros de la URSS dio la orden de la supresión de la construcción del complejo hidroenergético y la creación de la reserva histórico-natural de “Arkaím” en el territorio del valle de Karagán. Hasta el año 1996 éste constituía parte de la reserva de Il´men, pero después obtuvo un estatus independiente.
El territorio reservado ocupaba cerca de 4000 hectáreas. La reserva tiene una flora y fauna rica: más de 700 especies de plantas, de ellas decenas de especies en vías de extinción. Es el hábitat natuural de zorros, tejones, liebres, corzas, marmotas, y más de 180 especies de aves. En la reserva hay laboratorios de control histórico y ecológico y de la conservación del territorio protegido. El objetivo principal es conseguir crear un hábitat ecológico moderno, recuperación de entornos naturales y mantener la diversidad biológica de los ecosistemas esteparios. En Arkaím tienen lugar conferencias científicas, incluso internacionales. Arkaím se ha convertido en la única reserva cultural y natural en la zona esteparia de Rusia (la más vulnerable y con una intensa y amplia práctica agricultora), lo que precisó dos direcciones generales de trabajo: la conservación del patrimonio de la Naturaleza y la investigación del patrimonio histórico-arqueológico de carácter global.
El descubrimiento de Arkaím sirvió de punto de partida para la compilación de mu- chos datos sueltos en un sistema común, y la noción de “la cultura de Sintashta-Arkaím” entró en el uso científico. Durante varios años la investigación fue dirigida simultáneamente por los arqueólogos, G.B.Zdanovich, de la Universidad Estatal de Cheliábinsk y N.B.Vinográdov, de la Universidad Estatal pedagógica de Cheliábinsk. Arkaím pertenece a la cultura arqueoló- gica de Sintashta de la Edad de Bronce tardío, que abarca parte de las estepas de Orenburgo, así como la región de Kustanai extendida a lo largo del río Tobol y la región de Oktuibinks al pie de los Urales. Sintashta es un asentamiento y un grupo de necrópolis ubicado en las cercanías del río Sintashta en Bredinsk en la región de Cheliábinsk, investigada por las ex- pediciones arqueológicas de la Universidad Estatal de los Urales y la Universidad Estatal de Cheliábinsk en los años 1972-1975 y 1983-1986. Al principio, estos yacimientos parecían a los investigadores excepcionales y atípicos para la región, pero con el descubrimiento de Arkaím en 1987 se despejaron todas las dudas. A diferencia de Sintashta, Arkaím se preservó en perfecto estado. Originariamente, el hallazgo fue clasificado como un “gorodishe”, un asentamiento fortificado. G.B.Zdanovich introdujo el término de “protopolis”, ya que era evidente que la civilización recien descubierta tiene rasgos urbanos bien representados. “El País de las ciudades” cubre un territorio menor de la cultura de Sintashta. Hay más de 20 fortalezas que se construyeron entre los siglos XX-XVII a.C. y que pertenecen a esta cultu- ra. La distancia entre las ciudades está en torno a 40-60 kilómetros, las más antiguas tienen forma ovalada y las mas tardías formas redondas o cuadradas. Todos los asentamientos se reúnen por un estilo común. El radio estimado de un círculo de tierra constituía unos 20-30 kilómetros y la superficie mediana del círculo se aproximaba a unos 2000 kilómetros cua- drados. Como cultura arqueológica, “El País de las ciudades” se caracteriza por una atípica diversidad de diferentes variedades de cerámica, necrópolis y tradiciones arquitectónicas. En este sentido, la cultura material de “El País de las ciudades” es más rica que el componente tipológico de la cultura arqueológica de Sintashta. En comparación con otros yacimientos de la misma época a esta cultura, en las orillas del río Volga y la cuenca del río Don, se pueden apreciar además de similitudes, rasgos peculiares para la región de los Urales.
