ALVISSMAL

(El discurso de Alvís)

(ALVÍS)

“A cubrir los bancos conmigo, la novia
irá a mi casa;
apresurada, la boda quizá parezca a todos,
no hay que parar, en casa.”

(THOR)

“¿Quién es ese hombre? ¿Por qué es pálida su nariz?
¿Te acostaste entre los muertos?
todo un troll me parece que seas,
no convienes a la novia.”

(ALVÍS)

“Alvís me llamo, bajo tierra vivo,
bajo una piedra es mi casa;
el señor de los carros vine a visitar
¡que nadie rompa el voto!”

(THOR)

“Yo lo he de romper, pues de la novia
como padre dispongo;
yo no estaba en casa cuando se hizo el voto,
y sólo y podía hacerlo.”

(ALVÍS)

“¿Quién es ese hombre que afirma disponer
de la hermosa doncella?
¿Qué vagabundo, pocos te conocen,
te engendró su heredero?”

(THOR)

“Vingthor me llamo – mucho he viajado –
hijo soy de Sídgrani;
sin mi consentimiento no tendrás a la virgen,
ni conseguirás la boda.”

(ALVÍS)

“Tu consentimiento quiero de inmediato,
para conseguir la boda;
quiero tenerla, no quiero perderla,
la nívea muchacha.”

(THOR)

“El amor de la virgen no te será,
sabio huésped, negado,
si me dice cómo laman en los mundos
lo que quiero saber.”

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la tierra, que se extiende ante el hombre,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Tierra, dicen los hombres, campo, los Aesir;
camino, los Vanir;
siempre verde, los trolls, fértil, los Elfos;
los más altos, arcilla.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman al cielo creador de tormentas
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Cielo dicen los hombres; los Aesir, luz celeste,
horno de vientos, los Vanir;
mundo superior, los trolls; techo hermoso, los Elfos;
sala de lluvias, los gnomos.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la luna que ven los hombres
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Luna, dicen los hombres; los dioses, rojiza;
en Hel, rueda girante;
rápida, los trolls; brillo, los gnomos,
los Elfos, cómputo de años.”

(THOR)

“Dime, Alvís –pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos-,
cómo llaman el sol que los hombres ven
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Sol, dicen los hombres; los dioses, luciente
los gnomos, amiga de Dvalin;
siempre brillante, los trolls; bella rueda, los Elfos;
toda luz, los Aesir.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la nube que se mezcla a la lluvia,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Nube, dicen los hombres; los dioses, certeza de lluvia;
balsa de vientos, los Vanir;
corteza de agua, los trolls; los Elfos, fuerza del viento;
y en Hel yelmo del invisible.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman el viento que tan lejos viaja,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Viento, dicen los hombres; los dioses, vacilante;
los sacros seres, suspirante;
aullador, los trolls; los Elfos, ruidoso;
y en Hel, torbellino.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la calma, que hay en el aire,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Calma, dicen los hombres; los dioses, fondeadero;
ocaso del viento, los Vanir;
bonanza los trolls; los Elfos, sosiego del día;
reposo del día, los gnomos.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la mar, en donde reman,
en todos los mundos.”
(ALVÍS)

“Mar, dicen los hombres los dioses, siempre apacible;
onda, los Vanir;
mundo de anguilas, los trolls, los Elfos, sostén de las aguas;
hondo mar, los gnomos.”

(THOR)

“Dime, Alvís –pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman el fuego que arde ante los hombres,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Fuego, dicen los hombres; llama, los Aesir;
movedizo, los Vanir;
glotón, los trolls; los gnomos, ardoroso;
rápido, en Hel.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman el bosque, que crece ante los hombres,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Bosque, dicen los hombres; los dioses, cabellera del llano;
musgo de la loma, los humanos;
leña, los trolls; los Elfos, rama hermosa;
varita, los Vanir.”

(THOR)

“Dime, Alvís –pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la noche, que Nör engendró,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Noche, dicen los hombres; los dioses, tinieblas;
los sacros seres, máscara;
negrura, los trolls; los Elfos, placer del sueño;
diosa del sueño, los gnomos.”

(THOR)

“Dime, Alvís –pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman el grano que vieron los hombres,
en todos los hombres.”
(ALVÍS)

“Dicen cebada los hombres; os dioses, centeno;
planta, los Vanir;
comida, los trolls; los Elfos, soporte del licor;
y en Hel, cimbreante.”

(THOR)

“Dime, Alvís – pues creo, gnomo, que sabes
los destinos de todos – ,
cómo llaman la cerveza, que beben los hombres,
en todos los mundos.”

(ALVÍS)

“Cerveza, dicen los hombres; malta, los Aesir;
aguardiente, los Vanir;
licor puro, los trolls; y en Hel, hidromiel;
festín, los hijos de Suttung.”

