La supervivencia después de la muerte del cuerpo fue dada por sentada por los sacerdotes de la antigua religión practicada por los pueblos germánicos y que,
el espíritu que habitó el mismo después de la muerte continuaba vagando sin interrupción por el espacio, entre nosotros pero en otro nivel.Cuando un cuerpo humano muere, su ocupante espiritual se embarca en un viaje a través del reino de Hel, reina de los muertos: ella se representa como una mitad azul, es decir, con una mitad muerta y la otra todavía viva.
Ella es la hija de Loki que tiene otro nombre: Lódur, uno de los tres seres que conformaron al hombre: Odín proporcionó la vida física, con su correspondiente doble físico: el harm. Hoenir les otorgó el juicio, la inteligencia con su doble Psíquico: La Fyjlgia o acompañante y Lódur/Loki les dio sangre y color de vida, es decir el asiento del espíritu inmortal que habita dentro de nosotros. En gótico, existe una palabra: “Laudi” que significa formar, establecer una forma física, que no es otra cosa que un concepto establecido también en otras religiones para designar esa “preparación del cuerpo” necesaria para acoger al espíritu vital denominado Hugr/Hugs, que solo habita nuestro cuerpo y que cuando este muere se dirige a los espacios intemporales.
Dice el Voluspa:
Hasta que al mundo llegaron tres
de la hueste divina, propicios, potentes,
y en tierra hallaron, carentes de fuerza,
a Ask y a Embla, aún sin destino.
Vida no tenían, no poseían juicio,
ni sangre ni voz, ni color de vida;
vida les dio Odín, juicio les dio Hoenir,
sangre les dio Lódur, y color de vida.
El concepto de muerte entra en vigor tras el despertar de la inteligencia, por lo que el uso de esta facultad y de la libre voluntad que lo acompaña toma conciencia en el hombre solo cuando éste dispone ya de una inteligencia discernitiva, pues el resto de los animales no la poseen, ya que solo conservan este instinto de supervivencia cuando presienten un peligro para sus vidas, y por ello solo a los humanos les es ofrecida la oportunidad para que su alma saque provecho de las experiencias vividas en la vida, así como proporcionar descanso y reparación.
Cuando un ser humano muere, antes de emprender el viaje «a través de dominios de Hel”, el alma está equipada con el calzado estrictamente de acuerdo con su carácter: una buena y amablemente persona está dotada de zapatos fuertes, mientras que el bruto y materialista apegado rigurosamente a lo perecedero está escasamente calzado o simplemente descalzo en medio de las rocas y zarzas que debe atravesar para llegar al pozo de Urd donde su futuro se decidirá.
Urd, como hemos visto, es el origen de todas las causas creadas en el pasado. Ella riega las almas de cada uno de nosotros que volvemos a esta fuente y que son acogidas bajo las ramas del gran Fresno cósmico Yggdrasil: el pasado determina el futuro de nuestra futura condición, en la muerte así como en las vidas futuras.
En la fuente de Urd el alma se presenta a Odín, su ser más íntimo, «padre de los dioses» así como su propio «padre en el cielo.» Pero, a pesar de que Odín aconseja de acuerdo con su sabiduría, sus sentencias están determinadas de acuerdo con el impulso de Urd, el pasado del alma determina el juicio
de su dios interior y su colocación en las muchas capas que se compone esa gran sala de espera que llamamos Hel. Después de la muerte, el alma busca su hábitat apropiado y encuentra el lugar que le es propia por razón de la afinidad entre las regiones infinitamente variadas de los muertos. Uno puede disfrutar de prados soleados adornados con flores si esto está de acuerdo con sus inclinaciones naturales; otro, por ser de mala disposición, pueden ser confinados en una jaula empapada de veneno debajo de las puertas inferiores que conducen a mundos perdidos en la nada, en la desesperación de su no-ser, no obstante, no es un castigo o un premio según los casos; es solamente una continuación de su vida terrestre, pero en este caso solo son energías puras y su interacción con las demás fuerzas que forman los multiversos determinan la ubicación de estas almas que se corresponden con los niveles de consciencia, adquiridos y desarrollados en la Tierra.