El área total de la protociudad del valle de Karagán constituye 20000 metros cua- drados. En las excavaciones arqueológicas de 1987-1991 fueron desenterrados 8055 metros cuadrados y estudiadas 29 viviendas y partes colindantes de fortificación de los círculos internos y externos y de la parte de la plaza central. En general, en el resto del territorio del yacimiento, se realizaron sólo investigaciones geofísicas. El trabajo se caracterizaba por su complejidad y por su interdisciplinaridad. Las respuestas a los enigmas de la civilización an- tigua sólo podían darse a través de ciencias como la edafología, la mineralogía, la arqueoas- tronomía, la antropología, la arqueozoología, la paleobotánica y otras. La gran mayoría de estos yacimientos fueron descubiertos por el método de la descodificación de fotografías aéreas.
La aplicación de los métodos de ciencias exactas per- mitió reconstruir el aspecto original de la protopolis. Su plan general traza claramente dos círculos concéntricos de las cons- trucciones fortificadas, incluidos uno en el otro, y dos círculos de viviendas, adosados a sus muros. El grosor del muro de for- tificación exterior es de 5,5 metros y la altura era de unos 5 me- tros. Un terraplén de barras con tierra y un parapeto de madera formaban el muro.
Como continuación al pie del muro había una zanja sin agua que podía alcanzar hasta 2 metros de profundidad. Den- tro del muro había espacios y nichos. El diámetro del círculo interior (la ciudadela) es de 85 metros y el exterior está entre 143-145 metros. El grosor de los muros de la ciudadela en su base es de 2,5-3 metros, la altura de la parte de tierra en la antigüedad alcanzaba unos 3-3,5 metros, y su altura total es aproximadamente 1,5 veces más alta que los muros exteriores. Los muros radiales, como ra- dios de rueda, dividen el círculo de las viviendas en sectores de tal manera que las viviendas adyacentes tengan paredes comunes. En el círculo exterior se encuentran más de 40 viviendas, en el interior 27. Las vivendas de Arkaím son espaciosas, tienen forma de trapecio, con paredes co- munes. La superficie de cada vivienda oscila entre 110-118 metros cuadrados, donde vivían más de 30 personas. Cada vivienda se dividía en tres partes funcionales: el patio (cancel), las habitaciones para el descanso de las familias menores, el cuarto para reuniones comunes, el comedor y las dependencias. Los arqueólogos no disponen de datos para conocer cómo llegaba la luz a aquellas viviendas. Los hornos de las viviendas eran chimeneas. Las depen- dencias ocupaban aproximadamente una tercera parte del área total de la casa.
En cada vivienda había hornos caseros metalúrgicos, el pozo estaba conectado con el tubo para soplar; este tipo de conexión permitía subir la temperatura en el horno para fundir metales. En el fondo del canal se encontraron restos de sacrificios: craneos y cascos calcinados de animales domésticos. En cada vivienda había de uno a tres pozos.
Todas las construcciones de la ciudad eran de tierra y madera. De tierra se elabora- ban también el ladrillo pequeño y los bloques más grandes, cementados por carbonato y yeso. Una de las técnicas de construcción era rellenar cada capa de encofrado con tierra líquida y hacerla secar después. El ladrillo cocido se usaba menos. Para la construcción de una vivien- da se necesitaban unos 100 metros cúbicos de madera (que se utilizaba para los muros de defensa, para las calzadas, las paredes de los pozos de lluvia y de las zanjas de defensa, techo y suelo).
Las construcciones de madera se cubrían con una capa fina de arcilla. La parte baja del muro exterior y de la zanja fue revestida de piedra. En su parte interior, los muros de defensa se revestían de “ladrillo” negro (adobe de humus), las viviendas con arcilla de color amarillento, verdoso y menos frecuentemente, rojizo.
En la ciudad había una sola calle, que rodeaba el muro de la ciudadela y el muro exterior. La cubría un tablado de madera, debajo del cual se encontraba la canalización para la lluvia: zanja que tenía pozos cada 30 metros con una profundidad que llegaban hasta una capa natural de gravilla. La plaza central tenía una forma ovalada-rectangular, de dimen- siones de 25×27 metros y fue bien asentada (aquellas tierras contienen mucho yeso, lo que favorece su buena sedimentación).
