Las nueve nobles virtudes

Las nueve nobles virtudes

Las Nueve Nobles Virtudes, Las Nueve Demandas y El Ideal de Los Seis Propósitos.

Un poco de historia.

Si bien hay otros que reivindican otros orígenes, las referencias a las que aquí nos ceñimos nos dicen que Las Nueve Nobles Virtudes (The Nine Noble Virtues) y Las Nueve Demandas (The Nine Charges) fueron compiladas por primera vez durante la década de 1970 por dos miembros fundadores de la asociación británica conocida como «The Odinic Rite» («El Rito Odínico»). Estos fueron: John Yeowell (bajo el seudónimo de «Stubba») y John Gibbs-Bailey (bajo el seudónimo de «Hoskuld»). Así pues, Stubba y Hoskuld extrajeron una serie de valores básicos del Hávamál y del Sigrdrífomál, que son poemas que se incluyen en la Edda en Verso (o Edda Poética, Edda Antigua, Edda Mayor). La Edda en Verso es, a su vez, un volumen que recoge una colección de poemas escritos en Nórdico antiguo y preservados, inicialmente, en el manuscrito medieval islandés conocido como Codex Regius. La Edda Mayor junto con la Edda Menor (o Edda en prosa) forman parte de la tradición poética medieval de Islandia y son las principales fuentes de nuestro conocimiento sobre la mitología Nórdica.

El Ideal de Los Seis Propósitos (The Six-Fold Goal) son otra pauta de comportamiento que aparece en «El Libro de Troth» («The Book of Troth», 1989), por Edred Thorsson. La palabra «troth» es una antigua palabra del idioma inglés que viene a significar «verdad; lealtad jurada». 

Dato Importante.

Como se podrá ver más abajo, estas normas de conducta no están concebidas ni para alabar, ni para engordar el ego de ningún dios. Los Dioses no necesitan de este tipo de cosas ni les agrada que les cubran de falsas alabanzas y excesiva adulación. Los Dioses procuran no mediar en nuestros asuntos, prefieren dejar que las leyes naturales del destino sigan su curso y que seamos nosotros mismos quienes nos hagamos cargo del rumbo que tomen nuestras vidas. Así pues, si decidimos seguir estos consejos que se nos brindan en Las Nueve Nobles Virtudes, Las Nueve Demandas y El Ideal de Los Seis Propósitos, nos convertiremos en mejores personas y nos sentiremos más orgullosos de nosotros mismos. Seremos más fuertes y luchadores, y nos ganaremos el respeto de aquellos a los que consideremos los nuestros. Y Los Dioses estarán complacidos.

Como dato especial, cabría resaltar el hecho de que en este escrito consideramos que el nombre en Español de la Noble Virtud que aquí llamamos «Auto-Dependencia» (Saber cuidar de uno mismo), ha sido, a lo largo de los años, incorrectamente traducido y su significado original seriamente alterado. El nombre de esta Noble Virtud puede ser encontrado en multitud de escritos, en papel y en internet, generalmente traducido al español como «confianza», «autoconfianza» ó «autocontrol».

