Völundarkviða
Nídud se llamaba un rey de Suecia. Tenía dos hijos y una hija; ésta se llamaba Bódviíd.
Tres hermanos había, hijos del rey de los lapones. Se llamaba el primero Slágfid, el segundo Égil, el tercero Völund. Esquiaban y cazaban animales. Llegaron a Ulfdálir[1] y allá se pusieron su casa. Unas aguas hay allí que se llaman Ulfsiar[2] . Una mañana temprano vieron a la orilla de aquel lago tres mujeres que hilaban su lino[3] . Allí tenían a su lado sus apariencias de cisne; eran valkirias. Dos de ellas eran hijas del rey Hlódver[4] : Hládgud Svánhvit[5] y Hervor Álvit[6] ; la tercera era Olrun, hija de Kiar el de Válland[7] . Se las llevaron consigo a su casa. Égil se tomó por esposa a Olrun, Slágfid a Svánhvit y Vólund a Álvit. Siete años vivieron juntos; luego ellas se fueron volando en busca de batallas y ya no regresaron. Égil salió entonces con sus esquíes en busca de Olrun; Slágfid se fue en busca de Svánhvit;
Vólund se quedó en Ulfdálir. Era éste el hombre más habilidoso de que se cuenta en las viejas historias[8] .
El rey Nídud mandó ponerlo preso, como aquí se refiere.
1 Por el Myrkvid[9] volando sabias doncellas
vinieron del sur a regir las suertes;
descanso se dieron las mozas sureñas
a orillas del lago; hilaban buen lino.
2 La primera de ellas, hermosa muchacha,
a Égil tomó en sus claros brazos;
la segunda Svánhvit, con plumas de cisne;
allá la tercera, de ellas hermana,
el cuello abrazó de Vólund el blanco.
3 Siete los años que entonces pasaron,
más luego al octavo añoranza les vino,
(más luego al noveno obligada partieron):
al bosque, el oscuro, las sabias doncellas
quisieron tornar a regir las suertes.
4 De la caza volvió el arquero avezado [10] ;
en la sala vacía Slágfid y Égil
ni dentro ni fuera a nadie encontraron.
Para el este Égil corrió tras Olrun,
para el sur tras Svánhvit Slágfid se fue.
5 Völund, él solo, quedose en Ulfdálir;
allá rojo oro en el yunque labraba,
repleta una sarta de anillas llenó;
esperaba él así a su clara esposa,
que acaso con él volvería un día.
6 Eso oyó Nídud, el rey de los niaras ,
que Vólund, él solo, quedose en Ulfdálir;
salió la tropa de noche — las cotas remachadas —,
sus escudos brillaron a la luna menguante.
7 A la sala llegaron, allá desmontaron,
entraron adentro en la sala alargada;
la sarta encontraron de atadas anillas
—siete centenas— que el hombre guardaba.
8 Las sacaron primero, después las metieron,
una tan sólo fuera dejaron.
9 De la caza volvió el arquero avezado,
Völund, venido de largo sendero;
su carne ya asaba de osa parduzca;
bien ante Vólund las ramas ardían,
las secas de pino que el viento secó.
10 En la piel del oso el señor de los elfos [11]
contó sus anillas: una faltaba;
pensó la tendría la hija de Hlódver[12],
que la sabia doncella de vuelta estaba.
11 La esperó tanto tiempo, que allá se durmió;
sin vigor despertó, con sus fuerzas trabadas[13]:
pesadas prisiones se vio por los brazos,
sujetas sus piernas por tensas cadenas.
12 « ¿Qué hombres son éstos que viento ataron
con sogas de estopa y pusiéronme preso?»
13 Nídud habló, el rey de los niaras:
« ¿Cómo en Ulfdálir, señor de los elfos,
tienes, oh Völund, tesoros nuestros?»
14 Joyas no son de la senda de Grani[14],
los sé yo muy lejos los altos del Rin.
De mayores riquezas recuerdo gozamos
cuando en próspera casa junta vivimos.
15 Hládgud y Hérvör, nacidas de Hlódver,
y Olrun sapiente, hija de Kiar.»