A juzgar por los resultados de las excavaciones, las cuatro salidas de la ciudad están orientadas hacia los puntos cardinales. Los muros exteriores se abren hacia cada salida y la zanja gira hacia adentro del asentamiento, que crea en el plano una hermosa composición. La salida occidental es la más ancha, de 4-5 metros, desemboca en la calle circular, mientras que las demás salidas se conectan con laberintos largos y estrechos en el interior de los muros radiales. Éstos dividen al segundo círculo de las viviendas en 4 sectores, que aumentan las capacidades defensivas de la ciudad.
Los arqueólogos se quedaron asombrados por la sorprendente exactitud de la cons- trucción. La ciudad está parcialmente tallada del terreno. La capa superior de la tierra se removía sólo en los recintos destinados para las viviendas, lo que contribuye a la idea de que es un trabajo realizado según un proyecto muy preciso. Al prolongar las líneas axiales de las casas se cruzan en el punto central de la ciudad. En esta ciudad hay entradas falsas, laberin- tos; en el grueso del terreno se escondían escaleras ocultas, y si el enemigo de alguna manera lograba entrar en ella, cada vivienda de la protopolis se convertía en una pequeña fortaleza: por las escaleras era posible subir al techo y poder combatir desde allí. La tercera línea de
defensa de la ciudad abarca un vasto territorio, donde guardaban el ganado.
Durante los rituales, los techos de las viviendas del círculo interior de la plaza for- maban un anfiteatro enorme. Las observaciones “paleoastronómicas” fueron llevadas a cabo en el cerco (perímetro) interior de las construcciones fortificadas, el cual por sus dimen- siones se asemeja al círculo de menhires de Stowhenge (Inglaterra). El círculo interior de Arkaím es el más temprano a juzgar por las huellas de las reconstrucciones de allí.
Había tres vías para llegar a cualquier punto de la ciudad: por la calle baja, por encima de los muros defensivos, por los techos de las viviendas. De los techos, el agua entraba en los canalones de madera, después corría por la canalización de la lluvia, y ya desde allí salía a la zanja exterior, conectada con el depósito de agua. En los po- zos de desagüe del depósito de lluvia, los arqueólogos encontraron los restos de las instalaciones depuradoras primitivas: crestas de leña y arcilla y ranuras circulares. El asentamiento de Arkaím es muy compacto: puede ser recorrido en 10-15 minutos con paso regular. Los campos y las tierras de labranza se hallaban más cerca a las cuencas de los ríos. Se conservaron las direcciones de los caminos que salían de la ciudad.
S.G. Fatyikhov, el historiador de cultura, famoso investigador del matriarcado, en su trabajo “La historia mundial de la mujer”, considera que Arkaím como modelo arquitec- tónico representa el útero que vigila a sus habitantes. El mundo exterior de aquel entonces no era tan hostil para que los habitantes se encerraran en una fortaleza tan estrecha. Según piensa S.A. Grigóriev, los habitantes de Arkaím eran intrusos en este espacio euroasiático ya que llegaron más allá de los Urales procedentes de Anatolia del Norte, en la Edad de Bronce antiguo o Bronce Medio. Es posible que ellos se refugiaran en la fortaleza durante los ataques de las tribus nómadas, mientras que en los períodos de paz vivían y hacían una vida nómada por los alrededores de la ciudadela (de 20 a 40 kms.), sembrando la estepa con diferentes artefactos y restos de labranza.
El descubrimiento de una civilización se suele establecer en el siguiente orden: se hacen las excavaciones, los arqueólogos descubren algo, aparecen las tablas de arcilla que después se publican, luego las fuentes escritas se descifran durante años y sólo después, llega la etapa de comparación de los descubrimientos arqueológicos y las fuentes escritas. Este es el orden tradicional.