Pero veamos. En inglés original, esta Noble Virtud recibe el nombre de «Self-Reliance». La primera palabra, «self», hace referencia a, y se viene a traducir como: «uno mismo», «de uno mismo», «para uno mismo» y más comúnmente como «auto-«, en expresiones como «self-service» («autoservicio»), «myself» («yo mismo»), «yourself» («tú mismo»), «self-esteem» («autoestima») ó «self-sufficient» («autosuficiente). La palabra «reliance» se traduce del inglés al español, claramente y según los diccionarios de traducción, de dos maneras distintas: «dependencia» (su principal significado en español) y «confianza». Esta traducción de la palabra «reliance» como «confianza» estaría basada en su significado principal cuando la traducimos al español: «dependencia»; esto quiere decir que se «confía» en que las cosas salgan de tal o cual manera porque, en realidad, se «depende» de que las cosas vayan de una u otra manera. Así pues, tenemos «dependencia» y «confianza». Empezando por la segunda, parece ser que, en su época, a alguien le pareció oportuno omitir en el contexto el significado de la palabra en inglés «self» y quedarse solamente con uno de los significados de la palabra «reliance» que se podría traducir al español, según los casos, como «confianza», traduciendo, así, la expresión completa de «Self-Reliance» simplemente como «confianza». Cabe resaltar que la confianza, bien en los demás o «en-que-las-cosas-salgan-bien», no es una virtud; es, meramente, una apuesta de futuro basada en una hipótesis sobre la futura conducta de algo o alguien con la esperanza de que todo vaya según nuestros deseos y sobre la que no tenemos y/o no tendremos control alguno. También, cuando se añadió el significado en español de la palabra «self», se obtuvo una nueva traducción, dándole, esta vez, el nombre de «autoconfianza». Sin embargo, la «autoconfianza» ó «confianza en uno mismo» ó «autoestima» tampoco es una virtud; es, más bien, un atributo o rasgo del carácter de cada persona, muy deseable, eso sí, pero que podemos obtener a través de Las Nobles Virtudes del Valor, La Disciplina y La Perseverancia. Por el camino, de alguna manera, debió surgir la idea que esta expresión de «Self-Reliance» también podría traducirse como «auto-control», lo que, quizá, nos llegue a sugerir que, traducido de una manera muy, muy libre, podría ser considerado, más o menos, correcto. Ahora bien, del español al inglés la expresión «auto-control» se traduce como «self-control» y viceversa, del inglés al español. En ambos sentidos se traduce literalmente y con el mismo significado, sin ningún tipo de interpretación alternativa, de la misma manera que la expresión «autoconfianza» se traduciría al inglés como «self-esteem» o «self-confidence», pero no «self-reliance». Hacemos hincapié, además, en el hecho de que el auto-control es una forma de disciplina, por lo que se inscribiría dentro del concepto que expresa la Noble Virtud del mismo nombre.

Tras esta exposición y siguiendo la lógica que estos razonamientos nos sugieren, podemos descartar todas estas interpretaciones de nuestras posibles vías de traducción al tener un significado muy diferente al original, lo que nos lleva a la principal acepción en español de la palabra inglesa «reliance»: «dependencia».

Sabiendo que disponemos de estas dos opciones de traducción de la palabra «reliance» («dependencia», su principal significado y «confianza», secundario y basado en el primero), resulta difícil de entender cómo se pudo haber rechazado este su principal significado en Español para llegar a «autoconfianza» y «auto-control»; y desde este punto de vista, resulta aún más difícil de entender cómo nadie pudo ver la posibilidad de traducir la expresión «self-reliance» como «autodependencia» (o «depender de uno mismo»).

Recordemos el significado de la palabra «depender»: «Estar bajo el mando o la autoridad de una persona o una institución»; otro sería: «Estar una cosa condicionada a otra»; y también: «Necesitar de una persona o una cosa para vivir». Con esto, si añadimos la palabra «auto» delante de la palabra «depender», tendríamos que: «Auto dependemos de nuestro propio mando y autoridad». «Auto dependemos de nuestras propias condiciones». «Auto-dependemos de nuestra propia persona y cosas para vivir».

De nuevo, tras esta exposición y siguiendo la lógica de estos razonamientos, creemos firmemente que se puede ver y entender por qué hemos traducido al español la expresión en inglés (y que da nombre a La Noble virtud) «Self-Reliance» como «Auto-Dependencia». 

De la Palabra «Virtud».

En la conciencia Hispana, el significado de la palabra «virtud» hace tiempo que fue manchado por, sobre todo, su excesiva vinculación a la moral cristiana, debido a una utilización abusiva que el término sufrió a lo largo de los años por parte de estas instituciones. Más aún, a aquellos de nosotros cuya alma no podía ser atraída por este tipo de sistema político que nos presentaban en forma de religión, las connotaciones que le atribuíamos al significado de la palabra «virtud» nos hacía, en muchos casos, retraernos con horror, debido a las perspectivas sugeridas por este vocablo en manos del cristianismo, de tener que vivir una vida sin libertad propia, esclavos de un dios mentiroso y cruel que nos exigía que dijéramos que «le amábamos por encima de todas las cosas», aunque en realidad no fuera cierto y sintiéramos entre nada de eso y todo lo contrario. El significado de la palabra «virtud» quedó, así, gravemente alterado y alejado de la ideología de muchos jóvenes no convencidos.

Vamos, aquí, a intentar recuperarlo.