16 (La esposa de Nídud, la astuta, llega)
en la sala alargada entró decidida;
de pie sobre el piso su voz entonó:
« ¡Poco disfruta el que vino del bosque! »
El rey Nídud le dio a su hija Bódviíd la anilla de oro que había tomado de la sarta en casa de Vólund. El llevaba ahora la espada que había sido de Vólund. Pero la reina dijo:
17 «Los dientes avanza si ve la espada
O la anilla de Bódviíd a él se le muestra;
cual de tersa serpiente los ojos tiene.
¡Los tendones cortadle, que fuerza pierdan,
y luego ponedlo en Sevarstad! »
Y eso hizo, que le cortaron los tendones por las corvas y lo pusieron en un islote que había allí frente a la costa, que se llamaba Sevarstad. Allí le fabricaba él al rey todo tipo de piezas valiosas. Nadie osaba ir a verle, sino solamente el rey. Völund dijo:
18 «Al cinto de Nídud la espada reluce,
la que yo cuanto supe bien afilé
y forjé duramente lo más que yo pude;
para siempre perdí mi fúlgido hierro,
nunca a la forja vendrá para Völund;
19 Bódviíd ahora — ¡y nadie lo, paga! —
de mi esposa lleva las rojas anillas.»
20 Sin parar ni dormir le pegaba al martillo,
hábil argucia ingenió contra Nídud[15] .
A ver las alhajas dos niños fueron,
los hijos de Nídud, a Sevarstad.
21 Al arca corrieron, pidieron la llave;
abierto su mal contemplaron entonces;
muchas allá excelentes vieron
joyas y piezas de rojo oro.
22 « ¡Solos los dos venid otro día!
A vosotros entonces el oro os daré;
ni las siervas lo sepan ni nadie en casa,
que no sepa nadie que a verme vendréis.»
23 Pronto un hermano a su hermano llamó:
¡A ver las anillas ahora vayamos!
Al arca corrieron, pidieron la llave
abierto su mala; contemplaron entonces.
24 Les cortó las cabezas a ambos rapaces
y allá bajo el foso sus piernas puso;
recubiertas de plata a Nídud
le dio las copas que ellos con pelos tenían;
25 piedras preciosas talló de sus ojos
que a la esposa de Nídud, la astuta, mandó;
de los dientes labró de los dos hermanos
broches que a Bódviíd mandó para el pecho.
26 Bódviíd entonces la anilla alabó
………………. que partiósele un día:
«A ti solamente me atrevo a decírtelo.»
Vólund dijo:
27 «Remedio daré a la joya partida
que aún más hermosa tu padre la juzgue
y la tenga tu madre por mucho mejor
y eso también te parezca a ti misma.»
28 Cerveza le trajo el que más sabía,
ella en el banco quedó dormida.
«De mis penas todas ya me vengué,
menos una que falta, oh gente perversa.
29 ¡Bien —dijo Völund— muevo los pies
que hombres de Nídud a mí me quitaron!
Riéndose Vólund se alzó por los aires;
Bódviíd llorando la isla dejó
con pesar por su fuga y la ira del padre.
30 La esposa de Nídud, la astuta,
llega, en la sala alargada entró decidida;
descansábase él de la sala en el cerco[16] .
« ¿Velas, oh Nídud, rey de los niaras?»
31 «Velo yo siempre de ánimo falto
no duermo después que mis hijos murieron
¡Torva mi mente y tus torvos consejos!
Con Völund ahora querría yo hablar.»
32 «Dime, oh Völund, señor de los elfos
qué fue de mis hijos, de ambos rapaces.»
33 «Mucho primero me habrás de jurar
por la borda del barco, el brocal del escudo,
la grupa del jaco y el filo del hierro
que no le darás a mi amada suplicio,
que a la novia de Völund no has de matar,
aunque esposa yo tengo que bien conocéis
y aquí en vuestra sala un hijo yo tengo.
34 A la forja ve, la que tú construiste,
manchados de sangre hallarás los fuelles:
Ies corté las cabezas a ambos rapaces
y allá bajo el foso sus piernas puse.
