Nuestra cosmovisión
1. Odinismo, nuestra religión ancestral europea.
2. La religión del porvenir.
3. Los Dioses y lo sagrado.
4. Un código con valores como sustento vital.
5. Odinismo comoe stilo de vida.
6. El mundo, el hombre, el alma y el cuerpo.
7. Respeto a la diversidad. Combate por la identidad.
8. Religión, política y sociedad.
9. Todo perece, todo vuelve a ser.
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1. – Odinismo, nuestra religión ancestral europea.
El Odinismo.Asatru es, después de un largo periodo de 1500 años, la religión que encarna nuestras antiguas tradiciones y creencias religiosas antes de la implantación del cristianismo en toda Europa. Por ellos la consideramos como nuestra religión ancestral; unas creencias autóctonas y genuinas sacadas directamente del alma de un pueblo que de generación y generación han portado una determinada manera de enfrentarse a la vida y la muerte. Partimos de este modo, de los mitos primigenios de odinismo como religión unida a Europa. Una Europa, dicho sea de paso, concebida como “idea” (y no como entidad meramente geográfica), articulada por los europeos en cuanto a sujetos históricos de dicha idea.
Según lo expuesto no contemplamos nuestra religión bajo el prisma universalista; no es ni debe ser el odinismo una religión para el mundo ni para “los seres humanos”, sino un entramado de creencias para un alma determinada, para la cosmovisión enraizada en un pueblo creador y a la vez portador de dicha interpretación del mundo, de lo divino y de lo humano.
Nuestra religión es una religión para esta vida, no buscamos fugas mentales ni paraísos ajenos a la realidad. Odinismo vibra y palpita en la Espiritualidad, el auto crecimiento y la felicidad plena, la plena, la vida en pareja satisfactoria para los dos, el orgullo comunitario y vamos a pulverizar el concepto actual de muerte como fin absoluto de todas las cosas afirmando que ésta es tan solo un estado temporal. Queremos ser una llamada a la alegría y la esperanza en este mundo tan gris y materialista, falto de metas elevadas y de ilusión.
Todo ello tiene un punto de partida el cual se sitúa en la sabiduría de nuestros antepasados, y cuyo devenir está en la difusión y revitalización de unas creencias religiosas autóctonas para la Europa del siglo XXI. Esta religión por lo tanto es como un niño que acaba de nacer, de nosotros depende que crezca sano, fuerte y orgulloso. Hay mucho por hacer, es así un trabajo enorme el que tenemos ante nosotros, pero a la vez gratificante y fecundo. Toda nuestra inteligencia y corazón tienen que estar al servicio del renacimiento espiritual de Europa.
2. – La religión del porvenir.
La descomposición moral de los credos orientales que hasta ahora han moldeado nuestra alma, son causa de toda una serie de enfermedades sociales, a la par de ser el soporte para la desnaturalización e inversión de los valores referentes de lo europeo. El individualismo, el nihilismo, el materialismo atroz, la perdida de lo transcendente, de lo sagrado, el feísmo como canon artístico, el regocijo en lo decadente y degradante, el fin del bien común, el igualitarismo despersonalizador… son patologías que se han implantado en el mundo entero, y cuya plasmación es patente dentro de todas nuestras sociedades. Haya donde miremos cada vez encontramos más desesperación y estrechez de miras vitales sin una aparente solución. Por ello el Odinismo quiere convertirse en la religión de Europa, recreadora de valores y portadora de la regeneración necesaria para nuestros pueblos actualmente sumidos en el caos y la oscuridad de unas ideologías y credos en total ruina.
Es el odinismo la religión del porvenir, autentico crisol religioso en el cual queremos que estén presentes todas las interpretaciones de lo sagrado que a lo largo de los siglos se han manifestado en las diferentes tradiciones indoeuropeas. La visión germánica del Odinismo es tan solo el inicio para conseguir la constitución de una nueva fe religiosa de base tradicional; religión que nunca podrá ser un calco del pasado, una mera “arqueología religiosa”, pero tampoco un experimento filosófico en aras de fabricar una religión de laboratorio; queremos la revitalización, la acción de reverdecer todas nuestras creencias y valores populares para transplantarlos al mundo actual.