Virtud, ya sea esta natural o adquirida, hace referencia a una cualidad positiva que puede ser percibida en nosotros por los demás y que atribuimos a la mente y al espíritu y cuyos efectos están vinculados a la inteligencia, la voluntad, la eficacia, el poder de obrar, la integridad de ánimo, etc. Aristóteles dijo que la virtud es una actitud proporcionada y la encontraremos en un punto intermedio que se halla entre el exceso y el defecto. Podemos decir, como ejemplo, que no es virtuoso quien excede la valentía para realizar un acto temerario, al actuar sin fundamento y exponerse a riesgos innecesarios, o quien queriendo mostrar comedimiento y templanza a la hora del comer, llega a comer tan poco que acaba por enfermar.

Las virtudes, no hay que nacer con ellas, se pueden, perfectamente, adquirir y desarrollar. Una virtud no es una obligación sino un valor personal. Lo hacemos así porque entendemos y sentimos que así hay que hacerlo, lo cual influirá muy positivamente en nuestro estado de ánimo y nos hará sentirnos muy bien con nosotros mismos. Nadie nos obliga a ello, sino nuestra propia moral e iniciativa. Es bueno recordar el carácter social del que surgen las virtudes. Las virtudes son cualidades que, en nosotros, son vistas y apreciadas por los demás.

Platón aduce que el ser humano dispone de tres poderosas herramientas: El Intelecto, La Voluntad y La Emoción, las cuales templamos y utilizamos a través de Las Nueve Nobles Virtudes, Las Nueve Demandas y El Ideal de Los Seis Propósitos. 

Las Nueve Nobles Virtudes.

Junto con el culto a Los Dioses y la mitología relacionada con estos, además de la honra y el respeto por nuestros ancestros y, sobre todo, su legado cultural, Las Nueve Nobles Virtudes constituyen un núcleo de valores que se presentan como código de conducta a toda aquella persona interesada en seguir los múltiples caminos espirituales que nos ofrece el Odinismo-Ásatrú. Estos valores nos ayudan a decidir qué hacer y cómo actuar en el devenir de nuestro día a día. La religión Odinista-Ásatrú nos enseña que el propósito de vivir es tener una vida plena, útil y productiva. Los Odinistas-Ásatrúar valoramos la libertad individual limitada responsablemente tanto como la vida en común con el resto de la gente. Las Nueve Nobles Virtudes, como una buena parte de nuestra religión, deben ser meditadas e interpretadas por cada individuo. Por lo que hay que tratar de ser cuidadoso y aprender para saber, en la medida de lo posible, de qué manera aplicar 

Y según nuestra concepción espiritual del mundo, las dividimos en dos grupos.

Aquellas Nobles Virtudes que nos relacionan con el mundo que nos rodea y nos ayudan, fundamentalmente, a forjar la personalidad que, de nosotros, será percibida por los demás:

– VALOR.

El Valor parte de lo más profundo de nuestro espíritu. Es la fuerza de voluntad que nos hace vencer el miedo al peligro, al dolor y al sufrimiento. No es la ausencia del miedo la que hace al valiente. Es nuestra decisión de enfrentarnos al miedo la que nos hace actuar con arrojo y ser valerosos. El Valor nos ayuda superar las adversidades y a sentirnos bien y orgullos de nosotros mismos. Mostrar valor nos da valor, pero mucho cuidado, hay que saber distinguirlo de la fanfarronada y la bravuconería.

– VERDAD.

La Verdad, entre otras cosas, supone la concordancia entre aquello que afirmamos con aquello que sabemos, sentimos y pensamos. Así pues, el concepto de «verdad» también abarca valores como la honestidad, la sinceridad y la honradez, aunque conviene recordar que no existe una verdad absoluta, por lo que, aun siempre exigiendo el correspondiente respeto hacia nuestros pensamientos y nuestra persona, deberemos respetar las «verdades» de otras personas y continuar en nuestra búsqueda para encontrar y mejorar nuestra propia Verdad. Muy importante es el hecho de que debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer nuestros errores y defectos para poder ponerles remedio. La Verdad es un bien muy preciado y hay que aprender a reconocerla y a entregarla con cuidado.

– HONOR.