Pero resulta insuficiente el enfoque puramente evolucionista aplicado a los yaci- mientos de “El País de las ciudades”. La problemática atemporal del contenido de la capa cultural de Sintanshta adquiere un significado peculiar, la necesidad de complementar los modelos históricos con los modelos culturales. La actualidad permite caracterizar Arkaím como uno de los ejemplos que representan las fuentes de la génesis de la Cultura de Urales, que se formó en la primera mitad de la edad de Bronce Medio, en la periferia septentrional de la estepa fronteriza euroasiática. El centro de este foco se encuentra en la zona de mas allá del sur de los Urales y su auge tiene lugar en el momento de la existencia de yacimientos del tipo de Sintashta /Arkaím. La formación de la génesis de cultura de los Urales meridionales
coincide con la zona de desplazamiento en tiempo y en espacio. La formalización de la gé- nesis de cultura sucede como resultado de cambios sistemáticos en la economía, en el estilo de vida, formas de sociedad y religión. Surge una nueva base económica, que combinaba una economía agropecuaria, donde la ganadería adquiría un papel relevante. Simultáneamente con la existencia de Arkaím, en las estepas se fortalece la economía combinada de tipo pro- ductivo. En el teritorrio de Arkaím fueron descubiertos los restos de carros de dos ruedas (ra- dios y pequeños detalles) tirados por caballos. Son los carros más antiguos en el mundo. En las manadas de Arkaím había 4 razas de caballos. Se criaba el ganado mayor. En las huertas plantaban cebada y cebolla. El agua se conducía a los campos por canales y se dividía en sistemas de corrugas. Las huertas de Arkaím representan las formas de agricultura esteparia más antiguas en la zona euroasiática septentrional.
Según la opinión de los científicos, la base social del foco de génesis de cultura de los Urales, son estructuras de tipo de protopolis, como los establecimientos fortificados de carácter quasiurbano, con funciones bien representadas de rito y prestigio, el alejamiento de las “avanzadillas” económicas, tales como colonias, “aldeas” y “recintos de agricultura”. Para este tipo de cultura es propia la comunidad fuerte con el complicado entrelazamiento de los vínculos territoriales y consanguíneos. La élite de esta sociedad estaba bien integrada en la estructura de la comunidad e “imponía las reglas” mediante formas de orientación religiosa y espiritual y no a través de presión económica y física.
Es muy poco probable que la aparición de esta protocivilización sucediera por ca- sualidad. La diversidad de la esfera espacial de los Urales y sus paisajes naturales constitu- yeron la base de las peculiaridades de demo-, etno- y génesis de cultura. Esta cultura puede ser considerada el umbral convencional de la civilización. Para ella es propia la interacción del diálogo de diversos sustratos culturales (oriental y occidental). Debido a eso, Arkaím y “El País de las ciudades” entraron en las enciclopedias de Rusia y del todo el mundo como uno de los focos más antiguos de civilización. Arkaím es 5-6 siglos más antiguo que la Troya de Homero, sus habitantes son contemporáneos de la primera dinastía babilónica, de los fa- raones de la dinastía Media de Egipto y de la cultura creto-micénica del Mediterráneo de los últimos siglos, de la conocida civilización de la India Antigua, Mohenjo-Daro y Harappa.
Para entender profundamente el fenómeno cultural de Arkaím, hay que tener con- ciencia de la importancia que tenían los Urales en la percepción del mundo por parte de los seres humanos en la Edad de Bronce. Fueron las constantes del mundo de la naturaleza las primeras que hicieron posible la cognición de Arkaím como parte de la cultura antigua. Estos “objetos-categorías” son sugerencias peculiares en la hermenéutica de Arkaím.
