Rigsþula
Se cuenta en la antiguas historias que uno de los Aesir, el que llamaban Heimdall, iba de viaje a lo largo de un mar, por la playa, y llegó a una alquería y dijo llamarse Ríg. Siguiendo esta historia se compuso este poema:
En tiempos dicen que fue por las verdes sendas
poderoso y ya anciano el Aesir, mago potente,
fuerte y valeroso, Ríg, por el camino.
Luego marchó por el centro de camino
llegó hasta una casa la puerta entreabierta;
se dispuso a entrar, fuego ardía en el hogar;
una pareja había allí, de ancianos, junto al fuego,
Ái y Edda, tocados a la antigua.
Ríg bien podía darles consejos;
entonces se sentó en el centro del banco,
tenía a ambos lados la pareja de la casa.
Entonces tomó Edda una hogaza grosera,
pesada y espesa, llena de salvado;
y entonces la trajo al centro de la repisa,
cocido había en la olla, la puso en la mesa;
cordero había cocido, el más fino bocado,
él se levantó luego y se dispuso a dormir.
Ríg bien podía darles consejos;
entonces se acostó en el centro del lecho,
tenía a ambos lados la pareja de la casa.
Allí se quedó entonces tres noches enteras;
luego marchó por el centro del camino,
pasaron entonces nueve meses.
Un niño parió Edda, con agua lo rociaron
era negro de piel, y le llamaron Thrael.
Empezó a crecer y a prosperar;
tenía de las manos la piel arrugada,
nudillos huesudos… (verso incompleto)
dedos gruesos rostro estropeado,
espalda encorvada, y talones largos.
Empezó entonces a ejercitar su fuerza,
atando cortezas, haciendo fardos;
llevando luego a casa leña para el día.
Llegó luego a la granja una muchacha,
con lodo en los pies, los brazos tostados,
ganchuda la nariz, dijo llamarse Thír.
En el centro del banco luego se sentó;
sentóse junto a ella el hijo de la casa;
hablaron y charlaron en hicieron su lecho,
Thrael y Thír para un día horrible.
Tuvieron hijos – vivieron y disfrutaron – ,
creo que se llamaban Hreim y Fjósnir,
Klúr y Kleggi, Kefsir, Fúlnir,
Dumb, Digraldi, Drött y Hösvir,
Lút y Leggjaldi hicieron granjas,
trabajaron el campo, cuidaron los cerdos,
guardaron las cabras, sacaron la turba.
Las hijas que tuvieron Drumba y Kumba,
Ökkvinkálfa y Arinnefja,
Ysja y Ambát, Eikintjasna,
Tötrughypja y Trönubeina;
de ellos ha venido la estirpe de los siervos.
Fue Ríg luego por rectos caminos,
llegó hasta una casa, la puerta entornada,
a entrar se dispuso, fuego había en el hogar;
había allí una pareja dedicada a sus cosas.
El hombre tallaba un palo para enjulio;
su barba, arreglada, recortado el flequillo,
la camisa ajustada, un cofre en el suelo.
Había una mujer, manejaba una rueca,
alargaba los brazos preparando un tejido.
Redecilla en el pelo, un mandil ante el pecho,
un pañuelo al cuello, y broches en los hombros.
De Afi y de Amma era aquella casa.
Ríg bien podía darles consejo;
(entonces se sentó en el centro del banco,
tenía a ambos lados la pareja de la casa.)
(Falta casi toda la estrofa)
… él se levantó luego y se dispuso a dormir.
Ríg bien podía darles consejo;
entonces se acostó en el centro del lecho,
tenía a ambos lados la pareja de la casa.
Allí se quedó entonces tres noches enteras,
luego marchó por el centro del camino,
pasaron entonces nueve meses.
Un niño parió Amma, con agua lo rociaron,
le llamaron Karl, le vistieron con lino;
pelirrojo y sonrosado, con los ojos vivos.
Empezó a crecer y a prosperar;
cuidaba bueyes, arados hacía,
construía casas, fabricaba heniles,
fabricaba carros, conducía el arado.
Llegó luego en un carro a casa una mujer
con túnica de piel, y se casó con Karl;
Snör se llamaba; vistió el velo de novia,
hicieron matrimonio se entregaron regalos,
tendieron sus mantas, hicieron su casa.
Tuvieron hijos – vivieron y disfrutaron – ;
Se llaman Hal y Dreng, Höld, Thegn y Smid,
Breid, Bóndi Bundinskeggi,
Búi y Boddi, Brattskegg y Segg.