Estrictamente hablando, El Honor sería una cualidad que aplicaríamos sobre todos aquellos que se comporten de acuerdo a aquellas normas morales y sociales que consideremos como correctas en la comunidad o sociedad en la que vivimos o de la que formemos parte. Sin embargo, si bien todo esto es cierto, para los Odinistas-Ásatrúar, El Honor es mucho más que eso. El Honor es la esencia fundamental de la moral Odinista-Ásatrú. Si hay algo reiterativo en los Eddas y en las Sagas es que sin honor no somos nada. El Honor era lo más valioso para nuestros antepasados, que preferían morir para salvar su honor a llevar una vida sin él. El Honor no es mera reputación. El Honor es un sentimiento muy interior que repercutirá en nuestra reputación cada vez que logremos sacarlo a la luz. El Honor es la dirección que nos marca la moral sagrada de Los Dioses. Es la firme creencia en el reconocimiento de la verdad en lo que hacemos. Es algo profundamente personal y sincero. El Honor es el valor de una persona a ojos de la sociedad en la que vive y aún más, a sus propios ojos.

– LEALTAD.

La Lealtad es un vínculo sólido, una virtud que nace a partir del respeto que sentimos por la confianza depositada en nosotros y en el compromiso contraído por las ideas y obligaciones que hemos asumido a partir, precisamente, de esta confianza depositada en nosotros. La Lealtad es un lazo sagrado que se ofrece de forma libre incluso cuando las circunstancias son adversas. No es un simple interés casual sino un compromiso pleno que implica defender aquello en lo que creemos y el cumplimiento de nuestras promesas. La Lealtad revela una gran soberanía de espíritu, ya que exige decidir ahora lo que se va a hacer en adelante, bajo condiciones que no se pueden prever. La Lealtad nos inspira y nos ayuda a inspirar sentimientos de respeto, devoción, unión y compromiso.

– HOSPITALIDAD.

La Hospitalidad la podríamos definir como acoger y ofrecer asistencia al necesitado y también, como agasajar con amabilidad a nuestros invitados haciendo que se sientan cómodos. Es una Noble Virtud sencilla y fácil de entender que no necesita de una gran explicación. Una Noble Virtud que a través del afecto y la gratitud que origina en las personas a las que hemos acogido, engrandecerá nuestro Honor y tenderá a inspirar confianza hacia nosotros. 

Y tenemos, también, aquellas Nobles Virtudes que nos relacionan con nuestro mundo interior y nos ayudan, fundamentalmente, a templar nuestro propio espíritu:

– AUTO-DEPENDENCIA (Saber cuidar de uno mismo).

Aun teniendo en cuenta a los demás y sin olvidarnos nunca de ellos, debemos procurar ser capaces de obrar por nuestra cuenta y siempre en la medida de lo posible, tratar de actuar con independencia, sin la necesidad de apoyarse en otros. Esto no significa, de ningún modo, comportarse de una manera egoísta o antisocial, ni, mucho menos, despreciar la ayuda de los demás, sino tener iniciativa y ser responsables de nuestros propios actos. Por lo tanto, haciendo uso de nuestro sentido de la responsabilidad, procuraremos no importunar a nadie con aquellos problemas de los que, perfectamente, podemos ocuparnos nosotros mismos. Debemos recordar, siempre, que nuestros allegados están dispuestos a brindarnos su ayuda en todo momento, por lo que tenemos que estar contentos, orgullosos y, sobre todo, agradecidos de que podamos contar con ellos, por lo que es muy importante mostrar respeto evitando que tengan que preocuparse por nosotros innecesariamente.

 – DISCIPLINA.

Íntimamente ligada a La Noble Virtud de La Perseverancia, La Disciplina es la capacidad de poner en práctica una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades cotidianas como en nuestras vidas en general. La Disciplina está vinculada al comportamiento y la actitud de uno mismo, supone el desarrollo de la capacidad para llevar una vida ordenada en concordancia con nuestros principios, deberes, objetivos y necesidades y en observancia de las normas de comportamiento social. Se trata de otra gran forma de motivación, cuando utilizamos la razón para determinar el mejor curso de acción, aunque este se oponga a nuestros deseos más inmediatos. La Disciplina nos ayudará a desarrollar la capacidad para controlar nuestros impulsos, sobre todo aquellos que nos aparten de nuestros objetivos importantes.

– LABORIOSIDAD.