Se trata nada más y nada menos de reconstruir la Religión de Europa, sin tapujos ni paños calientes. Un resurgimiento espiritual como punto de partida de una verdadera redención; la estructuración de una herencia ancestral sacada de las constantes de nuestra historia de nuestra cosmovisión como pueblo. Sin una interpretación espiritual previa es imposible cualquier otra situación unificadora y regenerativa ya sea en el orden económico, político o cultural.
3. – Los dioses y lo sagrado.
Para el Odinismo lo sagrado y lo profano están totalmente unidos, hasta tal punto que lo uno forma parte de lo otro sin confundirse. Los distintos dioses, como parte de lo sagrado, son arquetipos de conciencia, ejemplarificaciones de potencias, de valores y conductas. Cuando los invocamos, invocamos, la sabiduría, la fuerza, el valor, la belleza…y al imbuirnos dentro de esos arquetipos, dentro de sus esencias sagradas, tomamos lo que ellos son, asemejándonos y confundiéndonos con ellos, formando parte también de su divinidad. Por lo expuesto no existe una relación de subordinación entre los dioses y los hombres, el Odinismo no se arrodilla ante sus dioses, más bien los ve como hermanos mayores, como entes superiores pero no alejados ni indiferentes de lo humano ni del mundo; son nuestros guías y compañeros en el humano caminar. No somos algo opuesto ni extraño a los dioses, ellos dependen de nosotros y nosotros de ellos: “Los dioses son hombres inmortales y los hombres dioses mortales”.
En nuestro entramado religioso existen varias divinidades por que el mundo también es plural y diverso; por que caben varias interpretaciones de lo manifestado y por que existe la variedad de las cosas, de los hombres, las ideas y creencias. Un dios único siempre querrá un pueblo único, con un único pensamiento y un único destino final. La relación con nuestros dioses rompe las cadenas de la tiranía del monoteísmo, de la unicidad, con su total subordinación ante un dios omnipotente, incompresible y extraño para el hombre.
No cabe la Idolatría dentro de nuestra fe, no adoramos iconos ni trozos de una determinada materia. No practicamos ningún “primitivismo religioso” que concede la categoría de “mágica” a una representación iconográfica singular. Las formas son abstracciones de arquetipos personificados por un determinado dios, diosa o fuerza. Bajo esas estructuras nos ponemos en comunicación con lo sagrado y con la divinidad, es en ese momento cuando una forma perteneciente al mundo de lo material es transcendida para acceder a otros planos superiores de conciencia y del espíritu.
Creemos que ha llegado la hora de despertar a nuestros Dioses, invocarles, y sacarles del olvido para caminar juntos de nuevo hacia la luz que viene del norte y volvernos a encontrarnos en la historia con ellos.
4. – Un código de valores como sustento vital.
Nuestros valores son la fuerza de nuestra fe, con ellos conquistaremos el mañana, sin ellos estamos abocados a la extinción. En este mundo nihilista, sin principios, es necesario la creación e interiorización de un determinado código de conducta que guíe nuestras vidas hacía la plenitud de la existencia. Para ello los Odinistas seguimos las 9 virtudes nobles, que enumeramos a continuación, (no hay orden de prioridad en la lista):
Coraje
Verdad
Honor
Fidelidad
Disciplina
Hospitalidad
Laboriosidad
Confianza
Perseverancia
Este es nuestro código vital, con él pretendemos revivir las constantes que identificaron a nuestros pueblos comunes, en un inequívoco trabajo de alumbrar una comunidad de hombres y mujeres capaces de aportar un nuevo polo de referencia hacia donde se dirija el resurgimiento espiritual de Europa.