Los Urales meridionales se encuentran en la mitad del continente euroasiático, ya que la frontera convencional pasa entre Asia y Europa a lo largo del río Ural y de la cordillera de los Urales. “El País de las ciudades” está situado en la parte meridional de la región de Cheliábinsk, en la línea divisoria de los rios de Ural y Tobol. Arkaím se encuentra en una zona de placas tectónicas y de actividad sísmica, que constituyen una zona anómala, que, de alguna manera, influye en la evolución de la biósfera y la comunidad humana. Los montes constituyen la base dominante del relieve de la cordillera de los Urales. Estas montañas pueden ser el “nexo” de unión entre las regiones centrales de la orilla del Volga y de Siberia, que son dos grandes regiones de articulación. Los Urales es una zona de unión, de encuentro de civilizaciones agraria e industrial, cruce entre el Este y el Oeste. La unidad paradójica de la semántica de la cordillera de los Urales está en la simultaneidad de ser la frontera y el nexo, la periferia y el centro. Es natural que el conjunto de este tipo suponga una ausencia de diversificación, una unidad de una totalidad en la percepción del mundo y de la cultura. Su carácter “limítrofe” se convirtió en el rasgo específico de las culturas regionales. Se puede afirmar de forma inequívoca que los Urales fueron un cierto tipo de polígono, un recinto experimental, donde se creaban los modelos culturales, fundados en la unión de tradiciones orientales y occidentales.
Hace más de 350 millones de años en el período geológico llamado carbón, en el lugar donde ahora de encuentra Arkaím, se hallaba el litoral del antiguo océano de los Urales. En su fondo creció un volcán, que nuestros contemporáneos llamaron “Ognennyi” (de fue- go). Era un volcán submarino, que se alzaba a un kilómetro de altura y medía unos diez en su diámetro. Pero el océano era tan profundo que sólo a veces con la bajada del nivel del agua, el “Ognennyi “ sumergía en la superficie. Sus restos ahora se encuentran cerca del monte Sha- manka. Para los nativos de los Urales y sus numerosos pobladores, la cordillera de los Urales constituye el “cinturón del Mundo”, la cima de la Tierra. Los “objetos-categorías” principales del relieve de Urales son “Montañas”, “Ríos” y “Estepas”. Como el “centro del universo” y el lugar donde habitan los defensores divinos, el monte define la estabilidad del espacio. Al mis- mo tiempo, es la frontera entre dos mundos, el “propio” y “ajeno”. Como centro sagrado, el monte define la percepción del mundo de forma concéntrica, es el “eje vertical de la cultura”. Los ejes horizontales son el “Río” (la producción minera y metalúrgica es imposible sin la reserva de agua) y la “Estepa”. Los ríos determinan la dirección de movimientos migratorios de los pobladores del lugar, las estepas son una raíz o un raigón en el cronotopo de los Urales del modo de vida nómada. La infinidad de la estepa requiere la organización férrea de sus límites fronterizos.
Los hallazgos comprueban que los habitantes de Arkaím se dedicaban a la metalurgia y hacían cálcu- los astronómicos. Los yacimientos cercanos de metales y piedras finas servían a los habitantes de Arkaim en sus activi- dades. Los científicos encontraron huellas de la activi- dad metalúrgica de los mineros de Arkaím en el monte Shamanka. Aquí sacaban piedra, que utilizaban para la elaboración de diferentes herramientas no sólo en la Edad de Piedra, sino también en la de Bronce. Jaspe (su nombre túrquico es “tash-bulat”– la piedra de acero), como uno de los minerales más duros, se apreciaba mucho. Cerca de Arkaím fueron hallados yacimientos de jaspe roja, que podían usarse también en la elabora- ción de los adornos, además de yacimientos de minerales secundarios de cobre – malaquita y azurita. Pero en el mismo valle de Arkaím no se han encontrado muchos yacimientos de cobre. Quizás, en los tiempos de Arkaím los hubo, o quizás fueron elaborados por los propios habitantes. Por ejemplo, en la cuesta del vulcano Ognennyi se han encontrado las huellas de tal extracción. Pero en los alrededores, en torno a una veintena de kilómetros, se encontraron muchas “minas prodigiosas”, así las denominaban. La más grande de ellas se ubicaba a unos
40 kms al norte de Arkaím. Los vecinos la llaman “Foso de ladrones”. Según los cálculos, fue posible fundir diez toneladas de cobre de mineral extraído de ella. No se han llegado a encontrar huellas de las extracciones de oro, a pesar de muchas leyendas de la riqueza de el Refeo (Los Urales). Aunque en los entierros había adornos de oro.