No sabían nuestros antepasados la duración de estos estados después de la vida, pero si podemos razonar de forma lógica, así como lo hacen las religiones
griega, hindú, y otras fuentes míticas, es seguro asumir que cada individuo permanece en este mundo de sueños creados por sí mismo hasta que su atracción se agota, hasta que son superados por su voluntad de volver a ser y se encuentra dispuesto a realizar otro viaje.
En su momento, el alma que ya está dispuesta a reanudar su viaje por la vida en la tierra, una vez más, visita el pozo de Urd, quien tiene ahora la tarea de seleccionar una madre para su nuevo nacimiento. Una vez más vemos que el pasado determina el futuro en una ineludible secuencia de causa y efecto. Hemos visto cómo el propio mundo no es para siempre, que detrás de un ciclo al final viene un Ragnarök, que no es ni más ni menos que la regeneración necesaria contra el caos. La misma ley puede aplicarse analógicamente a la vida humana que es un universo en una escala más pequeña. Al igual que las semillas plantadas en la primavera, después de muchos días y noches, producirán su fruto en el lugar que fueron sembradas, por lo que nuestras
semillas de pensamiento y acción deben tener su cosecha de buenos o malos resultados en el campo donde se originaron, incluso después de muchas muertes y nacimientos.
Niflhel, es la esfera de la materia absoluta en que el material para nuevos mundos se forma a partir de las heces del viejo mundo, después de ser molido en el molino cósmico, homogeneizada, reducida a lo informe, crisol de vida a partir de muerte. Es el caldero de Sinmara – consorte de Surtr, un gigante llamado a tomar un papel relevante durante el Ragnarök-. que, como el caldero galés de Ceridwen, contiene la materia madre de la vida, la Inspiración y la Sabiduría.
Sólo un alma tan totalmente depravada de la que no mana el hidromiel sagrado de la sabiduría para contribuir a su dios interior puede tener temor al peligro de la extinción total, con todo su ser unido a los gigantes de hielo, al lado de la naturaleza mas amarga, aquella que ha perdido ya todo rastro de su espiritualidad y en la que su hamingja ya no puede nutrir e inspirar su regreso a las esferas divinas que son su hogar. Un alma, que habiendo pasado irremediablemente a través y por debajo de la casa de Hel, con sus numerosas salas, tanto suntuosas como tristes, donde al espíritu se le acaba el ánimo y las fuerzas que le quedaban para seguir adelante, desciende al Niflhel a una extinción absoluta.
Los demás visitan el pozo de Urd para la selección de su nueva vida: la más apropiada de acuerdo con sus condiciones y que sea la más adecuada para un óptimo crecimiento y desarrollo de su alma. Las circunstancias así elegidas pueden no siempre de nuestro agrado, ya que nosotros no tenemos la sabiduría de nuestra hamingja divina para ver las necesidades precisas de nuestra alma. Es muy posible que a uno una vida feliz nos traiga alegrías buenas experiencias, pero es muy a menudo que el sufrimiento despierta más eficazmente el conocimiento de las necesidades de los demás y la sabiduría para suministrar la correcta maduración del alma, lo que le permite fundirse con la divinidad de la que formamos parte. La correcta selección y colocación de nuestras almas inmortales, nuestro Hugr/Hugs, es el punto de partida para una nueva existencia física y es un paso por el que debemos pasar una vez que nuestro cuerpo se haya consumido.
La reencarnación es una de las creencias mas antiguas difundida por los pueblos indoeuropeos, la existencia de una vuelta continua a la tierra de nuestra alma inmortal después de vagar un tiempo por los salones innombrables ha sido uno de los pilares de nuestras creencias, los Odinistas, los Hinduistas, Sintoístas no hacen mas que vincularnos una y otra vez con nuestra Hamingja, es decir el alma común de nuestros antepasados, es por eso que debemos mirar con esperanza al porvenir, aunque al final este se vista de inevitable y trágica muerte física.
La muerte pues, no es final.