Los hombres y los pueblos son los generadores a la vez que portadores de un determinado código de valores, pero también no es menos cierto que dichos valores pueden perderse en el caminar del tiempo, pasando a ser esos pueblos y hombres meros reflejos de lo que antaño fueron. No creemos que existan “valores eternos”, el español y el europeo actuales poco tienen que ver con otros troqueles humanos más fecundos. Una pérdida o inversión de valores puede desembocar en la total salida de la historia de civilizaciones, naciones y pueblos enteros para siempre. Bajo esta premisa nuestra posición es totalmente creadora y revitalizadora. Buscamos la concreción de guías de conducta que operen como revulsivo a la vez de sustento para una nueva existencia humana y popular más elevada.
5. – Odinismo como estilo de vida.
Una diferencia esencial entre el Odinismo y las religiones monoteístas es que nosotros no partimos de la premisa inicial que define la existencia como la constante limpieza de una hipotética falta original propia de la pecadora (¿) naturaleza humana. No es nuestra religión una religión “moral”, de premios y castigos sacados de una verdad revelada. Verdad a la que unos doctores teologales interpretan con fórmulas matemáticas de obligado cumplimiento en aras de conseguir la ecuación salvadora que nos lleve al mundo verdadero. No, en nuestra concepción religiosa no hay pecadores innatos (ni bondades innatas), no tenemos que salvarnos de un supuesto pecado original cometido por nuestros “padres primigenios”. Básicamente nuestra religión es una religión de voluntad, con ella creamos parte de nuestro propio destino superándonos a nosotros mismos mediante nuestros actos, luchamos como si todo dependiese de nosotros, aunque no sea así. De este modo no necesitamos ningún decálogo moral con leyes inmutables que haya que seguir para una hipotética salvación; no buscamos intermediarios homologados entre el hombre y la divinidad. Nosotros ante la moral y la ley de un dios único, proponemos los valores que nos identifican como pueblo y como persona, preconizamos una actitud ante la vida. En definitiva nuestro hábeas doctrinal y religioso es una forma de ser, un estilo de vida, una manera estar en el mundo y nunca una forma de padecerlo.
Al no ser el Odinismo una religión moralizante, no separamos lo religioso de lo cotidiano, no somos creyentes de “domingos y fiestas de guardar”. En nuestra confesión es incomprensible la existencia de Odinistas practicantes y no practicantes; se es Odinista siempre y ante cualquier situación, o sino no se es. Nuestro código de conducta y de valores está ahí para ser la punta de lanza de nuestra existencia. Por ello no nos identificamos con aquellos que sólo ven en el Odinismo la mera creencia en los dioses o la imagen externa de una religión.
Es de vital importancia que consideremos a nuestra religión como un estilo de vida, y no solamente como un entramado de creencias y mitologías, puesto de no ser así caeríamos en la hipocresía religiosa que preconiza una cosa pero que se dedica a hacer otra bien distinta.
6. – El mundo, el hombre, el alma y el cuerpo.
El mundo, los dioses y los hombres están creados del mismo modo, forman parte de las mismas esencias. Por ello no se puede mantener una separación antagónica entre lo material, lo sagrado y lo humano; entre ellos hay constantes ínteractuaciones manifestadas en diferentes planos de la existencia y del conocimiento. Qué es sino la materia más que “espíritu solidificado”. Nuestro mundo sensible es la plasmación de una visión sagrada de la naturaleza: el murmullo del viento, el río que corre por su cauce o el estruendo de una tormenta pueden ser la voz de realidades más allá de lo perceptible por los sentidos. Así el hombre también se transforma en la expresión de la divinidad, en un ente capaz de comprender todas las dimensiones que le rodean. En este sentido nos desligamos de la concepción monoteísta de la creación y del mundo, con su concepción dualista que enfrenta la materia y el espíritu, al hombre y a dios. Un dios omnipotente y creador de todo, es por fuerza un dios desligado del mundo, del hombre y de lo sagrado.