La Laboriosidad es el hábito de permanecer activo y de trabajar con tesón y con energía. La idea de la laboriosidad es que, con nuestro esfuerzo, el trabajo se convierte en una fuerza transformadora y de progreso, tanto en el plano social como en el personal. Pero trabajar es solo el primer paso, aparte de con tesón y con energía, también es necesario trabajar con dedicación y con esmero, para que el fruto de nuestro trabajo se convierta en algo de valor. Debemos, pues, habituarnos a permanecer activos, pero, cuidado, también es muy importante entender que necesitamos descansar por lo que es bueno establecer un equilibrio adecuado. El mantenernos en constante actividad nos permitirá, además, adquirir una mayor capacidad de esfuerzo y nos hará más responsables y disciplinados. En la vida, si queremos prosperar deberemos trabajar para ello. Todo lo que logremos llegar a ser lo conseguiremos a través de nuestro trabajo. El resultado de nuestro trabajo es nuestra obra, la cual, una vez terminada, nos hará sentirnos orgullosos de nosotros mismos. Recordemos siempre que el trabajo ennoblece, por lo que siempre deberemos tratar de crear y construir, porque esto nos acerca aún más a Los Dioses y porque al final, todo lo que, en este mundo, quede de nosotros será nuestra obra, el resultado final de nuestro trabajo.

– PERSEVERANCIA.

La Perseverancia es la clave del éxito, el cual, bajo ningún concepto, estará jamás asegurado, pero nunca se podrá alcanzar sin Perseverancia. El secreto de la victoria reside en saber aceptar nuestros fracasos como parte integral de la vida y convertirlos en recursos. Aprenderemos y nos adaptaremos por el camino, pero no cederemos frente a los obstáculos que nos vayamos encontrando ni frente a la frustración, el mayor enemigo de La Perseverancia. Debemos convencernos de que merece la pena seguir luchando. Nos mantendremos firmes y constantes en nuestros objetivos y continuaremos con constancia lo que hayamos empezado hasta acabarlo. Y si nos caemos nos volveremos a levantar y si se destruye lo construido lo volveremos a construir, esta vez mejor y más sólido. Pensemos que si nos caímos fue porque no nos aguantamos en pie con suficiente firmeza y si resultó destruido fue porque no era suficientemente bueno.  

 Ideal de Los Seis Propósitos.

Los Seis Propósitos son una serie de objetivos preliminares constantemente presentes que hay que intentar lograr para que todo lo que en la vida venga y nos propongamos nos resulte más fácil o menos penoso, según se dé el caso. El Ideal de Los Seis Propósitos se aplicará teniendo la guía de Las Nueve Nobles Virtudes como código de conducta y nos ayudará a estar más preparados para poder alcanzar nuestros objetivos finales. Aquellos que darán propósito a nuestra existencia y sentido a nuestra vida.

Constantemente hay que intentar obtener e intentar ir en la dirección que nos marcan estos objetivos: 

  • Corrección,
  • Sabiduría,
  • Fortaleza,
  • Cosecha,
  • Prosperidad  
  • Amistad y
  • Amor 

– CORRECCIÓN.

Tyr nos inspira esta práctica que alude, principalmente, a Las Nobles Virtudes de la Verdad, el Honor y la Disciplina.

Se responsable. Domina y encauza tus instintos y administra tus emociones. Piensa en lo que dices, en lo que haces y en sus consecuencias. Se inteligente y no te dejes arrastrar. Y si aun así erraras y con tus palabras y acciones causaras dolor y perjuicio, harás lo posible por corregir el agravio y redimirte ante los tuyos y ante Los Dioses.

– SABIDURÍA.

Inspirada por Odín, se define como la forma correcta de aplicar el conocimiento y usarlo con buen juicio, prudencia y sensatez. La Sabiduría nos enseña a pedir consejo y aceptar las críticas. La Sabiduría se desarrolla con el tiempo, a partir de las experiencias propias y ajenas y de la observación y la reflexión sobre la vida, haciendo honor a Las Nobles Virtudes de La Verdad y La Perseverancia.

– FORTALEZA.

Inspirada por Thor, que nos ofrece el mejor ejemplo de Las Nobles Virtudes del Valor, La Disciplina y La Auto-Dependencia.