La fortaleza podía cumplir una función más, la de protegerse de un clima duro. En el período de la existencia de Arkaím más allá de los Urales reinaba un clima continental se- vero, sólo una vivienda compleja ofrecía una protección suficiente. El invierno en la fortaleza limitaba la movilidad y favorecía la creación de invenciones técnicas y el desarrollo de la artesanía. Los arqueólogos encontraron moldes para fundir, yunques y en las tumbas, algunos símbolos de poder.
La religión es el aspecto más conocido en la historia del estudio de Arkaím, ya que las más importantes formas de práctica de culto se quedaron sin consignar. Pero en la cerá- mica de Arkaím se encuentra con mucha frecuencia la cruz gamada (esvástica) – el símbolo antiguo del sol. La ciudad-templo existió por unos 100 años. Hace cuatro mil años por alguna razón desconocida todos sus habitantes la abandonaron y la incendiaron. Se quemaron las vallas de madera, revestimiento y tablado, pero los muros del terreno, que alcanzan casi un metro de altura, sobrevivieron. Se puede considerar a Arkaím un patrón de protociudad, por- que las primeras ciudades corrían dos destinos, desaparecían o se convertían en ciudades.
Los habitantes de Arkaím pertenecían al pueblo indoeuropeo. Tenían elementos de escritura. En este sentido las opiniones de los científicos se dividieron. La atribución lingüística de los monumentos de Arkaím los une con los primeros indoiranios. Los indoiranios rendían culto al Sol, son los creadores de Rigveda y Avesta “el puente vivo” entre las culturas del Oeste y Este. Los científicos ofrecen las sugerencias que la geografía de Rigveda y Avesta coincide con la geografía histórica del Sur de los Urales en la frontera entre los siglos III-II a.C. (Pyankov, Medvédev, Karlene Jones-Bley). Ya en el siglo XVIII Rigveda y Avesta asombraron a Europa con su filosofía y la mitología, la profundidad de percepción del Universo, pero se quedó en anonimato el pueblo-creador de estos monumentos. En vano los arqueólogos buscaban sus huellas en India, Asia Menor, en Europa… Muy inesperada- mente para todos sucedió este descubrimiento en los Urales. Según parece, los sistemas de percepción del mundo, formados en aquel entonces, definieron el desarrollo de las sociedades humanas para los siguientes milenios. Las capas más antiguas de los textos del Rigveda y del Avesta descubren el rasgo mayor de la creación mitológica: la unidad del hombre con la natu- raleza, que se nota en la cultura de Sintashta-Arkaím con el símbolo de círculo, utilizado en la construcción de Arkaím y le aproxima al principio de “mandala”. Por primera vez esta noción se encuentra en Rigveda y significa “rueda”, “país”, “sociedad”. Mandala es un “mapa del cosmos” y se dibuja como un círculo (cielo, el origen femenino) y el cuadrado (tierra, origen masculino), o como su combinación: pueden ser inscritos uno en otro. Es sorprendente que en el Rigveda la palabra “casa” no tenga el singular, aparece sólo en plural. Según la opinión de Zhdanovich, el singular no existe para la comunidad protoirania. La construcción de pro- tociudades en la zona de estepa de Eurasia del Norte representa la experiencia excepcional de la convivencia humana; la concentración de unos 2-3 miles de personas en un área redu- cida crea las condiciones peculiares para la explosión informática, para la irrupción a la alta cultura espiritual, es formación de la combinación harmónica de los intereses personales del hombre y de familia con los de la sociedad. Zhdanovich determina el nivel de la tecnología de esta civilización como “humano”: a diferencia de las tecnologías de la actualidad de época “posthumana”, en Arkaím todo lo más necesario se hacía con las propias manos de sus habi- tantes. Las tecnologías humanas creen una armonía especial de la integridad de la existencia, espiritualizan el espacio y cada objeto creado. En este tipo de cultura, filosofía, mitología y actividad práctica están armónicamente entrelazadas, y la ciudad se convierte en fortaleza, templo, observatorio, en total, en un lugar sacro que ilumina la vida cotidiana.