Las ideas religiosas orientales han acentuado la separación del cuerpo y del alma, del espíritu y la carne. Para el Odinismo el hombre es un todo orgánico, cuerpo y alma están unidos en una misma personalidad. No cabe separar lo uno de lo otro ya que ambos forman parte de una unidad, de un mismo entramado. Visto así el hombre no es solamente producto de la natura sino también de la cultura, de un alma, poseedor de un carácter que lo definen frente a otros hombres y culturas. Debido a esa unión entre lo corporal y lo anímico, entendemos que una determinada alma crea un cuerpo concreto y no otro. Esa es precisamente la clave para entender nuestra concepción de lo humano como manifestación comunitaria de un alma popular. El hombre para nosotros no es equiparable al “individuo” ya que éste no es más que la consecuencia de un monoteísmo laicizado, un ser totalmente autónomo e independiente de todo lo que le rodea, sin raíces ni dimensión trascendente. Para nosotros el hombre se define en cuanto a persona poseedora de un alma y un cuerpo definidos, heredero de una cultura y una estirpe, así como transmisor de los valores de esa alma común a la que pertenece y de la que se ha hecho carne.
En cuanto al alma, tenemos una división tripartita de la misma. Por un lado está laFylgjia la “seguidora”, que es un doble espiritual el “otro yo”, vinculado a la persona y a la familia, atribuyéndole funciones tutelares. El Harm, que es un doble “físico” y sería la segunda parte en la que se divide el alma. El Harm puede actuar en el plano físico y permanece sujeto al cuerpo hasta su total destrucción. La tercera y última parte de alma es el Hugr, el principio vital del hombre, que está investido de él. El Hugr no pertenece al hombre pero se manifiesta directa o indirectamente en éste.
Nuestra visión tripartita del alma proclama que existe una parte de esa alma que es externa al cuerpo físico, que no muere cuando el cuerpo muere, otra parte que desaparece cuando el cuerpo muere, y otra que es el principio vital que lo anima todo.Por lo expuesto es escudado decir que nos sentimos totalmente alejados de cualquier teoría o concepción materialista del hombre y del mundo.
7. – Respeto a la diversidad. Combate por la identidad.
El COE defiende y defenderá la diversidad cultural y religiosa de los diferentes pueblos que habitan tierra. Todos los pueblos y culturas tienen derecho a ser diferentes, a manifestar sus peculiaridades, y a regirse por sus propios principios. Es la diversidad lo que precisamente condiciona nuestra existencia, sin ella tan solo seríamos números vacíos de sustancia. El respeto de “lo diferente” es norma dentro de nuestra fe religiosa. Precisamente situarnos fuera de todo pensamiento universalista nos hace entender y respetar las desiguales manifestaciones que caben en un mundo diverso.
Pretender que todos pensemos igual, vistamos igual, comamos igual…es una autentica aberración, únicamente sacada de una mentalidad derivada de un monoteísmo laicizado. Como ya hemos dicho anteriormente “Un dios único siempre querrá un pueblo único, con un único pensamiento y un único destino final”. Mezclar e igualar todas las culturas, los pueblos y religiones, sólo tienen sentido si se está interesado en acabar con esos pueblos, esas culturas y esas religiones. El resultado lógico de esta mezcolanza forzada será la uniformidad devastadora, en la que las personalidades se diluirán en una monocultura y humanidad de mínimos. Todo ello evidentemente tiene un beneficiario directo, los macropoderes político-financieros, cuyo “final de la historia” pasa por “superar” al hombre, la religión y la cultura en aras de construir un supermercado mundial, en el que ellos serán los administradores únicos.
Tal y como ya apuntábamos en escritos anteriores, “El COE apoya los esfuerzos de todos los grupos culturales y religiosos para mantener su propia identidad, y se opone a los planes de los administradores del mundo de reducir a toda la humanidad a su mínimo común denominador. Gentes de todas las Culturas y Religiones deben unirse contra las fuerzas que nos transformarían en unidades económicas perfectamente intercambiables para las elites financieras o gubernamentales”.