Otros se llamaban con estos nombres:
Snót, Brúd, Svan, Svarri, Sprakki,
Fljód, Sprund y Víf, Feima, Ristill;
de ellos ha venido la estirpe de los hombres libres.
Fue Ríg luego por rectos caminos;
llegó hasta una sala, las puertas hacia el sur,
la entrada cerrada, un anillo lo abría.
Se dispuso a entrar, paja cubría el suelo;
había una pareja mirándose a los ojos,
Fadir y Módir, moviendo los dedos.
Estaba el esposo trenzando una cuerda,
tensaba un arco, hacía astas de flechas,
y la esposa arreglaba camisas,
planchaba la ropa, almidona las mangas.
Complejo el tocado, un broche en el pecho,
con una ancha capa y túnica azul;
la frente brillante, los senos más claros,
el cuello más blanco que la pura nieve.
Ríg bien podía darles consejo;
entonces se sentó en el centro de banco,
tenía a ambos lados la pareja de la casa.
Módir tomó entonces un paño bordado,
blanco, de lino, puso la mesa;
y entonces tomó una fina hogaza
blanca, de trigo, y la puso en el paño.
Y allí luego trajo las bandejas llenas,
ornadas con plata, las puso en la mesa,
con tocino claro y aves asadas;
vino había en la jarra, y copas labradas;
bebieron y charlaron, y el día terminó.
Ríg bien podía darles consejo;
se levantó luego Ríg, y preparó el lecho;
allí se quedó entonces tres noches enteras.
Luego se marchó por el centro del camino,
pasaron entonces nueve meses.
Un muchacho parió Módir, lo vistió con sedas,
con agua le roció, Jarl le llamaron;
rubio era su pelo, brillantes sus mejillas,
agudos sus ojos cual los de una sierpe.
Creció allí Jarl entre los bancos;
blandía escudo de tilo, trenzaba cuerdas de arco,
tensaba los arcos, hacía puntas de flecha,
lanzaba los dardos, agitaba las lanzas,
montaba a caballo, azuzaba los perros,
empuñaba la espada, se echaba a nadar.
Legó luego al bosque Ríg por el camino,
Ríg por el camino, y le enseñó las runas;
le dijo su nombre, y que era hijo suyo;
entonces le ofreció los bienes alodiales,
los bienes alodiales y los campos antiguos.
Marchó entonces por bosques oscuros,
montes llenos de escarcha, hasta llegar a una casa;
comenzó a blandir las astas, y a agitar escudos,
galopó a caballo, y blandió la espada;
comenzó la lucha, enrojeció el llano,
mató guerreros, destruyó las tierras.
Obtuvo él solo dieciocho dominios,
repartió fortunas, a todos concedió
tesoros y riquezas y esbeltos caballos;
arrojó anillos, rompió brazaletes.
Fueron mensajeros por húmedos caminos,
llegaron a una casa donde vivía Hersir;
tenía una hija de dedos esbeltos,
blanca y sabia, se llamaba Erna.
Pidieron su mano, la llevaron a casa,
casóse con Jarl, tomó velo de novia;
juntos vivieron y se amaron,
tuvieron familia, la vejez disfrutaron.
Bur era el primero, el segundo Barn,
Jód y Adal, Arfi, Mög,
Nido y Nidung – a jugar aprendieron –
San y Svein – a nadar, los escaques –
Kund se llama otro, Kon era el más joven.
Allí crecieron los hijos de Jarl,
domaban caballos, escudos combaban,
preparaban flechas, blandían las lanzas.
Y el joven Kon conocía las runas,
las runas eternas, las runas de vida;
además sabía proteger a los hombres,
hacer roma la espada, y calmar los mares.
Aprendió el habla de las aves, y a apagar el fuego,
a apaciguar la mente, a calmar las penas;
fuerza y poder de ocho hombres.
Con Ríg, Jarl se dedicó a las runas,
le venció con mañas y con mejor ciencia;
entonces heredó y se preocupó luego
de llamarse Ríg, pues sabía las runas.
Cabalgó el joven Kon por bosques y espesuras,
dardos lanzó para acallar las aves.
Entonces dijo un cuervo – sentado en una rama – :
¿Por qué quieres, Kon, acallar las aves?
Mejor te sería montar a caballo
(verso incompleto) y matar guerreros.
Tienen Dan y Danp preciosos palacios,
grandes heredades, mayores que las vuestras;
sabían muy bien navegar en su barco,
probar las espadas, y causar heridas.