La experiencia del vedado “Arkaím” presenta la experiencia de coexistencia de la ciencia en las condiciones de dominio activo social y las imaginaciones multivariativas del pasado, donde el método científico no tiene prioridad excepcional. En las tierras del museo hay cerca de 400 complejos de diferentes épocas, un peculiar “fondo” de la antigua historia del mundo. Unas 8-10 mil personas visitan Arkaím cada año, de los cuales un 40% llegan atraídos por la “búsqueda espiritual”. Habría que resaltar que es una de las pocas culturas primogénitas del Viejo Mundo, que presentaba el camino alternativo del desarrollo de las ci- vilizaciones, que surgieron después en la encrucijada entre Oriente y Occidente. La sociedad contemporánea de II-III milenio sobrevive las crisis postindustrial, postsoviética, posthuma- na y los quiebros globales. Arkaím da un impulso para la búsqueda de otras variantes del desarrollo humano. La búsqueda de la verdad se centra en la noche de los tiempos. El genera la esperanza en grupos, que sobreviven la identidad nacional de manera aguda. Las antigüe- dades adquieren sus propias interpretaciones en diferentes grupos (nacionales, confesiones tradicionales, esotéricas). Con mucha frecuencia la información de Arkaím se transforma en el enfoque neomitológico, la influencia de la escuela del Avesta en la astrología generó un culto singular de Arkaím.
Los festivales folclóricos se han convertido en una tradición en Arkaím. Los inten- tos de reproducción de los ritos antiguos sobre la base del Avesta fueron llevados a cabo en 1993-1994. Los realizó el director Mordásov patrocinado por el Fondo de Cultura de la región de Cheliábinsk. Los espectadores fueron sentados en la cuesta suroriental del monte de Shamanka, donde gozaban de una perspectiva abierta de la ciudad. Ya que los habitantes de Arkaím, según parece, adoraban al fuego, éste se encendía en la ciudad y ayudados con
los caballos (como elemento de la vida nómada) era llevado a la plaza principal donde se celebraba la fiesta. Todos los espec- tadores recibieron pequeños pucheros de arcilla, ornamentados en un estilo antiguo. El puchero contenía musgo seco que des- pués quemaban: así el fuego se encontraba en las manos de cada participante de la fiesta. Los actores se dejaban guiar por su in- tuición, por instrumentos de percusión que producían el ritmo y por el fondo organizativo. Las antorchas iluminaban la fiesta en la cuesta del monte de Shamanka, lo que creaba la sensación primitiva de la unión de estepa, cielo y ser humano.
Hoy las exposiciones de Arkaím atraen a turistas rusos y extranjeros. Partiendo de los hallazgos arqueológicos se hacen intentos de reconstrucción de la tecnología de la industria antigua: el tratamiento de piedra, hueso, madera, tejeduría, trenzado, metalurgía y metalistería. Los científicos lograron reconstruir el “horno” de Arkaím, que funciona como forja de bronce. Fue reconstruido un trozo del muro fortificado del asentamiento y también una parte de las construcciones defensivas de Arkaím. Pero la única vivienda de Arkaím que fue reconstruida pronto se estropeó, ya que ella sola no puede durar mucho tiempo, debido a que Arkaím era, hablando metafóricamen- te, un todo único, una enorme vivienda con paredes comunes, techo y acantilados. En la percepción de muchos visitantes del vedado, Arkaím es el símbolo de la ciudad ideal, de un lugar, donde el hombre creaba su propia vida en la armonía con la Naturaleza y los poderes superiores, la creencia en los cuales le inspiraba vivir.
(Trad. de Liudmila Artiómova y Simón Suárez Cuadros)
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