8. – Religión, política y sociedad.
La comunidad Odinista de España-Asatru, mantiene una total independencia con cualquier ideología o partido político. Creemos que mezclar religión y política da siempre un pobre resultado que incide negativamente en la marcha de las confesiones religiosas. Mantener una actitud política-religiosa tan solo serviría para enfrentar y dividir a nuestros hermanos y para deformar nuestra fe. Nuestra religión tiene la suficiente base como para no tener que ser complementada con la política.
Por otro lado respetar las diferentes concepciones políticas de los Odinistas, eso es algo natural y totalmente comprensible. Cada uno es libre de tener la ideología política que desee, esto entra en la esfera de lo personal y no tiene que salirse de ese marco. En este mismo sentido manifestamos nuestro respeto a la actual legalidad vigente, sin que por ello se derive el ahogo de la crítica, o en veto a manifestar distintas opiniones sobre la realidad social. En la Comunidad Odinista de España- Asatru, nunca se mezclara la religión con la política, y tampoco permitirá que la mezclen con ideas políticas determinadas.
Pero que dentro de nuestra dimensión religiosa no manifestemos ninguna aspiración política no significa que los miembros Odinistas tengan que ser personas asiladas, pasivas socialmente, encerradas en sus catacumbas en espera del milagro que los “devuelva a la vida”. Muy al contrario, consideramos que los verdaderos Odinistas son hombres y mujeres comprometidos con su entorno, que trabajan por el bien común y que se sientes ligados con todo lo que sucede en su esfera personal así como comunitaria. Trabajar codo con codo con nuestros semejantes por el mejoramiento y engrandecimiento de nuestras comunidades populares es algo tan encomiable como necesario.
9. – Todo perece, todo vuelve a ser.
El final de la historia al que nos ha condenado el Judeo-cristianismo es otra de las muchas derivas de su entramado ideológico con las que tenemos que sufrir. La historia lineal, con su comienzo y su final apocalíptico, empezó con el arribe de los acólitos de Yahvé a nuestro mundo pagano. Hasta entonces los hombres vivían en un eterno presente, en un incesante ciclo de “surgir-existir-desaparecer hacia un nuevo surgir”.Este es un modelo netamente orgánico en el cual las repeticiones de nacer, vivir, morir y renacer nos mantenían en la eternidad. La religión Odinista claramente se siente identificada con este último aspecto de tiempo y la existencia. Por ello nuestra concepción del tiempo cíclico la representamos con la Svástica, un símbolo sagrado presente en diversas culturas y cuyo grafismo nos introduce en un constante movimiento circular sobre un punto fijo e inalterable. El Eterno Retorno como principio Odinista se puede resumir con la siguiente frase: “Todo lo que es perece, todo lo que fue volverá a ser”.
El hombre es el único ser que habita la tierra, que sabe cuando nace que debe morir inexorablemente, esto lo hace un ser totalmente excepcional. Es por eso que la vida entonces se convierte en un estadio en que debemos programar a largo plazo, pero que debemos estar preparados para partir al otro mundo en cualquier instante…
Por eso una de las cosas mas atenazantes que hacen que no seamos plenamente felices es el MIEDO. El miedo paralizante que todo lo desvirtúa, eso es lo que debemos superar si queremos vivir plenamente.
El Odinismo nos ayuda a mantener ese equilibrio vital, entre vida y muerte, y hace que vibremos en un mismo hilo, en el cual la muerte y la vida son expresiones de un mismo concepto.
Creemos que esta vida tal y como la vemos solo se vive una vez, pues nuestro cuerpo es mortal y no va a resucitar nunca, la carne corrompida y el polvo no se transformará en un bello cuerpo adolescente. Sin embargo creemos que el espíritu es inmortal y nuestros antepasados muertos aún siguen con nosotros. No sabemos que hay detrás de la muerte, pero si que ésta es un estado temporal y que detrás de ella no se acaba todo, sino que comienza algo nuevo.