(THOR)

“En un solo pecho jamás había visto
tanta antigua ciencia;
con grandes ardides yo te he engañado:
en pie estás, gnomo, de día,
brilla el sol en la sala.”

V
(Historia de las runas de Odín)

Sé que colgué del árbol azotado por el viento
nueve noches enteras,
herido por la lanza, entregado a Odín,
yo mismo a mí mismo,
de aquel árbol del que nadie sabe
el origen de sus raíces.

Pan no me dieron ni cuerno de bebida,
hacia bajo miré;
cogí las runas, gritando las tomé,
y entonces caí.

Nueve cantos supremos me enseñó el bello hijo
de Bölthur, padre de Bestla,
y un trago bebí del precioso hidromiel
derramado en Ódrerir.

Empecé así a germinar y a ser sabio
y a crecer y a sentirme bien;
una palabra dio otra, la palabra me llevaba,
un acto dio otro, el acto me llevaba.

Runas descubrirás e interpretarás los signos,
signos muy grandes,
signos muy potentes
que tiñó el thul supremo
e hicieron los dioses
y grabó el creador de los dioses.

Odín entre los Aesir y entre los Elfos Dáin,
Dvalin entre los gnomos,
Asvid entre los trolls,
yo mismo grabé las runas.

¿Sabes cómo grabarlas? ¿sabes cómo interpretarlas?

¿sabes cómo teñirlas? ¿sabes cómo probarlas?
¿sabes cómo pedir? ¿sabes cómo sacrificar?
¿sabes cómo ofrecer? ¿sabes cómo inmolar?

Mejor no preguntar que en exceso preguntar,
siempre haya pago para el don;
mejor no ofrecer que en exceso ofrecer.
Así grabó Thund antes de surgir los pueblos;
luego se levantó cuando regresó.

VI
(Serie de conjuros)
Conozco estos conjuros, mujer de rey no los sabe,
ni los hijos de los hombres;
ayuda se llama uno y ayudarte podrá
en los pleitos y las penas y en las duras desdichas.

Sé el segundo, que los hombres precisan
si quieren saber curar.

Sé el tercero, si mucho necesito
atar a mi enemigo;
la espada hago roma de mi adversario,
no muerden sus armas o sus ardides.

Sé el cuarto, si me ponen los guerreros
ligaduras en los miembros:
de esta forma canto si me quiero marchar,
se sueltan de mis pies los hierros
y de mi cuello la argolla.

Sé el quinto, si hacia mí veo volar
un dardo entre las huestes:
no vuela con tal fuerza que no lo pueda para
tan sólo con mi mirada.

Sé el sexto, si un hombre me hiere
con una raíz:
y a este hombre que busca mi mal
le persigue el dolor, y no a mí.

Sé el séptimo, si veo la alta llama
en la sala entre los bancos:
no es tan grande su ardor que no me pueda proteger,
para ello canto un hechizo.

Sé el octavo, que a todos es
útil para seguir:
cuando crece el odio entre los hijos del rey
puedo enseguida calmarles.

Sé el noveno, si necesidad me acucia
de proteger el viaje de mi ave:
el viento apaciguo sobre las olas
y calmo el mar todo.

Sé el décimo, si veo brujas
volar por el aire:
hago de tal forma que vuelan descarriadas
no encuentran su propia forma,
no encuentran su propio juicio.

Sé el undécimo, si debo a la batalla
llevar a mis viejos amigos:
canto sobre el escudo y ellos avanzan poderosos,
indemnes, al asalto,
indemnes, del asalto,
escapan indemnes.

Sé el duodécimo si veo en un árbol
oscilar un cuerpo ahorcado:
así grabo y tiño las runas,
para que el hombre vuelva
y venga a hablar conmigo.

Sé el décimo tercero, si es que a un joven debo
rociar con el agua:
nunca caerá aunque vaya al combate,
no perecerá ante las espadas.

Sé el décimo cuarto, si debo ante los hombres
enumerar los dioses,
de Aesir y Elfos sé todas las cosas
pocos sabios lo saben.

Sé el décimo quinto que Thjódrörir cantó,
el gnomo, ante las puertas de Delling:
fuerza conjuró a los Aesir y a los Elfos, fama,
don de vidente a Hroptatýr.

Sé el décimo séptimo, que con dolor me rechaza
la joven doncella.

Que estos conjuros puedan, Loddfáfnir,
servirte largo tiempo;
te sean buenos si los sigues,
útiles si los tomas,
provechosos si los aceptas.

Sé el décimo octavo el que nunca digo
A doncella ni a mujer casada
– es mucho mejor que sólo uno lo sepa;
se acerca el fin de los conjuros –
sino sólo a aquella que me toma en sus brazos
o a la que es mi hermana.

Dicho está el discurso del Altísimo en el palacio del Altísimo,
muy provechoso para los hombres,
tan provechoso para los gigantes;
salud al que los diga, salud al que los sepa,
aprovechen al que los use,
salud a quienes oigan.

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