33 Recubiertas de plata a Nídud le di
las copas que ellos con pelos tenían;
piedras preciosas tallé de sus ojos
que a la esposa de Nídud, la astuta, mandé;
36 de los dientes labré de los dos hermanos
broches que a Bódviíd mandé para el pecho,
¡Bódviíd ahora preñada está,
la que única hija vosotras tenéis!»
37 «Las palabras me dices que más me apenan.
¡Mayor no lo quiero dolor que tú sufras!
Nadie al caballo tan alto te llega
ni arquero ninguno te puede alcanzar
donde arriba estás por las nubes volando.»
38 Riéndose Völund se alzó por los aires,
Nídud allá se quedó pesaroso.
39 « ¡Levántate Tákkrad, mi siervo el mejor!
A Bódviíd dirás, la de blancas cejas,
que a hablar con su padre ataviada venga.»
40 « ¿Es, Bódviíd, verdad, lo que yo escuché,
que estuviste en la isla junto con Vólund?»
41 «Es, Nídud, verdad lo que tú escuchaste,
que estuve en la isla junto con Völund
cuitado momento. ¡En mala la hora!
¡Poco yo pude guardarme de él!
¡Poco ante él resistirme supe[17]! »
[1] Los valles del lobo.
[2] El lago del lobo.
[3] Haciendo y fijando, según la tradicional imagen, las vidas de los hombres.
[4] El rey franco Clodoveo
[5] La blanca como el
[6] La llena de ciencia.
[7] César el de la Galia
[8] Völund (Weland en Inglaterra, Welant en Alemania) es ciertamente bien conocido por toda la tradición común germánica como el mejor forjador y artífice de joyas, armas y demás preciosas obras de excepcional valor.
[9] El bosque oscuro», un convencional paraje que se supone límite o frontera con cualquier lejano mundo o desconocida región (véanse Los Escarnios de Loki, 42, donde se le sitúa entre el Múspel y el Mídgard). En el contexto del presente poema, el sur más allá del Myrkvid que se tiene en mente es sin duda el de los dominios centroeuropeos de los godos, burgundios, francos y demás pueblos
[10] Literalmente «con buen ojo para predecir el tiempo», Vólund.
[11] Vólund. El epíteto se explica probablemente por el hecho de que los elfos son con frecuencia confundidos con los enanos, los excelentes artífices, al igual que Vólund, de extrañas y valiosas obras.
[12] Su esposa Álvit.
[13] Traducimos así la expresión vilja Iauss, que se aplica propiamente a quien queda sin ánimos por efectos de algún hechizo.
[14] La senda de Grani (el caballo de Sígurd el matador del dragón) es el páramo Gnitaheid, donde se guardaba el fabuloso tesoro de Fáfnir. Sobre esta conocida historia, ambientada en las regiones del Rin, véase Edda Menor, pp. 152-53. Cabe dudar, por otra parte, si los dos primeros versos de esta estrofa no tendrían más sentido en boca de Nídud que como respuesta de Vólund.
19 Verso que
[15] Se alude aquí probablemente a las alas, o el artilugio que fuese, que Vólund se fabricó para poder volar.
[16] Se presta este verso a distintas interpretaciones. Á salgarð; «sobre el cerco de la sala», tanto puede referirse a una tapia o empalizada en torno a la casa del rey (y el sujeto de la frase sería entonces Vólund, que se posa allí), como puede ser el entarimado que en el interior de la sala, adosado a las paredes, rodea el espacio central, el piso en cuyo centro arde el hogar (en este caso sería Nídud quien se tiene allí taciturno). La reina habla en el siguiente verso.
[17] Esta historia de la venganza de Völund la resume de la siguiente manera El Lamento de Déor anglosajón:
Wéland las penas probó del destierro
padeció desventuras el bravo señor; ,
compañía le hicieron dolor y nostalgia
en su inhóspito exilio: afligióse a menudo
después de que Nídad lo ató en la prisión
con flexibles tendones al hombre excelente.’
¡Aquello pasó, esto así pasará!
El perder sus hermanos no tanto pesar
a Bédohild dio como dióle su estado
cuando ya claramente le fue manifiesto
que estaba preñada: no le era posible
pensar sin agobio qué iría a ocurrir.
¡Aquello pasó, esto así pasará!