Debemos, siempre, intentar obtener fortaleza física y mental, cualidades en las que se materializa el doble objetivo de la victoria y la defensa. No se puede luchar sin fortaleza. Adquirir vigor y resistencia en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro espíritu nos ayudará a actuar con firmeza y constancia y así, vencer el miedo. Aunque siempre habrá que tener cuidado y tratar de eludir la temeridad.

– COSECHA.

Acción ligada al ciclo de la vida y sagrada para los Dioses Vanir.

El recoger el fruto de nuestro trabajo, cualquiera que este sea, es el resultado de Las Nobles Virtudes de la Laboriosidad y la Perseverancia. La vida produce muchos frutos. Debemos aprender que si no recolectamos cuando llega el tiempo, todo fruto se echará a perder. Pero recuerda: «Así siembres, así recogerás».

– PROSPERIDAD.

El «ideal» de Los Dioses.

Es el auténtico significado de la palabra «paz», contrario a conceptos como «calma», «inacción» o «silencio». Esto es: actividad, trabajo, resultado y progreso. La conclusión de nuestra actitud ante la vida y la consecuencia de Las Nueve Nobles Virtudes, en la que todas las partes del Ideal de Los Seis Propósitos, tras ser perseguidos, son logrados con éxito.

– AMISTAD y AMOR.

Dos que son uno. No necesitan más explicación.

Varios son Los Dioses como Frigga, Sif, Frey, Freya, Thor, Baldr, etc., que podrían ejemplificar este gran tesoro que potencia y da aún más significado a Las Nobles Virtudes de la Verdad, la Lealtad y la Hospitalidad. El Hávamál ya nos dice: «triste existencia la de quien no tenga amigos» y ciertamente, nosotros añadiríamos:» … y la de quien no tenga seres queridos a quienes corresponder». 

Las Nueve Demandas.

Las Nueve Demandas son una serie de consejos adicionales que determinan nuestro comportamiento en sociedad a la hora de relacionarnos con la gente que nos rodea y, sobre todo, de estrechar lazos con nuestros más allegados.

  • Seamos honestos, sinceros y leales para con aquellos que lo merezcan habiendo demostrado su amistad: «… y si decidiera golpearme, yo no le causaré daño ni le ocasionaré perjuicio». En una disputa tendremos más en cuenta los buenos recuerdos y sopesaremos los valores positivos por encima de los negativos.
  • Tener siempre muy en cuenta a aquellos que consideremos los nuestros y jamás jurar ni dar nuestra palabra en falso, porque terrible es que, con razón, nos puedan llamar traidores.
  • Tratemos siempre de mostrar piedad y procuremos no aprovecharnos del humilde ni mostrar severidad ante el indefenso.
  • Recordaremos siempre el respeto que se le debe a nuestros mayores.
  • No sufriremos males a los que, aunque nos cueste, podamos poner remedio: «No nos encerraremos para que nos quemen en nuestra propia casa. Afrontaremos nuestro destino y lucharemos contra nuestros enemigos en el campo de batalla».
  • Tratemos siempre de socorrer al desconocido, pero ¡ojo! no confiemos, más allá de lo necesario, en la palabra de un extraño.
  • Procuraremos no dejarnos ofender por las palabras de aquellos drogados, borrachos o mentalmente impedidos que hayan dejado atrás su capacidad de pensar y decidir.
  • No hablaremos mal de un fallecido que nada hizo en vida para merecerlo.
  • Afrontaremos con valentía los decretos de Las Nornas y acataremos y respetaremos aquella ley y autoridad que, en cada caso, consideremos legítima.

Estos son nuestros valores. Esta es nuestra actitud ante la vida. El corazón que nos hace sentir a los nuestros y a Los Dioses, y a Los Dioses como los nuestros. Debemos siempre recordar que depende de nosotros mismos el administrar nuestra propia moralidad y nunca olvidar que nuestras acciones traerán consecuencias. Y siempre antes de actuar, deberemos pensar en dichas consecuencias y decidir si las aceptamos o no. Tanto si estas nos favorecen como si nos perjudican. Debemos cultivar nuestra actitud ante la vida y atesorar estos valores cuyo objetivo es convertirnos en alguien al que Los Dioses consideren digno y otorguen su respeto, lo que, cuando llegue el momento, nos permitirá caminar entre ellos con orgullo y como iguales.

Que Los Dioses iluminen nuestro camino.

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